16.8 C
Zacatecas
miércoles, 8 mayo, 2024
spot_img

Morena y la ausencia de un partido revolucionario

Más Leídas

- Publicidad -

Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Para muchos es un desencanto que caciques, nepotistas e influyentes de la política estén ubicado a familiares, amigos e incondicionales a cargos de elección popular por Morena, no pocos de esos aspirantes sin trayectoria en la lucha con la sociedad y sí con un historial que no garantiza compromiso duradero, ejemplos los tenemos en Lilly Téllez y Germán Martínez y coquetos con la derecha corrupta hay varios como Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, quienes demuestran que se mantienen en Morena porque es el partido que les garantiza conservar poder y dinero, son de los llamados políticos trepadores y ambiciosos vulgares.

- Publicidad -

El desencanto de algunos es con Morena, porque es la “esperanza de México”, el partido de “el cambio verdadero”, con el que “juntos hacemos historia. En la oposición, esencialmente de corte derechista, retrógrada, corrupta y conservadora, se preocupan más por detener la historia, por lo que esas prácticas son uso y costumbres milenarias. No sólo porque representan los intereses neocolonialistas del extranjero (por eso Xochilt Gálvez visita a empresarios y políticos en Estados Unidos y en España), también porque son eco de la vocación explotadora de la oligarquía económica parasitaria de nuestro país, como la de Salinas Pliego o Claudio X. González.

El proceso de la sucesión presidencial debe llevar a una profunda reflexión plural, fundada y autocrítica del movimiento de regeneración nacional y más al interior en el partido que lleva su nombre. El debate debe centrarse en el modelo de sociedad por el que se lucha y que, en voz del presidente López Obrador, se le conoce como humanismo mexicano. Un modelo social que pone en el centro el esfuerzo por el bienestar social y que concibe que el crecimiento y el desarrollo económico sólo tiene sentido sí los frutos de éstos sé destinan a que los mexicanos vivamos mejor. Su contra parte, objetivo de la derecha, es lograr la acumulación y concentración de la riqueza en un reducido grupo de oligarcas que, en consecuencia, sacrifica y manda a la miseria al grueso de la población mexicana.

Por eso, para la izquierda mexicana (con partido o sin partido) la tarea más urgente es de carácter intelectual, de práctica teórica, no es suficiente el discurso ideológico o político inmediatista contenedor de las fake news que le es propio a nuestra derecha. Debe darse un paso más largo y preciso, destinado al desarrollo del conocimiento sobre la sociedad actual, objeto de la transformación; contribuir a una conciencia colectiva más clara sobre el rumbo y pasos que deben darse para construir el “segundo piso” de la 4T; el desarrollo y socialización teórica del análisis concreto que, entre otras cosas, ventile y someta a debate el tipo de partido político que debe representar al movimiento y; como consecuencia, el prototipo de militante, del que deben surgir prospectos a cargos de elección popular que defiendan una postura política congruente con la transformación social.

En nada de esto se ha preocupado la actual dirigencia de Morena, que encabeza Mario Delgado. En muchos de los casos adoptó los usos y costumbre de la política de la derecha corrupta, los ejemplos sobreabundan si se analiza cómo se palomearon candidatos sin base social, sin convicción, sin trabajo partidista (salvo el de su promoción personal). No hay trabajo profundo y visible entre la militancia nacional, apartir de sus comités estatales, municipales y de base. Todo el esfuerzo lo han dejado al Boom que ha representado la confianza y la esperanza en el presidente López Obrador y a la presencia de una errática oposición que hace mucho por sepultarse.

Morena está convocada por la historia a escoger entre sufrir un cambio cualitativo, ser de izquierda, revolucionario, vanguardia social; o terminar siendo sólo una maquinaria electoral protectora de una clase política desgastada, que lucha por reproducirse a imagen y semejanza a los aparatos en que se ha sostenido la sociedad que estamos transformando, en cuyo caso sería un PRD corregido y aumentado.

He leído, en algunos desencantados, que reclaman a AMLO no meter orden en Morena. La verdad de las cosas es que el presidente se ha metido casi nada en las actividades partidistas. En mi opinión, ese ha sido un error porque no ha contado con un partido movilizado para defender su proyecto de nación. Y, por movilizado también hay que entender el ejercicio intelectual, la producción teórica y de rumbos, la riqueza del conocimiento social.

Para muchos, el objetivo de Morena debe ser asumir el poder y mantenerlo, sobre todo si han sido promovidos, se sienten con poder y con dinero. Para otros, entre los que me cuento, asumir el poder es apenas tener la oportunidad de empezar el proceso de transformación, para eso debe prepararse y tener la visión del papel social que debe jugarse.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -