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jueves, 2 mayo, 2024
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Tortas japonesas

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Por: HERÓN EDUARDO DOMÍNGUEZ • Araceli Rodarte •

Como no podía ser de otra manera, con bombos y platillos anuncia Gobierno del Estado NO que Zacatecas ha dejado de ser uno de los estados más inseguros del país, como en los tiempos en que el gobierno de Amalia García lo negaba enfáticamente, aunque nadie se aventuraba en la carretera Fresnillo-Jerez entre las cinco de la tarde y las nueve de la mañana; sino, ojo: uno de los más seguros del país; por más que no haya mucha tela donde comparar.

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No podían faltar, sin embargo, los aguafiestas de siempre, que sacaran a relucir las  horas de terror vividas días atrás en Juan Aldama y Francisco R. Murgía, en donde uno o más grupos criminales tomaron por asalto dichas poblaciones y a punta de pistola o armas de calibre mayor vejaron, lesionaron y despojaron de sus bienes a pacíficos transeúntes, obligando a algunos de los mismos a ir a sus domicilios por objetos de valor.

En lo que nadie ha reparado es que la disparidad en las declaraciones es  producto de una lamentable confusión, misma que resulta aún más ininteligible debido a su carácter  inaclarable. Veamos: Yerra evidentemente el gobierno cuando exagera y se atribuye la relativa disminución de los ilícitos de alto impacto en el territorio estatal, ya que no es debido, el de cualquier manera agradecible desempeoramiento de la inseguridad, a la apertura de nuevos cuarteles; a la creación de nuevas policías (que por lo demás con otro nombre ya existían); a la presencia de los marinos (¡en el semidesierto!) ni muchísimo menos a la mejora en la procuración de justicia sino al desplazamiento de una banda de criminales sicópatas, deshechos de la guerra fría, a los que ni los gobiernos federales, estatales y menos aun los municipales se atrevieron a tocar con el pétalo de una averiguación previa; por otra de negociantes de mercaderías ilícitas, que consideran a los primeros un estorbo para la buena marcha de sus negocios; y que con los métodos que les son usuales han tenido a bien deshacerse de los mismos. Lo que no ha dejado de agradecérseles.

Se equivocan también los aguafiestas cuando echan en cara al gobierno los desmanes acaecidos en Juan Aldama y Francisco R. Murguía, sin tomar en cuenta dichas poblaciones se encuentran muy cercanas a otro estado; y fuera por lo tanto del área de influencia del último grupo mencionado, y no es por tanto a Gobierno del Estado a quien se deben dirigir los reclamos; para lo cual bastaría con ponerse un momento en sus zapatos:

Ellos lo están en lo suyo: pasándolo bomba, saliendo definitivamente de pobres, inaugurando (o reinaugurando, es igual) obras, coronando reinas, diciendo (malos) discursos, cortando listones, cabalgando en galano traje charro por cuanto estado de la Unión Americana ejecuta mexicanos, etcétera; y, por tanto, aparte de que la inseguridad no es su bronca, no se puede estar en todo, ¡Caray!  ¡Ha! Y además ellos se cuidan. Si el procu se la pasa dando charlas en los centros educativos es, ¡claro está!, porque ahí la inseguridad es menor. ■

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