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jueves, 25 abril, 2024
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Es fácil pensar que “Ulises” fue escrita por un loco, pero fue escrita por un genio: Mendoza

■ James Joyce, el autor, está lleno de una imaginación sin límites

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

Si James Joyce hubiera tenido éxito en el canto sería como haber escuchado al tenor ligero Alfredo Kraus, piensa el escritor Élmer Mendoza, porque el autor de “Ulises”, además de tocar el piano, intentó dedicarse al canto ostentando una voz de tenor bajo, pero “afortunadamente lo rechazaron”.
¿Qué hace un sinaloense, autor de novela policíaca, hablando de la intentona de tenor de James Joyce un 16 de junio de 2022 en Zacatecas? Todo parece tan irreal, pero es parte del sinfín de posibilidades que da la literatura y, sobre todo, cuando la ocasión la detonó el festejo por el centenario de una de las novelas más emblemáticas del siglo 20, “Ulises”, un evento organizado por las unidades académicas de Filosofía y Docencia Superior, de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas.
“Debo mucho a Joyce y quiero compartir eso”, fueron las palabras con las que Élmer Mendoza inició su conferencia sobre “Ulises”, luego de escuchar un fragmento de una ópera cantada por Kraus, porque la presencia del sinaloense siempre acarrea música, vive en un musical. No es la primera vez que desconcierta hablando de un autor que no tiene prestigio como novelista policíaco, pero sin importar eso, Mendoza siempre acierta y en esta ocasión escucharlo hablar de James Joyce y su “Ulises” fue un deleite.
“Esta novela la empecé a leer en 1979 y aún no la termino”. La novela, contó Élmer, se publicó el 2 de febrero de 1922. Se lanzaron mil ejemplares, de los cuales 100 estaban firmados; 250, en pasta dura, y 750, en pasta normal. De los ejemplares, el número mil fue para la esposa de Joyce, Nora Barnacle y el número uno para una de sus principales mecenas que vivía en Reino Unido. La obra la había rechazado antes para su publicación, Virginia Woolf, quien consideraba que parecía escrita por un obrero.
Para Mendoza, Joyce era “un vato” nada tímido y cree que su concepto estético se basaba en el placer de contar todo, por eso, la novela es un registro visual de partes de Dublín. Pero es importante también porque su autor está lleno de una imaginación sin límites y tuvo siempre una fe ciega en sí mismo, “sabía que la originalidad no siempre conduce al éxito y aun así metió todo su resto al caballo ganador”.
“Esta novela es una fuente eterna de sorpresas y eso para un crítico debe ser un reto”, pero en su caso, confesó, la relación con “Ulises” ha sido más una confrontación cariñosa, porque desde su etapa como estudiante de literatura se propuso superar la novela. Todos rieron, como su profesor de literatura inglesa, que también lo hizo cuando se lo dijo.
Con “Ulises”, continuó el autor de “Balas de plata”, Joyce pensó que, si llega al corazón de Dublín, ciudad en la que está ambientada la novela, llegaría al corazón de todo el mundo y, sin duda, lo consiguió. “Pintó su aldea y pintó el mundo”, dijo, algo que pocos escritores han hecho y uno de ellos fue el zacatecano Severino Salazar con su obra “Donde deben estar las catedrales”, aseguró el sinaloense.
“Yo lo leí cuatro veces y tengo que volver a leerlo. Ulises es un laberinto de 18 pisos. Si Cervantes es el padre de la novela moderna, Joyce es el padre de la novela posmoderna”, pues utilizó onomatopeyas, unió palabras, partió palabras, creó neologismos, escribió sin puntuaciones, mezcló partituras, chistes e introdujo el guión para los diálogos que los novelistas de ahora han quitado, incluido él.
El capítulo más famoso de la obra, subrayó Élmer, es el 18, un monólogo pronunciado por Molly Bloom y que es, a decir del sinaloense, una lección de ritmo narrativo. Pero su capítulo favorito, confesó, es el número 15, tanto que quiere escribir una novela con ese nombre. “No se mueran sin leerlo”, dijo a los asistentes a la conferencia.
“Tal vez el ejemplo más perturbador que Joyce nos ha enseñado consiste en no temer al lenguaje; utilizó 33 mil palabras diferentes en la novela”, expuso, pero también enseñó a no temer a la crítica y mostró que la pobreza económica no se debe convertir en pobreza mental porque su propia vida fue otra novela. Pero sobre todo, Joyce enseñó a sus lectores y escritores a no olvidar que la literatura es un juego infinito, pues al leer “Ulises” es fácil pensar que fue escrita por un loco, pero no, fue escrita por un genio.
“Si son escritores y quieren ser los mejores, tiene que leer al maestro. Los invito a leerlo, a ser sus lectores perpetuos y vivir una etapa fantástica por el resto de sus vidas”, concluyó Mendoza.

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