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viernes, 26 abril, 2024
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Con la expropiación el país se volvió dependiente de la venta de hidrocarburos, sin desarrollar otras industrias

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Por: SCARLETT LLAMAS •

La historiadora Xóchitl Marentes opina que el sindicato petrolero, con apoyo, se volvió un monstruo que resultó en historias de corrupción de los líderes

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La expropiación petrolera, conmemorada cada 18 de marzo, tiene muchos mitos sobre cómo se dio, sostuvo Xóchitl Marentes, historiadora y directora de Enseñanza e Investigación del Instituto Zacatecano de Cultura (IZC), quien se dio a la tarea de comentar algunos aspectos más profundos de este proceso para La Jornada Zacatecas. 

El 18 de marzo de 1938, Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera, la apropiación legal del petróleo que explotaban compañías extranjeras para convertirlo en propiedad del Estado, y aunque “se imagina que fue una decisión unilateral” del mismo Cárdenas; sin embargo, tiene un contexto más amplio que lleva al sindicalismo y se vincula, a su vez, con el periodo revolucionario, dijo la especialista.

Marentes expuso que el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana empezó a hacer solicitudes a las compañías para las que trabajaban, cuyos dueños eran extranjeros, tanto estadounidenses, ingleses y holandeses, estos se negaron a tomar en cuenta las exigencias, mismas que siempre han hecho los sindicatos: reparto de utilidades, salario digno y horario considerable.

Debido a que el proceso de solicitud fue muy ordenado, llevó a los sindicatos a que, en un momento, pensaran en ampararse o irse a instancias de gobierno; de nueva cuenta les fue negada, esta vez por la nación.

Fue entonces que se dio la intervención de Lázaro Cárdenas, “más forzado que buscando la expropiación, aunque su política siempre fuera más abierta que sus antecesores”, aseveró la académica; el entonces presidente inició un proceso basado en la Constitución mexicana.

Como era de esperarse, los empresarios hicieron presión para que sus gobiernos se quejaran, pero considerando el periodo histórico en el estaban inmersos, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, fue necesaria la industria petrolera “para el desarrollo bélico de las actividades”, favoreciendo a su vez que, aunque se tuvieran que pagar impuestos y apegarse a la ley, los aliados pudieran contar con combustibles por parte de México.

Sin embargo, esto derivó en distintas consecuencias, no todas favorables; por ejemplo, el país se hizo dependiente, tanto en la venta de hidrocarburos, como en la compra de combustibles refinados; la mayoría de los hidrocarburos se venden, entonces se compromete la producción y se compra con el proceso de refinamiento, señaló.

Aunado a esto, el país se volvió dependiente de la venta de hidrocarburos, “sin ver la posibilidad de desarrollo de otras industrias”, incluso en la actualidad, cuando “las reservas de combustibles son muy bajas a comparación de otros países”, puntualizó.

Al mismo tiempo, lamentó, el sindicato, con apoyo, se vuelve un monstruo que resulta en historias de corrupción de los líderes, sostuvo la historiadora; a pesar de que la sindicalización es una de las herencias de la Revolución que trata de organizar y buscar que los trabajadores tengan seguridades, esto se ve limitado si sigue la figura del líder que tiene el contacto directo con las autoridades; qué tanto concilia los intereses propios y qué tanto los del grupo, cuestionó. 

Sin embargo, Marentes también reconoció que la decisión de Cárdenas de implementar esta política le trajo beneficios a México que se siguen disfrutando, el problema, continuó, es que no se ha adaptado a las nuevas necesidades y condiciones actuales.

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