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sábado, 18 mayo, 2024
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El magisterio y la Reforma Educativa

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Por: José Luis Guerrero Álvarez •

La Gualdra 252 / Opinión

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En las zonas rurales de hace poco más de 50 años, la figura emblemática por su conocimiento amplio de las cosas elementales de la vida sin duda era el maestro, fungía como médico, consejero, juez, conciliador, confesor; era el padrino de casi toda la población, instruía a los niños, pero también a los adultos, a solicitud de los jóvenes acudía a los hogares para “pedir” a la novia, conocía muy bien lo que sucedía en su espacio laboral porque también escribía las cartas que le pedían los habitantes de la comunidad, el maestro estaba convertido en una figura ejemplar a la que toda la sociedad le ofrendaba lo más sagrado, el respeto; un respeto casi místico, un respeto muy profundo, muy sincero y muy comprometido.

Los avances en materia de educación eran lentos pero muy seguros; los niños de primaria estudiaban geometría, física, química, historia universal y aprendían a leer y a escribir de manera extraordinaria: una de las fuerzas mayores era sin duda la ortografía; las matemáticas, aunque se aprendían con métodos memorísticos, fueron el fundamento de todos los que lograron una profesión. En materia de artes, la plástica, la danza y la música fueron las de mayor práctica, sin dejar a un lado el teatro que ayudó mucho a los niños a abrirse al mundo en materia de comunicación; en las escuela había muchos coros y orfeones con maestros muy capacitados. Los bailables tradicionales, así como el ballet, no faltaban en las fiestas escolares, y aunque se carecía de muchísimas cosas “se hacía limonada, con los limones existentes”.

En últimos 25 años la educación en nuestro país ha sido un verdadero caos, y para justificar este fracaso, el Estado culpa a quienes tienen el contacto directo con los educandos; culpa a los maestros, mismos a los que durante muchos años no les ofreció los elementos adecuados de profesionalización y a los que históricamente les ha pagado un salario de miseria; con ellos ha experimentado sus planes educativos y pareciera que hasta ahora se da cuenta de que todo ha sido un error fatal: estamos en los últimos lugares en los estándares internacionales, según la OCDE, y el culpable (según el Estado) es el maestro.

Nunca se le había faltado tanto el respeto a un profesor como en este sexenio; nunca se le había vilipendiado, como en este sexenio; nunca se le había tratado peor que un delincuente, como en este sexenio; nunca se buscaron mecanismos tan perversos para pisotear sus derechos, como en este sexenio; nunca se denigró tanto la figura del maestro, como en este sexenio.

Las voces de los intelectuales del país, así como las instituciones educativas más prestigiadas, nacionales e internacionales se han cansado de decir una y otra vez que la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, de lo que carece justamente es del aspecto pedagógico, del aspecto educativo; es una reforma administrativa, una reforma laboral que se aplicó importando poco la retroactividad de la ley y la eficiencia formativa; la reforma se aplicó de manera ultrajante para hacer creer al mundo que estarían los mejores maestros al frente de las escuelas y que los peores serían despedidos; ésta es la reforma de nuestros tiempos, es la causante de tanta inconformidad del gremio magisterial y las organizaciones solidarias; lo cierto es que lo que no tiene buenos cimientos, tarde que temprano cae.

 

* Maestro en Filosofía e Historia de las ideas, UAZ. Profesor de Educación Secundaria.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/252

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