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jueves, 2 mayo, 2024
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La minería y el medio ambiente en Zacatecas

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte •

Hablar de Desarrollo Sustentable implica referirse a la capacidad de generar equilibrio entre tres componentes esenciales del desarrollo: la necesidad de producir riqueza (crecimiento), el desarrollo social (distribución de oportunidades) y la salud del medio ambiente (equilibrios en la reproducción de la vida). Sobre este referente hacemos los juicios de las diferentes actividades económicas humanas: en este caso la minería. ¿Qué tanto es sustentable la minería? Se ha documentado profusamente la desproporción que existe entre la poca renta que deja la minería en el territorio zacatecano y la enorme riqueza que extrae. La dominancia de esta actividad en el país se ha incrementado desde los 80, al grado que ahora ocupa 26 por ciento del territorio nacional (56 millones de hectáreas), esto es, la minería es dueña de la cuarta parte del territorio mexicano. Como se puede observar, es de primera importancia la evaluación que los ciudadanos hagamos de esta actividad no sólo en el país, sino particularmente en Zacatecas, dado el papel que tiene en la historia y en el presente de la entidad. Y parte de la sustentabilidad, decíamos, está en el impacto ambiental de esta actividad económica sobre los territorios del estado.

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Hay muchos estudios a lo largo del mundo que muestran la devastación que dejan las minas en los diferentes países donde operan. En el caso de Zacatecas están aún las cicatrices que dejó Real de Ángeles: 4 800 hectáreas quedaron inhabilitadas para cualquier actividad agrícola después de la contaminación que esta minera dejó como herencia. Lo fuerte de la minería en Zacatecas es a cielo abierto, que consiste en la demolición de montañas enteras con dinamita. Las explotaciones son de tal magnitud que pueden formar cráteres de varios kilómetros de extensión, según el tamaño del proyecto. Los materiales removidos se trituran y con el uso de químicos, generalmente cianuro, extraen los valores pero dejan inhabilitados los suelos,  provocando una radical transformación del paisaje en poco tiempo. Se provoca también ruptura de flujos subterráneos de agua, una contaminación indescriptible en ríos, mientras montañas de lodos tóxicos se disuelven con las lluvias, envenenando regiones y poblaciones enteras.

Ahora mismo las mineras se oponen a que se declare al semidesierto zacatecano como reserva de la biósfera, porque saben que es imposible que pasen las pruebas de conservación ambiental que la legislación trae consigo. Hasta ahora, los únicos estudios con los que contamos sobre el impacto ambiental de las mineras son las que ofrecen ellas mismas a través de las llamadas ‘manifestaciones de impacto ambiental’ que la ley les obliga a entregar. Pero es notorio que estos ‘estudios’ están de origen sesgados. Requerimos que la autoridad encargue a organismos autónomos la realización de los estudios para saber con objetividad la situación exacta que guarda este problema en la entidad. La Semarnat debe organizar ya la realización de un diagnóstico medioambiental para saber qué tanto afectará la actividad minera al territorio en el futuro, además de informar con detalle cómo la declaratoria de Reserva de la Biósfera normará la actividad minera. Todo públicamente, para no dar lugar a otro episodio de simulación. Recordemos que las autoridades han dicho a los empresarios mineros que no deben preocuparse, y podrán continuar sin problema con su actividad. ¿Será?

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