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jueves, 25 abril, 2024
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El neoliberalismo “salvador”, ¿o un cuento para robar?

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Una de las condiciones básicas para el trasplante intacto del neoliberalismo en México fue la castración del pensamiento crítico, que fue sustituido por una ideología colonialista ampliamente promovida por la diversidad de aparatos e instituciones públicas y privadas, nacionales y extranjeras y a la que no escapó la producción intelectual que, entre sus funciones (al igual que la de los monopolios de la comunicación), cumplió con encubrir y justificar relaciones sociales, económicas y políticas injustas entre los mexicanos y de sometimiento frente a los extranjeros.

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Lo anterior no fue difícil si tomamos en cuenta que las naciones subdesarrolladas son tales porque obviamente no hay desarrollo y éste emana de la innovación y el progreso científico y tecnológico que sólo se está realizando en los países que han sido capaces de organizarlo y exportarlo como producto acabado para los procesos productivos, pero igualmente sucede con las teorías económicas, sociales y políticas que son adoptadas irreflexivamente en nuestras naciones.

Puede notarse que la dependencia no sólo es en bienes de consumo para la subsistencia y en bienes de capital (tecnología, maquinaria e insumos productivos del campo y la ciudad), sino que también abarca principios básicos que dan sustento administrativo, ideológico y político a los modelos de crecimiento que elaboran las naciones desarrolladas para resolver sus dificultades de crecimiento económico con cargo a la dominación que, de todo tipo, ejercen sobre nuestros países.

Por ello, superar nuestro subdesarrollo implica organizar los procesos de la producción de la ciencia en general y la tecnología, de conformidad con nuestras necesidades sociales nacionales; son la vía de producir fuerzas productivas propias y desarrollar el conocimiento de organización, planeación y visión estratégica. En la actualidad, los mismos centros de educación superior son consumidores de teorías creadas para resolver los problemas de las naciones altamente industrializadas, incluyendo las ciencias de la sociedad.

Justo es lo que nos sucedió con las teorías del neoliberalismo que han propugnado el rompimiento de las barreras de protección de nuestras economías para que sea el libre mercado internacional el que regule los procesos económicos y que resulta, más que obvio, que la inexistencia de esas barreras beneficiará a las economías desarrolladas por la muy simple razón de que, en lo general, sus productos mantienen un costo de producción más bajo y pueden venderse a un precio inferior a los nuestros, garantizando competitividad comercial y buenos niveles de ganancia.

Esas mismas teorías promueven disminuir, al mínimo, la intervención del Estado en su tarea de regulación económica, por lo que no está en su lógica la existencia de organismos económicos paraestatales (como lo fue Telmex, IMEVISIÓN –hoy TvAzteca-, FERTIMEX, IMPECSA, BANRURAL, ANAGSA, CONASUPO, PRONASE, Altos Hornos de México, miles de concesiones mineras, Ferrocarriles Nacionales de México y un largo etc.), léase Comisión Federal de Electricidad, ISSSTE, IMSS, SEP, PEMEX, reclusorios penitenciarios, carreteras de cuota y muchas actividades más. 

La renuncia de la rectoría del Estado, en materia económica, se justifica por la teoría del libre comercio que termina beneficiando la economía más poderosa, ante la que sucumben las economías del subdesarrollo. En esas condiciones mandan a la quiebra a micro, pequeña y mediana empresa nacional y sólo sobrevive la oligarquía burguesa nacional que suele aliarse a las transnacionales o negocios más pequeños que acepten subordinarse a la economía imperial.

Obviamente una economía así sacrifica el empleo, el salario, el bienestar de los más vulnerables y crece el descontento social que es amortiguado con grandes dosis ideológicas que brotan del discurso sindical y político que le corresponde y que se distribuye por los medios monopólicos de la comunicación. Ese tratamiento enajenante también fluye en los refritos de una intelectualidad que se subsume a ese proyecto social, siendo un componente de un todo organizado (de ahí el nombre de intelectuales orgánicos) neoliberal, proimperialista y desnacionalizador hasta del pensar propio.

Las inconformidades que no pueden ser contenidas por los medios de la anestesia ideológica son reprimidas. Incluyendo aquellas protestas que resultan del arrebato de las riquezas de los pueblos como Tlatlaya, Aguas Blancas, las represiones magisteriales en varios estados de la República, movimientos obreros opositores a las privatizaciones. El espionaje y la persecución a los inconformes se institucionaliza como parte de la llamada “seguridad nacional”.

El neoliberalismo, no conforme con acumular y concentrar la riqueza a favor de las naciones desarrolladas, por vías formales, también echa mano de actividades económicas ilícitas como narcotráfico, trata de blancas, órganos humanos, evasión de impuestos, tráfico de influencias para redireccionar recursos públicos a favor de la gran empresa y para lo cual la corrupción aparece como herramienta (AMLO sostiene que es la causa de nuestros males. Realmente sólo es una herramienta neoliberal). Hasta ahí, el mentado Estado de Derecho tiene aplicación según el poder económico o político de los actores.

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