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jueves, 2 mayo, 2024
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La Iglesia tibia de Zacatecas, frente a la renovación de Francisco

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

El Papa Francisco emitió su primera encíclica llamada Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio), donde expone la orientación de lo que será su programa en los próximos años: señala qué temas serán los prioritarios en su gobierno de la Iglesia. El tema central en toda la encíclica es el tipo de vida religiosa sin compromiso real con la justicia que promueve la iglesia en estos tiempos, que identifica vida religiosa con aceptación doctrinal, con práctica de ritos y con las dinámicas que limitan su acción a los templos. Entonces, la experiencia cristiana provoca consecuencias sociales”. Significa que la Iglesia tiene que voltear del templo al mundo, y actuar en él directamente: provocar con su acción consecuencias sociales de justicia y paz. Y lo dice en forma contundente: “una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo”. Es decir, está llamando a que la Iglesia toda se convierta en un agente de cambio social con tres criterios básicos: el clamor del pobre, la construcción de la comunidad (procesos que construyan pueblo) y la justicia.

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En seguida, viene el otro eje del discurso: ¿Cómo hacer ese camino hacia la justicia; cómo cambiar el mundo? Pues con la pura palabra en los templos no (aun cuando hace una serie de recomendaciones para mejorar la homilía), sino a partir de acciones que “implican tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres”. El cómo es la acción conjunta que resuelva desde la raíz la situación de injusticia que provoca la pobreza y la exclusión. Y para hacer esto, a su vez, se necesita “decir no a la economía de la exclusión y la inequidad; a la economía que mata”. Y dice muy claramente cuál es esa Economía que Mata: “es la que cree en la teoría del derrame, que promueve la autonomía absoluta del mercado y la especulación financiera”; es decir, implica decir ‘no’ al neoliberalismo. Esa doctrina y práctica económica que ha generado la exclusión y empobrecimiento de las mayorías. Lo dice sin tapujos: “ya no podemos confiar en la mano invisible del mercado. El crecimiento con equidad, supone programas orientados a una mejor distribución del ingreso, a una promoción de los pobres que supere el mero asistencialismo”. El tema es cómo llegar a un trabajo universal con salario justo.

En el caso de Zacatecas, existe el proyecto de pastoral migrante que es un avance importante, el que sin embargo no avanza porque desde el propio Gobierno estatal ha recibido obstáculos, y la Iglesia no lo dice públicamente. Siguen sin aprender de la valentía del Papa que señala los problemas sin disimulos. Y en el resto de los temas, la Iglesia está en silencio: la violencia en el estado, la creciente pobreza, disminución del desarrollo humano, y el largo etcétera la iglesia guarda silencio atareada en preparar la próxima peregrinación. En sus planes pastorales hablaron de desarrollo desde las parroquias, la participación activa de los laicos y el compromiso con la justicia, pero hasta ahora han sido puras palabras. Las familias zacatecanas sufren por la violencia sin clemencia y la Iglesia no hace nada ante los desaparecidos de sus parroquias: no busca, no exige ni se organiza. Aún falta mucho para que los zacatecanos tengamos una Iglesia a la altura de los horizontes que pone ante nosotros la encíclica de este Papa que tiene visión de profeta.

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