■ Leer muchos libros no hace de los individuos mejores lectores
Carola Diez, investigadora y especialista en promoción de la lectura y bibliotecas escolares, informó que siete de cada 10 hogares en México posee menos de 30 libros y la mayor parte de ellos son de texto gratuito que entregan a los infantes en el transcurso de la educación básica.
“Eso es algo significativo. No quiere decir que tener más libros nos haga mejores lectores, porque entonces esto nos lleva a los extremos de ser lectores por kilo. ¿Cuántos libros leemos al año? ¿Eso nos hace mejor lector o peor?”, cuestionó.
A su vez, respondió que, evidentemente, leer muchos libros no hace de los individuos mejores lectores, pues se trata de estereotipos sociales que se modifican constantemente. Hace 50 años, por ejemplo, escribir el nombre propio y deletrear una palabra sencilla era suficiente para considerar a alguien alfabetizado.
Durante su participación en el coloquio Los usos sociales de la Lengua hoy, concluido este viernes en la Benemérita Escuela Normal Manuel Ávila Camacho, expuso que el resultado de los niños mexicanos en pruebas estandarizadas como Enlace, PISA y Excale, de acuerdo con la percepción social, es malo, pero en realidad “resulta que los niños mexicanos no salen mal en todo, es en algunas cosas”.
Según expuso Diez, “casualmente esas cosas en la que salen mal son las cosas que más puntos dan porque son habilidades más complejas, pero salen bien cuando se trata de reconocer palabras previamente dadas en un texto, encontrar palabras clave y repetir información textual”.
El problema es cuando se pide a los niños hacer inferencias o preguntarles qué más pudo haber hecho algún personaje: “ahí parece que los chicos se quedan en blanco, eso es lo que no saben hacer”.
La investigadora de origen argentino, actualmente responsable de Servicios Educativos en la biblioteca Vasconcelos, manifestó la necesidad de entender las demandas sociales que inciden en la promoción de la lectura.
Aunado a ello, “tengo que leer más y mejor, no dejar que me sigan engañando de esta manera en cualquier ámbito, y no puedo seguir teniendo vergüenza de mi forma de hablar, escribir o leer”, añadió.
Diez señaló que “la promoción de la lectura tiene muchas escalas, hay que ser cuidadosos y tener en mente qué quiero y para qué. No puede ser que la inversión más importante de algunas bibliotecas o instancias de formación de lectores sea en brillantina, papelitos y lecturitas que empiezan, terminan y después no pasa nada”.
