_»La pastura se mojó, el frijol no quiso crecer y al
perro alguien lo mató. Las hectáreas que sembré,
cuando las quise sostener el procampo no llegó».
-8 Segundos
La implementación de las intervenciones del gobierno para modificar el _status quo_, dependiendo de su temporalidad, de su reglamentación y su repetición, se conocen como programas o acciones públicas y normalmente se ejecutan con recurso público y con la fuerza laboral técnica de la burocracia o en ocasiones con especialistas contratados externamente.
Sea como sea, el objetivo de la política pública es la incidencia directa, focalizada y diseñada para combatir una problemática específica, ya sea de manera vertical o transversal.
El asunto de las políticas públicas en México no sólo es que sus diseños son modelos reproductores de los problemas sistémicos de la nación, que se encuentran sostenidos por una gran columna a la que coloquialmente denominamos <<pobreza>>.
Las intervenciones del Estado en favor de grupos vulnerables, históricamente no han correspondido a atacar la raíz de los problemas, sino las consecuencias de ellos; que si bien a corto plazo significan la diferencia entre que millones de personas coman o no, a largo plazo la columna clientelar de la pobreza, significará un vitalicio déficit tributario -y más importante- una nulidad a la progresividad de los derechos humanos y de la dignidad que todas, todos y todes tienen por el simple hecho de haber nacido, ya sea en sanatorio o debajo de las sombras de algún pirul.
El problema de no intervenir técnicamente y de forma responsable, es que las mediciones de las problemáticas sociales se encuentran sesgadas cualitativamente hablando, pues a final de cuentas, las acciones o los programas públicos, que mucho cuestan y cuyo peso recae en la mochila -y en los bolsillos- de los contribuyentes, terminan mediante artimañas de mercado, colocados en la memoria colectiva con el nombre de algún presidente y bajo los colores de un partido.
Las políticas públicas van a funcionar correctamente no sólo el día que se evalúen, sino el día que se diseñen con visión a corto, mediano y largo plazo, en un ánimo de combatir los muchos problemas que hay en México, sin intenciones de construir nichos electorales cada tres o seis años.
