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jueves, 2 mayo, 2024
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El combate a la corrupción es una lucha profundamente democrática

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

Partido: PRD

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Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su reporte de Desarrollo, México ocupa el lugar 124 de 157, entre los países más desiguales y la corrupción es la principal causa de la desigualdad social, económica y política en México.

México vive la corrupción endémica producida por una sociedad que favorece la acumulación de poder y de dinero en unas cuantas manos en detrimento de una inmensa mayoría de desposeídos. Así, la capacidad corruptora pertenece a los menos, es un bien de valor que pertenece a la minoría que posee el poder de pervertir o alterar el orden de las cosas, a la que la mayoría no tiene acceso.

Según cifras del Inegi, en 2013 alrededor de 88% de la población se sintió víctima de la corrupción a pesar de que la mayoría de los estados cuenta con un programa para combatirla.

La corrupción es un problema que atraviesa un orden social pervertido, donde más de 53 millones de mexicanos en la pobreza, producen la riqueza de una minoría que se asume como dueña del poder político y económico del país.

Desde 1995 hasta 2008, hubieron 2307 denuncias por actos delictivos de servidores públicos y sólo 217 fueros sujetos a proceso, pero algunos servidores públicos, como delincuentes de cuello blanco, tienen una probabilidad muy baja de ser sujetados a proceso, ya sea por una ambigüedad en la definición de los delitos, a que las autoridades no cuentan con la capacidad para reunir las pruebas o deliberadamente no lo hacen, a que ejercen su influencia política y utilizan sus recursos para liberarse del proceso, a que su mayor nivel de instrucción les permite ocultar los rastros de sus delitos, entre otras.

Llamamos corrupto a aquél que aprovecha los bienes públicos en beneficio personal, haciendo ineficiente al sistema.

No existen procesos administrativos y mucho menos penales contra los personajes de gobierno que utilizan el ejercicio del servicio público para vivir una vida llena de excesos, de lo cual las “Casas Blancas” de Enrique Peña Nieto, del secretario de Hacienda, de Gobernación, los gastos ofensivos de la llamada primera dama y sus hijos. Relojes de 2 millones de pesos del presidente del PRI, los “moches” del PAN y un insultante etcétera, son un pequeño ejemplo.

El corrupto lo es, porque puede, porque tiene los medios y las influencias para hacerlo, además de que sabe que no tendrá consecuencias, es una evasión ética de la realidad pues no distingue el recto orden de las cosas, sino que lo altera, anteponiendo el interés, ya sea propio u otro cualquiera, a una posición que no merece.

Jurídicamente, la corrupción es la que actúa en contra del orden positivamente establecido, aquí es fácil encontrar a los miembros de los poderes legislativos, federal y estatal, que, traicionando a la nación, cambiaron la constitución para poner al servicio del mejor postor, los valores energéticos nacionales, así como el agua y los recursos naturales.

El combate a la corrupción es una lucha meramente democrática, es luchar por recuperar el poder que el pueblo perdió ante el embate enviciado de la búsqueda del poder del PRI y las carretadas de dinero que utilizan elección tras elección.

Tenemos que crear órganos de fiscalización autónomos del gobierno federal y estatal. Es verdad que se ha avanzado en la designación de los auditores generales, pero ellos aún dependen de los congresos, es decir de las mayorías partidarias, donde existen minorías funcionales como el Partido Verde Ecologista de México, diseñados para disfrazar la acumulación antidemocrática del poder y así borrar voces disidentes.

Desde la Cámara de Diputados, impulsaremos que las auditorías a los servidores públicos se realicen durante el ejercicio de su servicio, pues hoy día se llevan a cabo un año después, lo que lleva a una resolución un año y medio o dos años después de dejados los cargos, lo cual disminuye su impacto social y el castigo puede ser disminuido o ignorado, dando el espacio perfecto para la impunidad.

Impulsaremos Tribunal de Cuentas, independiente del Poder Presidencial, necesitamos salir de un esquema presidencialista, donde el poder político y administrativo es vertical, donde la cadena de mando siempre sigue una lógica de cascada y el presidente está arriba.

Cómo acabar con la corrupción si las autoridades encargadas son dependientes del mismo presidente y de un poder legislativo supeditado a la misma figura presidencial.

Luchar contra la corrupción es una lucha profundamente democrática, donde el poder económico, político o social no esté por encima de la razón o de la ley, es decir, el pueblo de México tiene que tomar el poder que le fue arrebatado.

Construiremos instituciones libres y autónomas para empoderar a los mexicanos, tenemos que luchar por una adecuada distribución de la riqueza y del poder donde cada persona tenga derecho a la alimentación, a la educación, a la diversión y las mismas oportunidades frente a la ley.

La corrupción existe porque ellos tienen el dinero, las relaciones y el poder político que los millones de mexicanos que no pueden pagar la canasta básica, el influyente y el corrupto lo es porque México no le interesa y sólo quiere su vida de impunidad y despilfarro ofensivo e inmoral.

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