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viernes, 3 mayo, 2024
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Aislamiento y segundas voces

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Por: ITZEL NÚÑEZ •

La Gualdra 448 / Río de palabras

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Hay un universo en nuestra mente, paralelo al que habitamos. Con frecuencia habla y nos dice qué hacer y cómo actuar; algunas veces nos reprende por haber hecho algo mal y nos obliga a pensar si tales actos pudieron evitarse.

Unos dicen que esta voz es la conciencia, haciendo de las suyas en el ser humano y que suele ser más ruidosa en las mujeres por la condición en la que se les educa: más para agradar al otro que para satisfacerse a sí mismas.

Esta voz siempre me ha habitado y no encuentro el método para separarla de mí. Mamá pudo saber mi destino cuando me dijo que tenía miedo de que me volviera loca como Don Quijote, en aquel momento me causó risa, apenas iniciaba a leer y ya me presagiaba un desenlace; hoy creo que ningún libro me quitará la lucidez más que estos 90 días de aislamiento.

No provengo de una familia lectora, aprendí a leer por la tradición oral de mi madre, por mi hermana unos años mayor que yo y la música; en algún momento le di más peso a la última, y un día descubrí la canción que me llevaría a uno de mis libros favoritos: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de R. L. Stevenson. Al parecer, este libro ha inspirado algunas canciones que tratan la bipolaridad, el libro describe la vida de un médico que descubre una doble personalidad en el ser humano y se empeña en buscar la manera de crear un menjurje para separarlas; lo logra en él: cuando es bueno, es conocido como Dr. Jekyll y cuando se transforma en malo, Mr. Hyde.

Esa lectura marcó en mí un gusto extraño por el tema de la locura y me hizo cuestionar el mundo en el que desde siempre me he encerrado, ese mundo que justo ahora toma sentido. Con frecuencia me gusta imaginarme dentro de una narración y darle cuerpo a la segunda voz que me habita, entonces desafío a quien mueve mis hilos, medito cuál será mi siguiente paso y qué desencadenará. Cuando logro controlar el ruido, a veces mi ansiedad disminuye y el miedo se hace soportable, otras veces he perdido y me quedo en silencio con mi derrota.

No me convierto en otra persona al separarme de mí como lo hace Dr. Jekyll, (aunque me gustaría), solo escucho a mi voz interna para descubrir qué opinará esta vez. Siempre me explica que no debo hacer tal cosa, por miedo. Me conoce bien, pero me harta. ¿Alguna vez me permitirá ser yo sin tanta negatividad? Esto me recuerda mucho al miedo de mi abuela a morir como sus antepasados: desconocida por el alzheimer.

Medito, a lo mejor el aislamiento me ha hecho perder la cabeza. A lo mejor estas cuatro paredes se han llevado la poca cordura que me quedaba, busco un menjurje que me regrese a la realidad pero no lo encuentro. Las redes sociales no ayudan, me mantienen al tanto de este Apocalipsis con consejos de superación personal para mantener positiva a esta voz que se cansa y no puede aprovechar el tiempo.

Y me pregunto qué le dice ese ruido a los que tienen carencias, a los que se debaten entre injusticias; qué está escrito en su guion, ¿la voz les dice, aguanta? ¿La voz les dice, vendrán tiempos mejores? ¿La voz mantiene la calma con un “Dios proveerá”?

Desde este punto, todo se ve diferente. El autor de mi vida ha sido condescendiente, yo solo tengo miedo de mí misma mientras otros pelean con el hambre, el racismo, con una enfermedad hasta muchos sentidos desconocida y problemas políticos y ambientales. No soy quién para hablar de estos temas, ni siquiera tengo otra solución más que romantizar el momento. Pero en las noches, esta voz me quita el sueño y la tristeza por el otro me hace perder la cordura en este año infranqueable.

 

 

* Licenciada en Letras, UAZ.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_448

 

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