El trabajo infantil representa múltiples circunstancias, distintos orígenes que lo motivan, tiene también diversas facetas y sería muy complejo establecer una sola estrategia para su debido tratamiento y solución, ya que si partimos del interés superior de la niñez y la adolescencia, esta actividad no debería existir y nuestras niñas, niños y adolescentes deberían acudir a la escuela y, por las tardes, llevar clases de natación, pintura, idiomas o piano; ya en la noche y, dispuestos a cenar un rico banquete con sus padres, su día a día sería el reflejo de una aventura extraordinaria. En esta tesitura, tenemos que la lamentable gestión de los gobiernos priistas y panistas motivaron que muchas familias nacieran, se desarrollaran y murieran en la pobreza, la pobreza extrema y la marginación. El trabajo infantil se ha visto también como negocio, pues algunas familias piden dinero en los semáforos, con todo y niños, para dar más lástima y generar más ingresos; ya creciditos los niños y niñas son obligados a trabajar por las noches, siendo que algunos de esos niños y niñas deben cumplir con una cuota diaria de $500 o $600 pesos, de lo contrario, son castigados con golpes por sus infames progenitores. Los infantes que completan el monto compran golosinas, se van a los juegos, y para recuperar la merma, se vuelven a poner a pedir limosna hasta pasadas las 11 o 12 de la noche. Es muy triste ver que sus progenitores no trabajen y que vean, en sus hijos e hijas, una fuente de ingresos con los que pueden subsistir cómodamente, ya que les alcanza hasta para embriagarse. También, el crimen organizado emplea a diversos adolescentes e infancias para utilizarlos como observadores del paso de ciertos vehículos de su interés o de algunos movimientos estratégicos de diversas corporaciones, por lo que el tema se complica todavía más. Haciendo un poco de historia, en un análisis realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), del 2008 al 2018 se reconocía como exiguos los resultados de los programas sociales, mismos que, contrario a disminuir los índices, aumentaron la pobreza de 49.5 millones de personas a 52.4 millones. El CONEVAL concluía que la estrategia para combatir la pobreza no era la adecuada, que incluso se desconocía cuáles eran las causas que la potenciaban, que no se sabía dónde vivían lo pobres, cuáles eran sus necesidades ni quiénes eran. Así las cosas, para administraciones pasadas, el tema de la pobreza fue un gran negocio político, se lucró con el hambre y motivó muchas de las consecuencias que advertimos ahora como el trabajo infantil o los altos niveles de inseguridad. En este contexto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define al trabajo infantil como todo aquel que priva a las y los niños de su niñez, de su potencial y su dignidad; que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico, y que interfiere con su escolarización, puesto que les quita la posibilidad de asistir a clases, les obliga a abandonar la escuela de forma prematura o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que consume mucho tiempo. Según la OIT, en nuestro planeta, uno de cada diez niñas y niños está en situación de trabajo infantil, y por lo que toca a nuestro país, se señala que 3.3 millones de niñez y adolescencia se encuentran en estas circunstancias. Por su parte, la ONU, a través de su oficina para México y Cuba, trabaja en un proyecto que tiene como propósito prevenir y eliminar el trabajo infantil, el cual se denomina: AccioNNAr, integrado con el apoyo del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, teniendo como vínculo federal a los estados de Chiapas, Quintana Roo y Yucatán, lugares en los que se realizan estrategias con los tres órdenes de gobierno y los sectores productivos y ocupacionales. Los fines del citado proyecto son: generar un mayor uso de datos para la creación de leyes, políticas y programas; incrementar su cumplimiento y debida observancia, y mejorar la cooperación regional en el contexto migratorio de la frontera Sur de México, por lo que se abre la posibilidad de colaborar con los gobiernos de El Salvador, Guatemala, Honduras y Belice, con el fin de proteger a la niñez y adolescencia, migrantes que pudieran caer en el tema de trata de personas u otras formas de esclavitud laboral. Así pues, existen muchos matices, al igual que diversas alternativas para poder enfrentar con éxito este índice que afecta, considerablemente, a nuestra niñez y adolescencia, continuaremos con el análisis.
