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viernes, 3 mayo, 2024
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Un rockcito para todos los roles / La Literatura de la Onda

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

La Literatura de la Onda

En noviembre del año pasado, la banda de rock hidrocálida Excalibur me hizo una invitación para que la acompañara a una audición que daría en la Plaza de Las Tres Centurias; por supuesto, acudí para escuchar el material que interpretó, consistente en piezas que tocaba cuando fue la agrupación soporte de Toncho Pilatos Grupo en 1992-1993, y su ya clásica ‘Atardecer en Aguascalientes’. Cuando estos músicos terminaron su presentación, me acerqué a un personaje que estuvo grabando a los Excalibur para solicitarle me vendiera, regalara o intercambiara una copia del video cuando lo editara; pasaron algunos días y recibí un paquete que contenía dos videos, un disco compacto en blanco y un libro rojo con letras negras, ‘Explosión rockera’. Esos fueron los días. Una dedicatoria especial de su autor, Gustavo Adolfo Sifuentes Valadez, quien gentilmente me envió este volumen.

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‘Explosión rockera’ es un documental que engloba las seis ediciones de este evento, el cual surge a iniciativa de Abraham Velasco en 1993, después de haber participado con su grupo El que ríe al último en La Batalla de las Bandas, celebrada en Distrito Federal.

Gustavo se dio a la tarea de hacer la compilación del documental, a pesar de la problemática que conlleva realizar una labor como ésta. Las aportaciones de las bandas fueron de suma importancia, aunque algunas ya no recordaban fechas, otras ya habían desaparecido y otras más no agregaron nada, como suele suceder. La parte de la definición corrió a cargo de los jurados que, a la vez, eran integrantes de algunas agrupaciones de nivel nacional como Caifanes, El Bola y El Mastuerzo; otros músicos locales, así como personas que, de alguna manera, estaban vinculadas con la actividad del rock aguascalentense también conformaron el jurado.

La importancia de este texto estriba en los datos históricos de una camada de bandas rockeras que dieron a conocer su musicalidad, la forma en que se desarrollaron a lo largo de una década en que apreciamos el arte de tocar rocanrol en todas sus vertientes, los pioneros, los destacados, los triunfadores, los talentosos, los radicales y toda la pléyade de músicos del rol con toda su parafernalia, sus problemas y dilemas, sus berrinches y sus berridos, sus inconformidades y manifestaciones de impotencia porque no ganaron sus preferidos, las frustraciones y desencantos de las bandas que creían ser las mejores y los poetas y juglares que siempre miraban hacia abajo pero que no pasaron de allí; todos los personajes del rol tratando de ser los mejores, a veces culpando al jurado por no ocupar el primer lugar, otras aporreando a los ingenieros de sonido porque los boicotearon, o a cualquier cosa, como si el hecho de llevar porra fuera determinante para ganar, a la banda se le olvidó que había ciertos parámetros para calificar a todos por igual. De cualquier forma, esto ocasionó que el rock de Aguascalientes dejara manifiesto que el arte y la cultura de allí no era obra de la casualidad, que había bastante trabajo por parte de todos los involucrados en este proyecto que, una vez cumplido su cometido, comenzó a declinar hasta su desaparición, dejando un puñado de excelentes bandas para contar a las nuevas generaciones de dónde vienen. Así conocimos a Serpiente Emplumada, Multitud, Excalibur, La Cruda, La Clicka, Lupus, Diluidos Sueños Azules, Blaster, Espiral, Santos Inocentes, Estepario, Producto Nocivo, La Tranza, Cerberus, Plasma, Kirieh, Sombras en la Niebla, Tiempo Fuera, La Canija, Inconsciente Colectivo, Puercos Sexuales, Avarition, Extremos, Trascendencia, Los Pepinos, Trauma, Rogero, Dos Tres Nudos, Félix Culpa, Anaconda, La Efisenia, Las Comadres, Witchhunter, Avándaro, Séptimo Grado, La Nostalgia de las Imágenes, Mesías, Príncipes de la Locura, Restos, Utopías, Lhe Zhopplays, Atma, Damnare, Cristales, EZLN, Fragment, Testigo del deseo, Kinder, Letalurgia, Zero Negativo, Miguel Góngora, Etnia, Polen, 4niken, Bregma y Folsom. Retrospectiva y Sombras Blancas, de Zacatecas; La Intimidad de Agatha, Zoom, Votan, de Guanajuato; El Remedio de todos los Males, Sam Sara, Maduro, Dead Silence y Katarsis, de Jalisco; Status, Naturaleza Muerta e Imágenes Sagradas, de Michoacán.

“Y bueno, hasta aquí llega este pequeño y nostálgico viaje por las distintas etapas de esta faceta del Rock y todas sus variantes en Aguascalientes, con errores, aciertos, virtudes, carencias, enfados y alegrías, sí, esa es La Explosión Rockera”, concluye Gustavo Adolfo Sifuentes Valadez.

El hecho de palpar, leer y comenzar a divagar con el contenido me permitió remitirme al año 1970, cuando ingresé de lleno al rock que se estaba gestando en México, al rock contestatario, sí, aquél que narraban gentes como Parménides García Saldaña, José Agustín y, posteriormente, Víctor Roura, Federico Arana, José Luis Pluma, Castelazo, Malacara, Walter Schmidt en la capital y José de Jesús Sampedro y Jorge Salmón Ríos en Zacatecas, como parte de lo que denominaron, en esa época sicodélica, la Literatura de la Onda, donde los jipitecas y escritores críticos de rock daban rienda suelta a sus devaneos espirituales y experiencias con los hongos alucinógenos, mariguana y LSD, principalmente; los viajes realizados a través de un “yoin” y la cercanía con los dioses del cosmos por este medio. José Agustín narra abiertamente los acontecimientos en su ‘Rock de la cárcel’ como si lo estuviéramos viviendo, viajando, fumando, sufriendo, y luego aquel profundo desencanto como un sentimiento en reversa, como queriendo llorar y gritarle al viento que era falso, que la respuesta aún estaba flotando en busca de la verdad; el caos y la desesperación hacían presa del ser en los momentos del rol, del conocimiento, de la crisis y de la literatura. Ahora esos pasajes comenzaban a hacerse patentes; la soledad manifestaba su poderío, pues era imposible salir de ese marasmo encantador hasta que todo quedara esclarecido. Desde ese momento, la escritura forma parte de mi disfraz, de mi indumentaria, de esa piel que va ungida al loco que llevo cargando sobre mis hombros desde la niñez, y esa manera tan simple de escribir y de ser no evolucionaron en mí, aquí sigue desde los 70.

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