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sábado, 18 mayo, 2024
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Rutas al desastre

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

«Toda planeación es un síntoma de decadencia: sólo quien envejece…se pone a planear, a programar, a predecir, a controlar lo que viene”, “…se ha documentado hasta el hartazgo que las previsiones de los planeadores y sus estrategias sólo en escasísima medida corresponden al comportamiento de la realidad” , “En suma, se trata,…,de otra de las manifestaciones de ese profundo,…,remozamiento de las estrategias de dominación social que sustituyen los regímenes carismáticos tradicionales por pautas impersonales” Todas estas citas se toman de “La planeación: teatro y profecía” en el volumen “El misterio de las universidades” por Sergio Espinosa Proa. Quizá haya quien crea que en la UAZ se padece un exceso de planeación porque la integración de los documentos solicitados por las agencias federales la han implantado como cultura. Entonces los comentarios citados son agudos, logran atisbar un fallo fundamental de la conducta y visión de las autoridades universitarias que, tal vez, deberían intentar modificar, abandonar su “racionalidad científico técnica” por alguna “mentalidad alternativa”, más gozosa. Otros creemos que la crítica de Espinosa no atina en el blanco porque las objeciones que presenta son reflexiones sobre sociedades en las que la planeación ha resultado, contrario a sus dichos, muy exitosa y ha provisto a sus ciudades de cuidados sistemas de transporte, alzado edificios de departamentos bien equipados de duración garantizada, construido economías de finanzas manejables (pese a la crisis de derivados financieros de 2008 la economía norteamericana repunta) y, lo más importante para nosotros, diseñado universidades que cargan de deudas a los estudiantes pero no a la institución (véase, e.g. “Students loans watchdog whoquite under Trump plans own initiative” The Guardian 2/12/18). Los problemas que se derivan de las planeaciones exitosas se ubican en otro plano; su contundencia aplasta a los sujetos (Véase e.g. “Apocalipsis manual del usuario” Bernardo Esquinca “Revista de la universidad” #842). Sostenemos que el problema financiero de la universidad es demostración contundente del fracaso de sus planificadores, y el “Convenio de apoyo financiero de recursos públicos federales extraordinarios no regularizables”, firmado con los gobiernos federal y estatal para obtener 250 millones a finales de 2018, es la coronación de ese tan “exitoso” fracaso institucional. Más aún, se llegó al desastre por falta de planeación adecuada, por haber preferido la simulación a la ciencia, la estafa a la honestidad intelectual y los intereses personales por sobre el interés de la mayoría de universitarios. En el caso que trata Espinosa son los logros concretos de la planeación los que se vuelven contra sus inventores, en la UAZ es la frivolidad de sus planeadores, su excesivo espíritu de goce, lo que produjo el descalabro. Se puede aducir, y se aduce, que la UAZ está bien académicamente, porque tiene muchos SNI, lo triste es que eso es resultado de los planes que diseñó el gobierno federal salinista para las universidades (Véase Eduardo Ibarra Colado (1998) “La universidad ante el espejo de la excelencia” UAM, México, donde explica el modelo dual del gobierno salinista, en el que se promueve con fondos frescos la investigación a través de diversos programas, pero no a las universidades públicas) no es el resultado de la voluntad y visión de los dirigentes universitarios. Cuando se analiza el convenio citado se puede ver que lo propuesto está ya en el “Programa de reordenamiento académico, administrativo y desarrollo organizacional”, anexo C del plan de desarrollo institucional de la presente administración universitaria. Está el programa de retiro voluntario, con la propuesta de solicitar recursos al gobierno federal para usarlos de incentivo, está la contención de personal del STUAZ, está la compra de prestaciones, se añadió la gran idea de ya no aumentar ni aceptar más prestaciones, en fin: el convenio indica que lo planeado no se ha implementado; es decir: la planeación realizada no funciona por motivos diversos, el principal: todos los objetivos implican la violación de cláusulas del contrato colectivo UAZ-SPAUAZ, lo que indica el grado de confianza de la rectoría en su capacidad de negociación bilateral (o en cómplices obsecuentes en el sindicato).Cabe la pregunta ¿si ya todo el plan estaba listo porqué se tardaron tanto en firmar el convenio?¿cuáles fueron los problemas reales que obligaron a la administración central a montar, y fracasar en ello, una “gran movilización” en diciembre? Incluso queda claro el porqué se modificó el contrato a espaldas de los agremiados al SPAUAZ (peligro latente): para ofrecerlo como parte de una negociación por recursos. ¿Fue una buena negociación? No, porque con el dinero del convenio ni siquiera logra cubrir los adeudos del 2018, faltan las primas de octubre, noviembre y diciembre y muchas otras prestaciones, e implica la obligación de la administración central de cumplir con la planeación que había prometido en su plan de desarrollo so pena de reintegrar los recursos. Se muestra aquí la incapacidad de operar de manera clara y honesta la planeación institucional requerida. También queda claro que las reflexiones de los filósofos locales se ubican más allá, nunca más acá, del tiempo que les toca vivir. Son intempestivas porque no remiten a nuestra edad y geografía, por ello son inútiles, son impertinentes porque hablan de otra cosa, nunca de la circunstancia presente y la cosa común, por ello son prescindibles. ■

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