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jueves, 2 mayo, 2024
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Opulencia o infortunio de la medicina

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Por: MANUEL BAUTISTA ROMERO •

Sólo al pasar de los años y con la experiencia que él tiempo nos brinda, vamos comprendiendo que al inscribirnos a la carrera de medicina nos comprometemos de por vida, y esto  llegara a su fin exclusivamente con la muerte. Tales conocimientos obligados estamos a hacérselos llegar, como objetivo fundamental a nuestros estudiantes, internos y residentes.

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Mucho se ha hablado de la tecnificación de la medicina, y esto suena a contrasentido debido que esta debe ser la más humana de todas las profesiones. Hemos desmenuzado el binomio salud- enfermedad y sin embargo nos alejamos cada día más del objetivo principal de nuestros años de estudio: el paciente. Todo esto debido a que hemos querido adaptar al individuo enfermo a los aparatos médicos y no al contrario el aparato al doliente. Y con esto  un fundamento vital en nuestro quehacer se va perdiendo, me refiero a la relación médico-paciente, esta relación ha sido seriamente fracturada. El abismo se hace más y más profundo debido a que nos empeñamos en solicitar los últimos estudios, los más costosos, los de moda, a todos y esto en innumerables ocasiones es innecesario, nos preocupa más conocer las últimas actualizaciones de las diferentes guías médicas y nos ocupa menos la evolución real del enfermo con aquellos tratamientos  médicos que han superado la prueba del tiempo.

Vamos perdiendo la sensibilidad, el humanismo y el humanitarismo y nos hacemos a diario más mecánicos, ya no miramos a nuestros  pacientes a los ojos, tenemos miedo de verlos, de que con la mirada nos transmitan sus angustias y temores, no queremos delatarnos con el intercambio de miradas que en ocasiones mentimos, aunque sea por piedad.

Ya no los tocamos, ya no hay ese intercambio de sensaciones que con el contacto humano se tiene, y perdemos esa información valiosa, entramos en pánico al palpar esa piel enferma, ajada, añosa que nos dice que el padecimiento está haciendo estragos en esa humanidad.

Pero sobre todo ya no hablamos, hemos perdido la capacidad de comunicarnos, nosotros con ellos, porque ellos muchas vece es lo único que quieren es que los escuchemos, porque han sido relegados y las palabras los están ahogando, y teniendo una buena conversación con su médico mejoran, porque con el habla eliminan sus demonios y temores.

Entonces pues el doctor debe ser un buen conversador y hacer de la palabra un arte y para esto necesitamos leer, leer mucho, cosa que también hemos olvidado y es una tarea que va implícta en aquella matrícula dela que hablábamos al inicio, aquí hago eco de las palabras de uno de los ilustres médicos mexicanos, el Dr. Ruy Pérez Tamayo cuando dice que el médico debe leer mucho, y que, esto no garantiza que nos hagamos mejores médicos, pero si influye para que seamos mejores hombres y esto actualmente es lo que necesitamos, en una sociedad que está colapsando y en donde la vida ha perdido valor.

Por lo tanto en este Día del Médico una felicitación a todos, con la consigna que aparte de festejar, tenemos mucho que hacer. ■

 

*Anestesiólogo-Algiólogo.

[email protected]

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