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viernes, 26 abril, 2024
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Los agremiados al Spauaz ante una decisión estratégica

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

La central sindical estadunidense AFL-CIO, representante de la mayoría de los trabajadores en ese país, tomó la iniciativa para interceder por los derechos de los mexicanos en la reunión de Peña Nieto con Obama, en enero pasado. Mediante una carta al presidente de EU, Richard L. Trumka, presidente de la AFL-CIO, sustenta un diagnóstico certero sobre la situación de la población trabajadora de nuestro país: sueldos de hambre, inestabilidad y precariedad laboral, simulación en las formas de contratación (outsourcing y honorarios), ausencia de derechos colectivos, indefensión generalizada y renuncia de la autoridad para cumplir sus obligaciones.

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En su carta, la AFL-CIO exhortó a Obama a tratar con Peña Nieto temas torales para México, como la desigualdad, la corrupción y el deterioro de los derechos humanos; expresó su solidaridad en relación con la situación de los estudiantes de Ayotzinapa y exige se finquen las responsabilidades del caso. En materia laboral  formuló un diagnóstico crudo: la corrupción pública, el abuso y la impunidad son las causas de raíz de la virtual ausencia de relaciones industriales genuinas en México, que deprime artificialmente los salarios y limita el crecimiento económico. Muchos trabajadores son “protegidos” por contratos colectivos que nunca han visto, mucho menos negociado o ratificado mediante su voto. Cuando intentan organizar gremios independientes para enfrentar las condiciones de explotación laboral, esos sindicatos dominados por los patrones responden con amenazas e intimidación, diseñados para sofocar la organización legítima.

Ese es el contexto en el que el Spauaz se dispone a decidir si estalla o no la huelga en la UAZ el próximo miércoles; realiza ese debate cuando el sindicalismo universitario cumple 35 años de su reconocimiento legal con la reforma al artículo tercero constitucional en su fracción VIII, que ubicó a los trabajadores al servicio de las instituciones de educación superior públicas autónomas en el apartado A del artículo 123, superando de esa manera la controversia originada cuatro años antes con la propuesta del entonces rector Guillermo Soberón Acevedo, quien sugirió un apartado especial para este sector de trabajadores.

En esos 35 años, la vida del sindicalismo universitario ha transcurrido principalmente sobre cuatro líneas de trabajo: en primer término, mejorar sus prácticas democráticas y buscar ser más receptivos a las preocupaciones cotidianas de sus integrantes; una segunda línea  se refiere a combatir la política salarial del sector que ha conducido a que los salarios de los trabajadores universitarios hoy sean muy bajos, ya que existe una política de simulación mediante estímulos y becas que suelen ser más sustantivos que el propio salario base, además de estar sujetos a criterios cuestionados y que no se vinculan con las prestaciones complementarias, incluida la Seguridad Social; la tercera línea, los temas relacionados con el retiro, ha generado una gran controversia, toda vez que la mayor parte de las instituciones no cuentan con un plan pensionario complementario al obligatorio por ley, por lo que el personal académico opta por seguir laborando sin límite de edad para seguir recibiendo sus ingresos íntegros; y la cuarta línea tiene que ver con la creciente reducción de la estabilidad laboral de los trabajadores universitarios, expresada en una proporción creciente de trabajadores temporales, precarios.

En esta coyuntura, los agremiados al Spauaz deben estar conscientes de que su principal desafío es evitar el destino que el neoliberalismo ha definido para los sindicatos mexicanos: la irrelevancia. A diferencia de los primeros años, cuando se firmaron los contratos colectivos y se lograron salarios altos y prestaciones superiores a las de la ley, ahora las condiciones son adversas: prestaciones sociales de baja calidad y la des-homologación salarial. Por ello, urge una estrategia para incorporar al Contrato Colectivo de Trabajo todas las remuneraciones complementarias y defender todos los espacios ganados para la participación bilateral, como el ingreso y promoción del personal académico. El sindicato debería disponerse también a tener una participación activa en los procesos de reestructuración universitaria y, junto con los estudiantes, en la defensa de la universidad pública y popular.

Otro desafío, tan importante como el anterior es superar el aislamiento. En un contexto de deterioro total de las grandes centrales obreras, se debe valorar el hecho de que desde su fundación en la década de los 70, los sindicatos universitarios se mantuvieron independientes, pero también que hoy están en franca debilidad debido a su fragmentación. Ello obliga a desplegar una ofensiva unitaria en dos vertientes: local y nacional. En el ámbito local existen muchas señales de que existen condiciones para la unidad de acción de organizaciones del ámbito educativo, de los trabajadores de las instituciones de Seguridad Social, así como de los derechohabientes de las mismas.

En el plano nacional es posible que al menos una parte del trabajo coordinado vuelva a cobrar vida para intentar resolver los grandes problemas estructurales, como el caso evidente de la Seguridad Social. Si el problema de Seguridad Social es nacional, no sólo de la UAZ, la gestión directa ante las instancias federales debe de hacerse construyendo un bloque de sindicatos con una exigencia común frente a Hacienda. Y lo mismo debe hacerse frente al Poder Legislativo federal. La política de coordinación inter-sindical debe convertirse en uno de los ejes centrales de acción del Spauaz, con huelga o sin ella.

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