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viernes, 10 mayo, 2024
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Voto en el extranjero: camino tortuoso y deudas en el presente

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La lucha para hacer efectivo el derecho de ciudadanía de los mexicanos en el extranjero ha sido larga, difícil y llena de todo tipo de obstáculos. Al principio, no se quería aprobar porque se vinculaba la ciudadanía al concepto de territorio, y por tanto, los connacionales en estado migrante no tenían el derecho por desterritorialidad. Incluso insignes intelectuales como Diego Valadez y Carpizo se oponían al reconocimiento de los derechos políticos de los migrantes por este motivo. Pero se logró sortear esa dificultad con la extensión de la noción de ciudadanía, de la inclusión de todo mexicano a ejercer sus derechos aun cuando estén fuera del territorio. Y es que, sobretodo los migrantes, son actores del territorio, aun cuando no estén en el mismo. Y son muchos, ahora pasan los 12 millones de mexicanos con posibilidad de ejercer sus derechos políticos. Una carrera por el reconocimiento efectivo de sus derechos completamente tortuosa. Tal vez empezó en 1982; pero una investigación del Centro de Estudios Fronterizos del Norte de México, informó que menos de 40% de los mexicanos al norte de la frontera hubiera votado por el PRI en las elecciones de dicho año, cifra notable cuando en México más de 71% de los votantes apoyaron al candidato oficial. Motivo suficiente para que ese partido no estuviera de acuerdo en impulsar el voto en el extranjero. Fue hace 10 años que modificó (afortunadamente) su visión sobre el tema. Peor no sólo del PRI venían las dudas, no fue sino hasta 1988 cuando esta tradicional demanda de las comunidades mexicanas en el exterior se incorporó a la agenda de los partidos políticos nacionales. Como podemos ver, ha sido una espera larga.
Ahora que ya se aprobó la ley sobre la justa demanda de los connacionales en el extranjero, falta su debida instrumentación práctica que haga efectivo el derecho en el hecho. La forma y modalidad del voto, el registro de votantes, la campaña en su país de residencia, los costos de la operación y otras cosas prácticas, ahora se han convertido en los obstáculos. Raro que a sus remesas no se les pongan trabas. Por lo pronto se prevé que la participación de migrantes en las elecciones del año que entra será parca y vacía, lo que elevará considerablemente su costo por unidad. Estamos ante la posibilidad de un voto extremadamente caro, arriba de los 400 pesos cada uno. Los partidos y los órganos responsables no han podido encontrar la manera de hacerlo efectivo después del recorrido de tantos años que ha tenido que esperar ese derecho para hacerse realidad. Tenemos un sistema electoral deficiente y muy caro. De hecho, de los más caros del mundo. Esperaríamos que si es caro, fuera efectivo, pero absolutamente no lo es. Las deudas que el Estado tiene con las personas que expulsa por falta de oportunidades son cada día más.

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