La Gualdra 270 / Río de palabras
A Mario no le importaba mucho egresar de la carrera. En los 70’s cuando el rock estaba en su auge internacional y en México era de mala muerte asistir a un concierto, la mejor forma de acercarse a él era comprar varios vinilos y escucharlos en una casa. No le gustaba tomar, se le ponía la cara roja e hinchada. Hacían cotorreos locales, él, el Pocho, Jeremías y el Azúcar, justo antes de los días de entregar trabajos finales. Terminaban utilizando las hojas de la máquina de escribir para liar porros. Nadie se explicaba cómo seguían dentro de la universidad. Siempre iban a casa de Jeremías, era el más serio de los cuatro, pero no por ello el menos pacheco. Después de terminarse la mois todos a escuchaban los últimos discos adquiridos, mientras Jeremías se ponía a escribe y escribe… “Escribator, el Jeremías quiere ser escritor”, le decían los demás. Una tarde llegaron sin él a su casa, la máquina de escribir tenía lo que parecía ser el inicio de algo. Como era clásico Mario olvidó la pipa, el Azúcar y el Pocho, sin más, agarraron la hoja de la máquina. Cuando Jeremías llegó a la mañana siguiente, corrió a todos a trancazos, los muy pachecos se habían fumado el único cuento que le habían aceptado en la revista literaria de la escuela.
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