“Las autoridades educativas federales y estatales acordaron integrar un frente común en defensa de la reforma educativa que aglutine a los tres órdenes de gobierno, a la sociedad en su conjunto, a los padres de familia y a los propios maestros.” Semejante nota periodística, en La Jornada de ayer, dejaría satisfecho al Sr, Chuayffet, sobre todo, si con ello y su luego rijoso desempeño, se siente ubicado en los cuernos de la luna de la eventual sucesión presidencial. ¿Tempranera? Es lo de menos y quién sabe si late su corazón por ello o si, en cambio, tiene lo suficientemente fría su cabeza para afirmar los pies en la tierra y procurar mitigar su rudeza al tratar con el magisterio nacional, el cual, a diferencia de los riquillos del Pacto por México, lo menos que necesita es contención o represión, pues en el país urgen mejoras tanto a sus centros de trabajo como a ellos, en el sentido de no ser hostigados con condiciones institucionales que agraven su situación de riesgo; ligada, no a otra cosa sino a la aplicación concreta de la reforma educativa de cuyo aterrizaje y éxito son directos responsables por su formación y profesión magisterial. Asunto de futuro sería, si en vez de embestir contra ellos y a veces, en general, prejuzgarlos, las autoridades de todo tipo se convocan a trabajar conjuntamente para deliberar y definir: cómo aterrizar mejor la reforma educativa, entre todos, dentro de las condiciones concretas en que se encuentran, autoridades y magisterio, a lo largo y ancho de la república. No basta con la gira y el discurso ante las autoridades locales, si no se invita a éstas concretamente a aterrizar lo anterior, en la particularidad de cada región y espacio educativo, con el magisterio. Los problemas concretos pueden ser muchos como igual son muchos los maestros que pueden y deben ser invitados a sumarse y a organizar sus regiones para que mediante la información y la reflexión, análisis y debate, la propuesta oficial se module y adopte su concreción desde las múltiples particularidades regionales y las propias de cada nivel y escuela.
Qué bien, ser recibido y atendido por el gobernador en turno y los funcionarios respectivos, pero sin motivar a hacer lo anterior, la reforma puede ser estéril, al inmovilizarse o quedarse en el papel, hasta el próximo intento… de reformar, diría Gian Carlo Corsi, académico italiano. Se señalan estos riesgos porque del Sr. Chuayffet, desconozco sus dotes de educador, sí lo recuerdo con trayectoria en temas de seguridad y de política. Si a eso suma su edad, está justo en un momento de su vida y madurez para invitar y ayudar a sentar las bases e iniciar a hacer una reforma educativa institucional alternativa, para la cual impulse y ayude a fortalecer la libertad y flexibilidad institucional requeridas por el magisterio para embarcarse con ánimo y rigor en deliberar e impulsar a construir un proyecto educativo nacional y regional a largo plazo de esa naturaleza y con consistencia académica suficiente para que los mexicanos podamos contar con o apropiarse de un consistente capital cultural para procesar, enfrentar, sortear ¿y superar?, con esos recursos culturales, al menos, las crisis recurrentes mediante las cuales se sostiene el viejo neoliberalismo como proyecto económico y político oficial, contrario a uno más auténticamente democrático y no sólo formal en lo electoral. Por supuesto, no se olvida la vecindad que a placer y conveniencia mueve los hilos neoliberales, con respaldo de su economía, de su ejército e industria militar. En algún eventual caso, intervendrían Wall Street o el Pentágono, ¿como de hecho lo hacen?
Un apunte: Grecia, ante sus problemas económicos, propuso e impuso la austeridad como correctivo, convertido en panacea por los acreedores, quienes a cada fallo, insisten en ampliar y ahondar la austeridad, mientras la deuda no seguía intacta, sino se incrementaba. Hasta tocar un límite: la humanidad del pueblo griego estaba en peligro por la afectación de su vida, impuesta por las restricciones económicas y se decidió convocar a referéndum para que los ciudadanos con su voto decidan pagar y aceptar las restricciones o dejar de hacerlo y enfrentar las consecuencias. Decidirán en las urnas, mediante referéndum, el próximo domingo.
A propósito Krugman, Premio Nobel de Economía, opina: los griegos deben votar ¡NO! Hay razones: “el despilfarro y la irresponsabilidad griega son falsas. Sí, el gobierno griego estaba gastando más allá de sus posibilidades a finales de la década de los 2000. Pero desde entonces ha recortado repetidamente el gasto público y ha aumentado la recaudación fiscal. El empleo público ha caído más de un 25 por ciento y las pensiones (que eran, ciertamente, demasiado generosas) se han reducido drásticamente. Todas las medidas han sido, en suma, más que suficientes para eliminar el déficit original y convertirlo en un amplio superávit.” ¿Alguna semejanza o conclusión? ■
