El país sigue su marcha, a golpes de calor y entre una bruma institucional, cuya artificialidad no oculta los problemas, ni los resuelve. Lo político es un inconcebible juego de “vencidas” que se da por encima de todos los actores. Donde destaca una élite, cuya voracidad marcó la imposición y puesta en marcha de las reformas llamadas estructurales, cuyos efectos se advierten y se sufren de distinta manera, dependiente de la desprotección, pobreza o riqueza de que dispongan individuos, unidades familiares y pueblos. Los recursos no abundan, ni fluyen como se quisiera. Hasta su distribución se elude o condiciona, como a los trabajadores de petroleros; a quienes, por la privatización en marcha, ya no se puede llamar, trabajadores al servicio de Pemex, sino de empresas particulares a las que Peña Nieto propone “exceptuar” de la obligación, del reparto proporcional de utilidades o ganancias, “bajo el pretexto de que tales consorcios realizarán las actividades de exploración y extracción de hidrocarburos ‘por cuenta de la nación’” y en los contratos que celebren deberá reiterarse la fórmula constitucional de que los hidrocarburos en el subsuelo son propiedad de ella misma, es decir, de la empresa.
¿Quién facultó a Peña Nieto para entregar y vender, a extranjeros o nacionales, empresas o personas, suelo y recursos, como el petróleo y similares, patrimonio nacional? Éste no es patrimonio presidencial, ni de ningún partido político. Si eso se lleva a debate en la H. Cámara de Diputados, será tan improbable el debatir, como el construir consensos, si dada su actual integración y operación, se recurre al usual mayoriteo para sofocar y aplastar cualquier disidencia u oposición, venga de donde viniere. Por ello es deseable y esperable, prospere el recurrir a la Consulta Popular para involucrar en semejante decisión a una mayoría representativa de mexicanos, con el riesgo implícito, de que se diera la instrucción para hacer el vacío a todo mundo, mediante un proceso oficial de disuasión en que jugarían los medios de comunicación un papel relevante, contrario al deseable: construir, pactar y reglamentar por todos los actores políticos, el futuro del petróleo, sea o no, acompañado este proceso por los medios de comunicación.
Evento político deseable y posible de realizar desde una convencional buena voluntad cívica que en nada merma la superioridad numérica del PRI y cuyo resultado sería, entre otros, hacer la radiografía del poder político en México y revelar la correlación de fuerzas existente para generar, modular o aprobar las reformas estructurales y saber a la vez “que tanto se necesitan”, las que se sometan a consulta u otras emergentes, que para eso es mandatario Peña Nieto y representantes institucionales los diputados y senadores, instancias de iniciativa y aprobación. A la oposición política, más le vale aceptar, promover y correr el riesgo de ser derrotada de esa forma y no sólo mediante un acto de mayoría en la H. Cámara de Diputados.
Con todo y el demostrado uso electoral, indiscriminado, de dinero durante su elección, Peña Nieto está en funciones y a los otros actores políticos institucionales resta construir o ser una oposición política, inteligente y decidida; con valores democráticos, potente y competente, si en verdad, más allá de su particular aritmética partidaria y patrimonialista, les interesa construir y ser una oposición política consistente y de futuro. Al filo de esta situación, como dijo el clásico, todo lo demás es pipí de gato. En lugar de haber dicho: es hacerse tontos a sí mismos, el perder fuerzas y debilitarse y conformarse con un reparto de migas. ¡Felicidades! A quienes ya estén en la investigación, el análisis, la elaboración de resultados y la reconstrucción política, sin dejarse vencer por sus propios apetitos, sino dispuestos a diseñar futuros posibles y luchar por ellos. Hoy, nadie escapa en Zacatecas al debate sobre, quién será el futuro gobernador. Error, si se omite realizar el ejercicio señalado antes. ¡Felicidades! Si ya lo hicieron y primero trabajan con sentido político de comunicación – organización y futuro.
Con las restricciones que le impone la insuficiencia presupuestal, la Universidad Autónoma de Zacatecas carga con los problemas planteados por los maestros, estudiantes y trabajadores universitarios que la integran, con el afán de velar cada cual por sus respectivos intereses. Se supone que cada sector se esfuerza por resolver y hacer prevalecer aquellos propiamente universitarios, a los que subordinan su particular ideología, en tanto la institucionalidad universitaria es, o debería ser, prioridad de los universitarios, no obstante las coyunturas financieras o las debidas a la periodicidad política que implica renovar o actualizar sus instancias de decisión u operación académica, su quehacer fundamental. Si no se cumple con ello, ni se coadyuva con desinterés, se pierde credibilidad respecto a la autenticidad con que los universitarios deben conducirse. El accionar del H. Consejo Universitario es fundamental para el gobierno de la UAZ, no el de las “mafias”. ■
