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jueves, 2 mayo, 2024
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En defensa de la Corte (segunda parte)

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Otra vez, antes de comenzar: no coincido con el exceso, los privilegios y el dispendio en el servicio público, no solo le son contrarios, le restan legitimidad en un país con las desigualdades de las que México padece e insensibiliza a los servidores públicos de una realidad dolorosa y apremiante que viven y sufren los mexicanos.

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Es muy impopular decir que la Ley de Remuneraciones merece ser declarada inconstitucional y que el Presidente está equivocado en su concepción de los alcances de su voluntad y su visión, pero en mi caso debo decirlo: así no. Por las razones antes expuestas, pero sobre todo, por las formas: ¿no podía pensarse en una estrategia gradual de reducción de salarios abusivos, hacer una reforma transicional y generar un esquema que involucrara a los tres poderes de la Unión, buscando con ello el respeto a la independencia de cada uno? ¿Es de verdad necesario atacar a la Corte y hacerla ver como la frívola institución incapaz de desprenderse de los privilegios de sus jueces para hacer justicia en este tema? Mi respuesta es NO.

Ojalá que los diseñadores de esta estrategia legislativa, mediática y política, puedan leer el libro del juez Breyer –Cómo hacer funcionar nuestra democracia, citado en la primera parte de este artículo- (me refiero a Ricardo Monreal –por cierto, constitucionalista-, a Mario Delgado, Pablo Gómez y el propio Presidente López Obrador). Sí no hay oportunidad, me permito adelantarles algunos apuntes mínimos:

Gordon Wood: a través de la protección de los derechos de las minorías de todo tipo en contra de las mayorías populares, la Corte se convertirá en el principal instrumento de contrapeso y conservación de la democracia.

“Nuestro sistema democrático de gobierno no se basa exclusivamente en la voluntad de las mayorías, es más bien, una democracia de mayorías con límites impuestos por el propio diseño constitucional, y por los derechos que la misma Constitución asegura a los individuos y las minorías contra los deseos de la mayoría. Igualmente casi todos reconocemos que un gobierno democrático (de hecho, cualquier gobierno), requiere estabilidad, la cual no conseguirá con un sistema jurídico que se modifica cotidianamente de acuerdo con los vaivenes de la opinión pública.”

Una judicatura efectiva, capaz de hacer cumplir los contratos de forma honesta y sin corrupción, colabora, tanto como cualquier otra institución, a fomentar la inversión económica y, por ende, el desarrollo y la prosperidad.

La experiencia en otras latitudes (digamos, Europa antes de la Segunda Guerra Mundial), demuestra que las mayorías pueden convertirse en tiranas, lo que, sin duda, destaca la importancia de cumplir y hacer cumplir la protección de las minorías y de la libertad individual propuesta por la Constitución, aun cuando no se cuente con respaldo popular.

En el transcurso de las semanas se han venido sumando argumentos de uno y otro bando. Lo importante sería recordarle a nuestros aspirantes a estadistas y demócratas de la cuarta transformación, que el proyecto de país que durante décadas nos ofrecieron, requiere instituciones fuertes, no hombres, pues es justo a la que se opusieron con fervor y astucia.

Finalmente: sí, que se disminuyan los sueldos excesivos, se combata la opulencia y el abuso en el servicio público. No, sobre los derechos de las personas, no a través de ocurrencias, no violentando la división de poderes.

@CarlosETorres_

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