Cuando tienes dieciséis y ya no estás preocupado por ir en la búsqueda de caminos que te conduzcan a los momentos sublimes de la soledad, a la efímera verdad o a la triste realidad, es que, la posición guardada – en lo musical – es muy apegada a los estamentos que Hendrix, Clapton, Duane Allman, Johnny Winter o el mismísimo “Brujo” Bátiz habían establecido en tu modus vivendi, y los sonidos, poesía y alucine están formando en cada nota una sensible personalidad que entra en comunión con los pensamientos nobles, depresivos o melancólicos que producen los movimientos del alma del blues; de las armonías del accidentado entorno de la juventud, pero, concatenados con los grandes creadores del diseño no estereotipado de la imagen pura y llana del lamento, del sentimiento sempiterno, del que nace desde el momento en que te das cuenta de que tú eres de los que viven en plenitud, por todo, ante todo.
El haber sido comparsa de la tonalidades en si bemol, de los riffs y estribillos que ensombrecían el entorno de las melodías contadas como viejas historias de trenes, carboneras, burras o de campos de algodón, siempre terminaba con una enorme sensación de regocijo y un inmenso mar de sonoridades que estremecían el alma cada vez que repasaba esos espasmosos recuerdos al reproducir las antiguas melodías tan cercanas a las alegorías, al góspel. Muddy Waters, Robert Johnson, BB King, Elmore James, Koko Taylor habían diseminado la semilla del blues a través de sus grandiosas manifestaciones artísticas y el alma rebelde del mexicano había asimilado perfectamente las líneas que el blues iba esparciendo por las allanadas ciudades, por los desiertos corazones de nuestros congéneres. A más de medio siglo, en el ombligo de la luna se han escuchado verdaderos hacedores de la mítica manifestación de los iniciados, de su poesía, de su lírica, del verdadero sentimiento del blues, que no significa azul, ni blanco, ni negro, ni casi morado, su traducción viene de lo sensible, de lo intangible del blues mismo.
Como una cuestión visionaria, como una sombra en la noche y, al mismo tiempo, como un homenaje a aquel personaje urbano que transitaba por las calles de Zacatecas con su antiguo auto con altavoces bien atados a la parte superior, anunciando, desde la ropa de El Más Barato, hasta los burritos de rata de La Quemazón, campañas políticas, carteleras cinematográficas, box y lucha o cualquier evento artístico, cultural o deportivo. Don Ruffis Taylor era el efectivo.
Un grupo de chavos hizo llegar la invitación al Colectivo de Rock para que escuchara su propuesta, ya que sólo conocía las incursiones de dos de sus integrantes al metal core; no pasó mucho tiempo cuando, de buenas a primeras, ya estaban siendo proyectados en un canal local de televisión, con un buen de material interpretado en vivo. En un principio, estaba Kevin Flores en la batería, Cris Rodarte en el bajo, Johnny Ruffis en la guitarra y Cris Taylor en el requinto.
The Ruffis Taylor Blues Band está conformado actualmente por cuatro integrantes: Fernando Robles (batería), Alejandro Trejo (bajo), Chris Taylor (guitarra principal y composición) y Johnny Ruffis (guitarra, armónica, voz y composición).
La banda es formada a finales del año 2013 por dos jóvenes que tenían la inquietud de hacer música que rindiera un tributo al blues, influidos por toda la corriente de bandas de rock estadunidenses y británicas de los años 60 y 70, pero con un estilo propio y diferente, rescatando nuestras raíces como mexicanos y nuestro orgullo como zacatecanos, combinando el nombre de la banda en inglés con el nombre de un personaje icónico de Zacatecas, Ruffis Taylor.
La banda fusiona el blues tradicional con psicodelia, rock progresivo, rock de los 60 y 70, bossa nova, danzón, y música folclórica mexicana, logrando, así, que las presentaciones de The Ruffis Taylor Blues Band se caractericen por ser únicas, ya que se mezclan estos géneros, creando un cambio de atmósfera constante y múltiples sensaciones con sus melodías, además de improvisaciones. La banda cuenta con más de 20 temas propios.”
Poco a poco sobre tus manos, tuve que intentarlo todo sobre tus labios, fuimos lentamente hasta perdernos en alguna habitación. (Lentamente).
Sin hablarme, me mentiste, sin tocarme, me quebraste. (Déjame).
La inocencia se esfumará en la carne de Dios, donde las sombras se aclaran ahí estaremos los dos. (Risas, porros y tragedias).
Tanto como la luna espera siempre al sol, yo me pierdo en caminos que me lleven a ti. (Cuando no cae la noche).
La banda se encuentra grabando su primer material de estudio, cuenta con una sesión grabada en vivo, además de estar componiendo temas nuevos, dando presentaciones en distintos lugares de la ciudad, foros y espacios culturales.