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sábado, 18 mayo, 2024
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Hacia una Ley General de Desaparición Forzada…

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Por: RICARDO BERMEO •

Con motivo del Día Internacional de la Desaparición Forzada, que cada año es dedicado por la ONU, recordemos la existencia de éste terrible flagelo, que en México padecemos desde hace décadas. A lo largo de una historia –siniestra-, las desapariciones forzadas se encuentran ligadas  a distintas razones coyunturales; así, por ejemplo,  durante los años de la mal llamada “guerra sucia”, se configuró  una constelación social histórica en el contexto de la lucha entre “capitalismo” versus “comunismo”: yendo desde el Plan Cóndor, hasta la masacre estudiantil de 1968, y donde el juego  político era reconducido a través del esquema amigo-enemigo (Carl Schmitt), aplicando lo de “la guerra es la política conducida por otros medios” (Clawsewitz).

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Mientras que actualmente, en el contexto de la “guerra contra las drogas”,  México carga ya, en pleno siglo 21, con alrededor de 100 mil muertos, más de 20 mil personas desaparecidas, etc., (sin entrar a considerar la “cifra negra”). Escenario terrorífico, donde la constelación social histórica muestra continuidades y discontinuidades. Una segunda realidad” operada por un “segundo estado” con el objeto de asegurar mediante la violencia institucionalizada los flujos de capitales de la economía ilegal, esenciales para asegurar la continuidad del rol monstruoso de la economía tout court. De nuevo, eliminación de “la política” (de la democracia auténtica), y predominio de “lo político” -de las intrigas y luchas (a muerte) por el poder diferencial entre las elites “antiguas” y “nuevas”-, reconfiguración -captura- del Estado, rediseño del esquema amigo-enemigo, como lo muestra la criminalización de diversas figuras sociales, etc. Un mundo y un dolor/país, donde formas –más sutiles o más burdas- de “totalitarismo al revés”, desembocan en el aumento creciente -sin registro- de las desapariciones forzadas.

Como ha sostenido recientemente el titular de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, “el país no tiene la posibilidad de dimensionar el verdadero problema de las desapariciones forzadas, pues se carecen de bases de datos confiables y actualizados para determinar con certeza el número de casos que serían imputables a las autoridades del Estado y distinguirlos de aquellos que son responsabilidad de particulares”.

Ayotzinapa ha sido el germen para que, después del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, una “sociedad en movimiento” pueda autoinstituirse de manera lúcida y permanente. Si bien, ese “grito” -específico- ha seguido un ciclo de lucha que parece haber entrado en reflujo. En general, se sostiene la hipótesis de que toda esa potencia colectiva, volverá -de nuevo- a actualizarse, a retomar las calles, porque las víctimas se han convertido en sujetos de derechos, repolitizándonos, no sin dificultades y obstáculos internos y externos, con sus exigencias de “encontrarlos vivos”, de dar con el paradero de sus seres queridos… como se lee en una camiseta que viste con dignidad una madre…“hijo, no descansaré hasta encontrarte con vida, o hasta enterrarte”. Sus exigencias de justicia, verdad, reparación del daño  y de no repetición, nos interpelan incesantemente, ayudando a despertarnos de nuestro letargo, hasta que logremos cambiar colectivamente la ruta suicida de la sociedad que somos, o terminemos hundiéndonos del todo en un tipo de totalitarismo al revés, donde una fatal y cruel violencia institucionalizada siga siendo –indefinidamente y cada vez más “afinada”- nuestra verdad de cada día.

Las resonancias generadas por las múltiples olas de movilización contra la violencia y a favor de la paz con justicia y libertad, tuvo un primer hito, en la Ley General de Víctimas, y en el surgimiento de la CEAV, etc., pero la evaluación -hoy- desde la perspectiva de los familiares de las víctimas, está cargada por un malestar creciente, nuestra tragedia como dolor/país tiene una irracional eficacia, mostrándose monstruosamente persistente. El vía crucis de los familiares con personas desaparecidas continúa, solo la extraordinaria resiliencia, tejida desde lo más profundo del dolor, del amor y la solidaridad compartida, permite que la lanzadora de proyectos de un nuevo proceso de movilizaciones se concentre -una vez más- para impulsar una iniciativa, la de la Ley General de Desapariciones Forzadas y Desapariciones por Particulares (LGDFDP).

El desafío es, justamente, no (volver a) caer en la estrategia de simulación del Estado, no validar sus modos de legislar, mediante consultas -rápidas y mal construidas-, a las OSC, y a los familiares de las víctimas, desactivar la constante acción del estado para desvincular y dividir a las organizaciones y familiares de las víctimas, tomando la iniciativa, e impulsando un proceso legislativo… “ciudadanizándolo”, y plasmándolo en una ley que sea efectivamente una herramienta útil para combatir “desde abajo, en coadyuvancia con otras formas de organización y de lucha, buscando -firmemente- erradicar la desaparición forzada.

En este Día Internacional de la Desaparición Forzada, debemos decir NO al olvido, asumiendo el compromiso de apoyar a las familias-víctimas…“hasta encontrarlos”, participando en su campaña para mejorar la justiciabilidad, informándonos e impulsando junto con ellos la LGDFDP. ■

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