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jueves, 25 abril, 2024
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■ 9ª entrada; 3 Bolas, 2 Strikes, 2 Outs

El Rey Mago Solitario

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Por: MILO MONTIEL ROMO •

En el mundo real nos ocurren cosas que se parecen
a la ficción. Y si la ficción resulta real, entonces
quizá debamos reconsiderar nuestra definición de realidad…
Paul Auster

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Imaginemos para mitigar el dolor.

Como cualquier acto de magia, lo que vemos, sólo importa cuando aparece, no importa que pasa con ello antes ni después del truco. Solo importa el instante.

Son las cinco de la mañana en la madrugada de Reyes Magos y un Mazda CX3 cruza el boulevard de norte a sur de la capital de Zacatecas. Pasando Ciudad Gobierno, la enorme recta sin semáforos permite que fácilmente se alcancen los 100 o 120 kilómetros por hora, sin embargo, la camioneta avanza a una decorosa velocidad de 80 kilómetros por hora.

Frente a la presidencia municipal, el vehículo gris toma la salida de la izquierda rumbo al centro histórico, ese de cantera rosa, patrimonio cultural de la humanidad. Sube por un camino inclinado que llega a una glorieta elevada que lleva a tres caminos. Uno de retorno a hacia el norte, a la presidencia municipal capitalina, a Ciudad Gobierno, Galerías, el aeropuerto, Fresnillo y Jerez. Otro camino lleva al camino que lleva al cerro emblema de la capital y otro, por la calle de Quebradilla, al centro histórico.

Cabe mencionar que para un conocedor, también se puede llegar, por una serie de inclinados callejones que siempre van hacia abajo, al centro, pero eso no importa, pues el conductor decidió tomar Quebradilla para continuar su camino.

Quebradilla es una calle que, desde la glorieta elevada, se escurre hacia el centro de la ciudad de zacatecas hacia abajo, con una inclinación pronunciada por la que uno sólo tiene que decidir si caer o bajar de formas que la dignidad quede intacta. Así, con cuidado y lentamente la camioneta Mazda baja vibrando por los adoquines, agitando su carga de 10 cadáveres, los cuales, entre brinco y brinco, agitaban el olor a muerte, esa combinación de sudor, orina, y sangre coagulada que el conductor olía impávido evitando distraerse con el roce de una pierna que, con los brincos, rozaba su nuca.

¿Cómo se acomodan 10 cuerpos en una camioneta para cinco pasajeros, que circulará con su cargamento de horror por caminos transitados y que, además tiene que evitar ser detenida por la policía, GN o por alguna denuncia de una mirada distraída?

Quizá, algunos amontonados atrás, otros, sentados, como copilotos sumidos en los sueños eternos que la tortura, el miedo y la adrenalina provocaron. Todo encerrado, mientras el estéreo trataba de distraer la mente del conductor con la música de La Lupe, 93.3 FM.

Cada metro hacia abajo los cuerpos se resignaban a caer por la larga calle, presionando los asientos de adelante, mientras metro a metro, se acercaba al fin de la empinada calle. Al fin, el conductor dio vuelta a la derecha en Torreón y al pasar por el hospital del Seguro Social, con la mirada clavada hacia adelante, el tétrico conductor paso a lado familiares de pacientes del nosocomio, que envueltos en cobijas y pesadas chamarras, esperan que el sol salga para hace más llevadera la pesada espera de médicos que se niegan a traer buenas nuevas.

A la derecha el sitio de taxis, que con 2 carros que esperan que alguien huya del frio. Metros adelante una alameda sin álamos que desierta, inmóvil y alumbrada por focos amarillos, espera, espera, espera…

El jardín de la madre, un hotel, una iglesia, una escuela, todo se sucede uno tras otro y luego, vuelta. Hidalgo se extiende con su inclinación leve, cansada, siempre hacia arriba, vacía, con sus bancos y sus arcos en ese rosa que sólo brinda la cantera, con su estilo falsamente colonial pues todo lo destruyó el mítico bombardeo de Villa.

Sin saber por qué, se detiene en el rojo del semáforo frente al Sanborns de Hidalgo y Allende, mira la patrulla que está a la vuelta con su policía dormido que no lo ve por el retrovisor. Con el verde sigue su camino de Rey Mago.

El portal de Rosales a la izquierda, la plazuela de Goitia a la derecha, el teatro Fernando Calderón a la izquierda, nadie en la calle, la catedral adelante y el corazón y la música se aceleran, al tiempo que el pie en el acelerador pisa para ir más de prisa, llega.

Justo al dejar atrás la catedral gira intempestivamente a la derecha, golpeando un cubo de cantera que delimita el arroyo vehicular de la banqueta lastimando la puerta del copiloto, lo cual provocó un gesto de dolor fingido en el conductor. En la plaza de armas, un árbol de navidad y después de cinco escalones que bajó la camioneta con agitación y cuerpos saltando profusamente, un regalo de Reyes Magos.

El solitario Rey Mago abrió la puerta de la camioneta, sacudió la cabeza tratando de reaccionar después del zangoloteo y corrió por el callejón de las campanas, dejando bajo el árbol navideño su carga de muerte. Luego desapareció en un acto de magia para dejar el resto de la historia a quienes hacen boletines de prensa y reportajes.

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