La Gualdra 270 / Río de palabras
“Bien pagá
Si tú eres la bien pagá…”.
Ramón Perelló-Juan Mostazo
Para Alfonso y Eduardo El Pato Ramírez
Es como el clic de una cámara fotográfica. Clic. Ya está. Un instante. Un soplo de vida. Paca Labienpagá nos mira desde el lienzo con los pechos al aire. Sí, desnuda de pies a cabeza. El artista limpia los pinceles, distraído, con una estopa impregnada de solvente. Paca Labienpagá, ya vestida y bien peinada. Con la peineta clavada en la coronilla sujetando en un chongo la espesa mata de cabello negrísimo, casi azul marino. Se mira en el lienzo con el rabillo del ojo. Como no queriendo. En el estudio del artista. La Paca es de la casa de Los Sardineros. Canta en donde puede y cuando quiere. Con el abanico se espanta el calor. Los mejores años de la Paca hace mucho que se fueron volando. Desde el lienzo la Paca muestra los estragos del tiempo en su cuerpo ajado y flojo. Los pechos caídos. El vientre fláccido. Sólo sus ojos conservan un brillo extraño y procaz. Provocador. En el que se adivina el deseo, las ganas. El pecho salpicado de pecas marrones. El cuello flojo. Se escucha la voz de Rocío Jurado: Lo mismo que el fuego fatuo / lo mismito del querer / malaya los ojos negros que me alcanzaron a ver / malhaya el corazón triste / que en sus llamas quiso arder / lo mismo que el fuego fatuo / se desvanece el querer… “El amor brujo”, de Manuel de Falla que proviene del estéreo. Labienpagá está por irse a casa a cocinar la cena, a ver la televisión, a beber un vaso de vino peleón. El artista acabará de limpiar los pinceles que coloca en un bote de aluminio. Suspira. Se limpia las manos manchadas de pintura con una estopa mojada en solvente. Vuelve a suspirar y con un gesto despide a la mujer. Taconeando y acomodándose la mantilla Paca Labienpagá se dirige a la puerta de salida… Malaya los ojos negros que me alcanzaron a ver / malaya el corazón triste / que en sus llamas quiso arder…
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