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sábado, 18 mayo, 2024
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Fanatismo a favor de la corrupción, narcotráfico e imperialismo

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

De repente parece sorprendente (pero no debiera serlo) leer o escuchar “argumentos” en defensa de un supuesto, o de algo ya refutado, de una fake news y hasta de una auténtica mentira sembrada con alevosía, premeditación y en confabulación. Se trata de una práctica recurrente de nuestra derecha que no se conforma con las prácticas del espionaje, sino que promueve el vil engaño como método de trabajo ideológico y político. Esos métodos son ajenos en quienes formamos parte de la izquierda verdadera.

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Dice Timoteo 6:10 (la cita no es de Marx) “… porque el amor al dinero es la raíz de todos los males”. En el fondo, la derecha representa esa tendencia económica, política y de formación conductual y toda su apuesta se centra en ello: vivir del trabajo ajeno, no necesariamente arrebatándolo a la luz del día, sino ocultando la forma en que lo hace, formulando un conjunto de normas que lo permite y le da una apariencia de naturalidad. Hay mucha bibliografía científica sobre la manera del cómo se apropian del valor ajeno.

Ahí encaja la estrategia de la derecha, de acusar al movimiento de transformación de estar coludido con el crimen organizado. Saben que eso es falso, pero no importa cuantos “pecados” cometen si eso ayuda a reactivar una conciencia falsa de la realidad que les permita conseguir adeptos electorales e intentar detener los cambios vertiginosos de México y, además, darles reversa.

La falta de creatividad ideológica y política de nuestra derecha, no solo la representada en los partidos del PRIANRD y en Movimiento Ciudadano, es resultado de la anexión acrítica a las necesidades del capital transnacional colonialista, que es altamente intervencionista y depredador, causa de su interés en financiar a grupos opositores antinacionalistas, como el del Consejo Mexicano de Negocios, la COPARMEX y el de Mexicanos contra la Corrupción, en los que participa Claudio X. González.

No debe olvidarse, lo he reiterado, de que la derecha mexicana acusa de lo que tiene de sobra. Se mira en el espejo y acusa de su propia imagen. Son corruptos, antinacionalistas, demagogos, antifeministas, antidemocráticos por naturaleza, sobrevaloran la riqueza por encima del humano, carecen de principios y valores, no tienen empacho en violentar el Estado de Derecho cuando no se ajusta a su sed de riqueza, incumplen con los trabajadores en salario y en bienestar social, promueven las actividades ilícitas como el del crimen organizado en general y el clima de inseguridad que eso provoca. De todo eso se quejan. Y son más que eso.

En los últimos días intentan tomar como estrategia publicitaria la inseguridad, los muertos que de ello se deriva y la falsedad de que tenemos un presidente que recibe “favores” del CS. La candidata de la derecha pretende poner en la agenda político-electoral la sensación de que hay un “fracaso” de los abrazos como estrategia. Se cierran a entender que la criminalidad organizada y de cuello blanco, causa de la inseguridad, se dio como proceso por sus políticas públicas y de “gobernabilidad” (de la que mucho insisten no se hable, porque actores y autores son ellos) y fenecerá paulatinamente como proceso desalentado por nuevas políticas públicas, en especial la política social y de una gobernabilidad democrática y nacionalista.

Quieren que se borre el disco duro humano en el que hemos registrado que gobiernos priístas y panistas hicieron con creces lo que hoy dicen repudiar. Más aún, muchos de ellos fueron partícipes y aún forman parte de esas redes de criminalidad, como Cabeza de Vaca, Alito Moreno, Ricardo Anaya, Xochitl Gálvez (el cartel inmobiliario y su hermana presa por secuestro), los que se rehúsan a pagar impuestos como, Salinas Pliego, traficantes de influencias, de medicinas, huachicoleros.

El capital transnacional promotor de las medidas neoliberales, ese que, en voz de Milei, y antes con nuestros anteriores 6 gobiernos, publicitan la privatización como remedio, ocultan el procedimiento mediante el cual los grandes magnates económicos se apoderan de los bienes sociales nacionales, los bienes de todos que, en resumidas cuentas, concluye en desposeernos mientras ellos se enriquecen.

Esa política acrecienta la riqueza de grandes capitales extranjeros y de unos cuantos de país. Y con menor inversión se acrecienta el capital transnacional que se alimenta de las actividades ilícitas. ¿A caso no saben que tras la inseguridad y las muchas vidas en México se acumulan grandes fortunas en Estados Unidos?

Esa estrategia de acusarnos de lo que son, y hacen, se ventila en la voz de Xochitl, de Jorge Ramos, pero también de Anabel Hernández. Y creer sin reflexión alguna las falsas afirmaciones (porque fue asunto concluido por ausencia de evidencias) de que tenemos un presidente financiado por el narco es una forma de fanatismo que favorece la corrupción y alienta las políticas neocolonialistas contra México.

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