Es claro que el problema de calidad en la educación existe. Sin embargo, lo preocupante es que la respuesta del Estado para atender dicho problema, tiene como consecuencia algo parecido a la política de drogas: no resuelven el problema de origen y crean nuevos problemas que antes no existían. Es decir, parece que la intervención del Estado ha sido peor que si fuera omiso. El colmo fue el tipo de resolución de la Suprema Corte, donde opone los derechos de los niños al aprendizaje con el derecho de los profesores a tener seguridad en el empleo. ¿Qué tiene que ocurrir para que los ministros opongan estos derechos? Pues parten de una idea de calidad educativa que, al provocar dicha oposición de derechos elementales, significa que raya en la estupidez. ¿Es necesario que se vulneren los derechos laborales de los docentes para que sea posible la calidad en la enseñanza? Los supuestos que afirman lo anterior son falsos y perversos; y son protagonizados por la cúpula empresarial encabezada por Mexicanos Primero. El gobierno de México tiene 25 años con las mismas hipótesis sobre el problema educativo y todas sus políticas del tópico han fracasado: suponen que el problema está centrado en cierta capacitación docente, y por tanto generan estrategias de competencia entre ellos para ‘mejorar’ su desempeño. Y con eso en sus burocráticas mentecitas iluminadas, crearon Carrera Magisterial, diseñaron la RIEB y la Alianza por la Calidad Educativa. Resultado: los impactos de sus políticas han sido nulos. Con estos resultados, deberían hacer una evaluación integral de la política educativa de los últimos 25 años, para tener elementos serios y construir una estrategia realmente esperanzadora. Sin embargo, sin esta evaluación de la política, decidieron emprender otra cruzada mucho más agresiva pero con las mismas hipótesis que han fracasado. La diferencia específica es que los Claudios X. González satisfacen su odio al sindicato y a los derechos sociales de los profesores, y se posicionan en el control de los procesos. No se requiere ser la lechuza de Minerva para saber que la calidad educativa de nuestros niños no mejorará, y sí se habrá horadado un derecho social fundamental de los trabajadores de la educación. Al igual que con las drogas: no ha disminuido el consumo, y sí en cambio tenemos un problema de seguridad que nos ahoga. Al igual que en la economía con la apertura comercial, y al igual que en la producción de alimentos y su reforma a la propiedad de la tierra. Clase de políticos rapaces que están hundiendo al país.
Ahora bien, la cosa es, ¿qué se puede hacer desde Zacatecas para amortiguar esta reforma? Veremos. La Unesco tiene un concepto de Calidad Educativa que rescata la complejidad de este proceso, dentro del mismo, como componentes de la calidad incluyen la equidad, pertinencia, relevancia, eficacia y eficiencia. Si tomamos como eje de reflexión a la equidad, partimos del hecho de que la correlación que existe entre el origen social del estudiante y su aprovechamiento es muy alto (.8). Por tanto, si se logra nulificar la determinación del origen social sobre sus resultados de aprovechamiento académico, se estará en posibilidad de elevar la calidad con equidad de manera muy importante (los niños más pobres son los que registran los niveles de logros educativos más bajos). En Zacatecas nos podemos concentrar en el tema de la Desigualdad Educativa y, con ello, podremos cambiar un porcentaje significativo la calidad sobre los niños de este estado. Para enfrentar este tema hay dos rutas: (1) la primera es construir políticas intersectoriales, porque los factores que pegan en la equidad están fuera del alcance de los educadores formales; y (2) es intentar construir estrategias para amortiguar los efectos de la marginación y la pobreza sobre la educación de estos niños. No se contraponen estas rutas, sin embargo, pedirle al gobierno de Zacatecas políticas intersectoriales parece ser demasiado. El gobierno no ha podido articular los mínimos esenciales para armar una política estatal de desarrollo social, mucho menos hará una compleja política intersectorial (la incompetencia es imponente). Así que lo que puede ser más factible es elaborar una estrategia para disminuir o neutralizar los efectos de la marginación sobre los alumnos en esta condición. A este tipo de estrategias se les llama “Resiliencia Educativa”. Entre los profesores de base se puede crear un programa de Resiliencia para Zacatecas, junto a padres de familia comprometidos con la calidad real de la educación. Hacer exitoso un programa de verdadera calidad, es la mejor manera de mostrar que la estrategia del gobierno es una gigantesca estupidez. En otras palabras, la manera de resistir no es con marchas y plantones, sino con un plan práctico y concreto de reforma real. Si logra generar resultados positivos un proyecto piloto, y lo contrastamos con los magros efectos de las políticas oficiales, podemos poner a la opinión pública y a la masa de padres del lado de la sensatez. Ahora se trata no de protestas callejeras, sino de mostrar en las escuelas cómo debe ser una verdadera reforma educativa; y con ella, hacer un llamado político a rechazar los planteamientos absurdos del gobierno. En suma, nunca un concepto de calidad que requiera vulnerar los derechos sociales de los profesores, puede tener validez alguna. ■
