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jueves, 2 mayo, 2024
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Cónyuges del poder

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

No importa cuánta sangre se ha derramado en nombre de la república o de la democracia, aún existen gobernantes que asumiendo que votar por ellos es votar también por sus familias, particularmente por sus cónyuges, a quienes por el simple hecho de serlo, las hacen partícipes del poder.

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Por el estereotipo que atribuye a las mujeres más emocionalidad, quizá permanezcan en la memoria colectiva ejemplos donde el poderoso es de sexo femenino, como el caso de Rosario Robles, que echó por la borda el prestigio construido a lo largo de los años al prestarse a las corruptelas de su pareja sentimental. No obstante esto no es algo exclusivo de algún género.

Si las mujeres poderosas tienen el estigma, los hombres tienen la estadística, pues al ser más frecuente que ellos sean quienes detentan el poder, consecuentemente son sus cónyuges, generalmente de sexo femenino quienes influyen en ellos a veces en niveles que harían palidecer a Lady Macbeth.

La historia nos ha permitido conocer “primeras damas” y consortes de todo tipo.

Hay algunas cuyo carisma y aceptación se convierten en una sombra abrumadora para la figura central, como es el caso de la Princesa Diana, que robándose el corazón del Reino Unido se convirtió también en la peor pesadilla de la Casa Real, particularmente cuando se separó del Príncipe Carlos llevándose con ella el afecto popular, y dejando a su ex marido con la antipatía del pueblo.

Así sucedía inicialmente también con la actriz Angélica Rivera, estrella de telenovelas que en los mítines de su marido acaparaba las fotografías y recibía más aplausos y halagos que Enrique Peña Nieto. Fue tal su eficacia comunicativa, que incluso al inicio del sexenio se convirtió en youtuber, y subía entonces a la red social vídeos en los que contaba sus aventuras de “primera dama”.

La necesidad de legitimar y empoderar a su esposo hizo necesario que el protagonismo de Rivera se desvaneciera, y para colmo de males, luego le tocó servir de pararrayos y asumir el costo político de la Casa Blanca. Quizá en ello le fue la carrera misma, pues luego de eso se ha convertido en una figura tan impopular como la de su esposo.

Otras mujeres en cambio han sabido esperar sus tiempos, y pese al afecto popular para ellas, permanecieron como estimadas “primeras damas”, pero con la discreción suficiente para no  empequeñecer a sus maridos.

Es el caso de Hillary Clinton y Cristina Kirchner. Aunque la primera vio frustrado su sueño de ser presidenta de Estados Unidos, los altos cargos que ha ocupado, y la eficacia que ha demostrado en ellos, hicieron posible su candidatura sin dudas de legitimidad. La segunda tuvo la fortuna de recibir la banda presidencial de manos de su esposo, pero, pese a lo cuestionable del acto, pudo gobernar incluso después de la muerte de Néstor gracias a su propio prestigio y a la carrera política que construyó a la par de la de éste.

A eso pretende jugar también Margarita Zavala en su búsqueda por la presidencia del país, sin embargo, además de hacer campaña usando los recursos públicos asignados a su esposo como expresidente de la República, su carta de presentación es justo el haber sido “primera dama”. Así que de la misma manera que permite que su marido dé la cara por ella incluso en los Consejos panistas, tiene que pagar el costo político de ser la cónyuge de uno de los expresidentes más impopulares de la historia.

Quizá con mayor cinismo, porque ni siquiera busca legitimarse por vía electoral, Ivanka Trump co-gobierna junto a su padre en Estados Unidos. Circuló por el mundo con desagrado la fotografía de la millonaria sustituyendo a su progenitor, en las reuniones del G-20 cuando éste tuvo que retirarse, función que en otra circunstancia habría hecho un canciller, o un vicepresidente.

Se sabe además que esta empresaria de 35 años tiene una oficina en la Casa Blanca, y pese a su falta de experiencia, es tal vez la consejera más escuchada por el presidente de Estados Unidos.

Las crónicas que hoy nos llegan desde Veracruz nos relatan una historia similar con Karime Macías quien podía gastar 80 mil dólares en un solo día en las tiendas de lujo de Nueva York mientras su marido, Javier Duarte, gobernaba el estado.

Hoy en cambio mientras su esposo permanece encarcelado en Guatemala, ella se mantiene lejos de las penurias carcelarias y ya incluso busca el divorcio.

A pesar de ello, quién sabe si por percepción, como estrategia legal, o porque así sea, es popular la idea que le atribuye a ella la ambición desmedida que provocó el saqueo en Veracruz, y no son pocos los relatos que la pintan a ella, a Karime, como la soberana real con quien había que entenderse para hacer los negocios con cargo al erario.

En cualquiera de estos escenarios, es notorio que el involucramiento de las consortes en los asuntos de poder por el simple hecho de tener un lazo marital ha sido las más de las veces perjudicial tanto en el terreno personal, como en el que involucra a la ciudadanía.

No hay duda, sabio aquel que tiene a la familia cerca del corazón y lejos de las decisiones.

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