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domingo, 19 mayo, 2024
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Transición energética, electro-movilidad y seguridad energética

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Por: José Luis Pinedo Vega •

La Transición energética tiene como objetivo sustituir a los combustibles fósiles por energías limpias. La seguridad energética implica garantizar que no falte la energía, sea cual sea la fuente. Conjugar ambas cosas, es un discurso fácil de pronunciar, pero que será imposible de ejecutar, al menos en lo que resta del siglo.

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A nivel mundial están muy claras las cosas. Con datos de British Petroleum Statistical Review (2023), las energías limpias – incluyendo solar, eólica, hidroelectricidad, energía nuclear y biocombustibles-, representan tan solo el 18.2% del consumo; están muy lejos de ser alternativas para sustituir los combustibles fósiles, que representan el 81.8%. 

En el 2022 la producción de energía solar aumentó 24.9% y la eólica 13.5%. Pero el incremento de ambas sumó tan sólo 5.21 Exa Joule (EJ), mientras que el petróleo aumentó 5.83 EJ y el carbón aumentó 1.04 EJ. Esto demuestra que, las fuentes limpias están muy lejos de ser la alternativa a los combustibles fósiles, puesto que estos son los únicos que tienen capacidad de responder a la demanda mundial de energía, que en el último año aumento 1.1%. 

Después de un cuarto de siglo de apoyos y subvenciones extraordinarias a las energías solar y eólica, solo aportan el 6.1% de la energía que se consume en el mundo. Y no es por falta de impulso, la realidad es que su aprovechamiento tiene limitaciones, geográficas, meteorológicas y técnicas insalvables. 

En el caso de México, aunque ya se exhiben aires de ambientalista, la realidad es que el 89.8% de la energía que se consume es de origen fósil, y solo el 10.2% de consumo corresponde a energías limpias. El petróleo representa el 47.14% de la energía total que se consume en México, el Gas Natural el 39.81%, el carbón 2.86%, la energía nuclear 1.14%, la energía hidroeléctrica el 3.89%, y las energías renovables 5.14%. De este 5.14%, solo 4.4% corresponde a energía eólica y solar, el resto, a geotermia y biocombustibles.

Aun así, la deuda ambiental de México no es de las más grandes del mundo. México consume el 1.44% de la energía del mundo (8.73 Exa Joule/604.04 EJ). Es el 13avo consumidor mundial y produce el 1.47% de CO2 del mundo (577.5 millones de toneladas de CO2/39,315.5 Mt), que equivale a un 68avo (1/68) de las emisiones de CO2 del mundo. Las emisiones de CO2 per cápita de los mejicanos ascienden a 4.4 toneladas por año por habitante, mientras que el promedio mundial es 4.9 t/a.

Ello implica que México, ni es de los países mayormente responsables del calentamiento global y los cambios climáticos, ni tiene la solución. Si desapareciera México de la faz de la Tierra, el clima no mejoraría apreciablemente. El daño a la atmosfera ya está hecho y comenzó con la revolución industrial, a fines del siglo XIX y los principales responsables son los países industrializados. Aunque a través de las Conferencias de Partes de la ONU (las COP) nos han hecho creer que todos somos igualmente responsables.

De cualquier manera, en materia de eficiencia energética las cifras de México pueden y deben mejorar.

La electro-movilidad se ha promovido como un indicador de modernización y una manera de reducir las emisiones de GEI. Pero solo el 17% de la energía que se consume en el mundo, es electricidad. Y lo peor del caso es que: el 60.6% de ella se produce partir de combustibles fósiles -35.4% mediante carbón –el más contaminante de los combustibles–, el 22.7% mediante gas natural y el 2.5% mediante petróleo-; mientras que el 39.4% se produce mediante fuentes limpias – el 14.9% mediante plantas hidroeléctricas; el 14.4% mediante energías renovables y el 9.2% mediante plantas nucleares. 

En el caso de México solo el 14% de la energía se consume es electricidad. Aunque ha avanzado mucho en electro-movilidad, sobre todo en la ciudad de México, la deuda ecológica sigue creciendo. El problema es que el 72.7% de la electricidad se produce con combustibles fósiles -el 56.3% de la electricidad se produce con gas natural, el 10% con petróleo y el 6.4% con carbón-; mientras que solo el 27.2% se produce a partir de fuentes limpias –renovables, hidráulica y nuclear-. 

La ventaja es que gas natural, el menos nocivo de los combustibles fósiles. La desventaja es que México no es autosuficiente en gas natural. De los 3.48 EJ de gas natural que se consumen, el 58.3% se importa (2.03 EJ). Afortunadamente, gracias al buen manejo de la economía, en este sexenio se ha tenido capacidad de importación y no hemos estado expuestos a una crisis del gas como la que se sufre en Europa desde el 2022.

La seguridad energética, es prioritaria, por encima de la transición energética, porque las actividades económicas y la movilidad social dependen fundamentalmente de energía y esta no puede faltar y sobre todo a precios accesibles. 

En los países desarrollados, a partir de la crisis energética del 2022, prácticamente ya no se habla de la transición energética, el tema prioritario es el mix energético, que implica que la prioridad es el abasto continuo de energía y para ello es fundamental no depender exclusivamente de una sola fuente ni de un solo proveedor.

Si hay que promover las energías renovables, porque representan una forma de mitigar emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Pero hay que hacerlo, a sabiendas que son energías complementarias, y que no podrán lograr solas una participación importante, puesto que en un cuarto de siglo solo han alcanzado una participación de 6.1% a nivel mundial y de 4.4 % en México. 

La solución a la crisis climática y a la seguridad energética es mucho más compleja que el solo hecho de prometer paneles solares en los techos de las escuelas, hospitales y edificios públicos. 

Más pronto que tarde, habrá que reconocer, que se tendrá que recurrir más a la hidroelectricidad y la energía nuclear que se deberá ser prioritarias en un programa nacional de energía de largo plazo. Paralelamente se deberá intensificar, desde ya, la promoción del ahorro y eficiencia energética. Todo para reducir un poco la dependencia de los combustibles fósiles. Afortunadamente México aún cuenta con petróleo y ese es el principal pilar de la seguridad energética. Ha sido un gran acierto mantenerlo como pilar y no dejarse llevar por el canto de las sirenas, que querían apostar todo a las energías verdes.

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