Una armónica abandonada y una guitarra a temprana edad fueron determinantes para que el trovador, blusero, rocanrolero, encaminara sus pasos a una existencia influida por Elvis Presley, Muddy Waters, BB King, Chuck Berry y dostrés, dándole un estilo particular a sus interpretaciones y composiciones cantadas en el lenguaje de Cervantes.
Por las sombrías calles de la colonial -por excelencia- ciudad de los zacatecas, deambulaba un extraño personaje que a finales del segundo milenio hurgaba entre las poblaciones, como buscando establecerse para dejar caer toda esa carga musical que desde el Rey Criollo, pasando por los rocanroleros clásicos de los sesenta y setenta, sostiene con ansiedad en los fuertes hombros que, a la par, erige una pletórica figura de tintes sicodélicos, no tan lejanos, de los antiguos moradores de una humeante ciudad casi a punto de ebullición por tanta manifestación artística reprimida por los gobiernos insensibles a la música del alma.
Con la llegada del tercero de los milenios, tomó la decisión de buscar el lugar indicado para establecerse, luego del retiro de la gran ciudad; dos más y ya lo escuchábamos en Zacatecas, con su guitarra de palo y su armónica, interpretando piezas que ha compuesto en su andar por los senderos del blues y algunas rolas que, a dos decenios del deceso del “Profeta del Nopal”, Rockdrigo González, se escuchaban con frecuencia por todos los rincones de un injusto territorio que apenas vio que florecía un verdadero cantor de las cosas urbanas, con toda la euforia, ironía y destreza para retratar esa inmensa ciudad de todas las maravillas juntas, cuando decide sepultarlo allí mismo, para que jamás regresara a Tampico, ciudad que lo vio nacer.
El citado personaje de nombre Pascual Aranda gusta de la música de extracción emblemática, armónica, sentimental, aquella que proviene del lamento, de los sonidos lastimeros que sólo los iniciados expresan con su guitarra y su armónica con harto feeling; te estremecen y te hacen rodar por el inframundo que te atrapa y lleva a lo sublime: Los recuerdos reflejan la presencia de Dylan y del poeta sarcástico de acá, “El Redrogo González”. Lo mismo canta el blues de los lejanos tiempos que la intrínseca melodía que lleva la nostalgia de los momentos eufóricos de los efectos etílicos, de las piezas que José Alfredo Jiménez compuso bajo ese influjo.
Al principio, con “El Abuelo Blues” en el bajo, Corvera Garabito en la batería y Pascual Aranda en la guitarra y armónica, participaron en varios festivales, destacando el octavo Festival Aguas Blues el 6 de noviembre de 2004 en el teatro Aguascalientes, donde interpretaron cinco piezas de blues tradicional y rhythm and blues; las piezas denotaban claramente las influencias de los maestros del blues en las composiciones propias que tocaron para una entusiasta audiencia que sabe apreciar el arte de la música para iniciados –simón–, aquella que nace en lo más profundo del ser.
“…la luna en lo alto observaba nuestro amor, la brisa cubría los consejos enterrados, los latidos fueron siendo más intenso el torbellino circulaba en nuestras venas, una vez enardecidas mitigaban muchas penas. Has visto los ojos, le brillaron como estrellas.” (Mañana clara).
“…tuve ayer la nostalgia de tu amor y hoy no vas a caer, la esperanza de volverte a amar, supe ayer con certeza, que te amaba, supe ayer, de la esquina, en la esquina.” (Esquinas de amor).
“…aquí me tienes corazón, con el alma hecha añicos, aquí me tienes cariño, con el corazón destrozado, juraste que me amabas, pero todo era tan falso. Se acabaron las dulzuras de mi almohada, se acabaron los murmullos de mi cama, se acabaron las dulzuras de las sábanas.” (Las dulzuras de mi almohada).
“…tomo en mi pecho a la mujer, tú te das cuenta, algo de ver, pues la razón de poderla ver… Pero algún día vendrá a despertarlo con la fuerza que tú le robaste.” (Falso brillo).
Las producciones con que Pascual ha dado a conocer su proyecto han sido, en principio, algunos trabajos de guitarra, voz y armónica; electroacústico. Enseguida, viene el en vivo en el 8 Festival Aguas blues en 2004; el tercero y cuarto también son presentaciones en vivo en el programa cultural de Polifonía Universitaria que realizó la UAA en 2004 y el I’m artet, que es un trabajo de estudio con nueve temas originales, los cuales reflejan una situación particular de transmitir la emotividad del blues desde el semidesierto, a través de una guitarra, una armónica y la atmósfera que va creando en derredor de un ritual que te acerca a los orígenes. Las piezas que integran el CD son Ritual del desierto (La puerta), Volviste, Un nuevo encuentro, Vecina bonita, Avenida Dylan, Falso brillo, Llanto de lluvia, Noche fraterna, Dulce mujer, Ritual del desierto (El cielo).
