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viernes, 3 mayo, 2024
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¿Es necesaria una reforma electoral?

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Partamos de la definición del adjetivo “necesario”, en letras de la Real Academia de la Lengua Española: Que hace falta indispensablemente para algo. Ó: Que forzosa o inevitablemente ha de ser o suceder. A partir de ahí, podemos fijar ruta hacia el análisis concreto del caso que pretendemos abordar en esta participación editorial. El debate respecto a la reforma electoral ha venido cobrando relevancia en nuestra agenda pública, a ratos. Cuando las noticias aberrantes de la violencia le permiten asomarse o cuando la tinta no se derrama en emergentes notas, como la sorpresiva aprehensión del ex procurador general de justicia, Murillo Karam o la liberación de la ex secretaria de Estado, Rosario Robles. 

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El debate no es menor, es de suma importancia. Durante los últimos cincuenta años, la sociedad mexicana ha vivido en un ciclo interminable de mejora en las reglas del juego para acceder y ejercer el poder, Leviatán temible de nuestra historia. Ello mismo nos debiera llamar a la inmediata reflexión ¿en el punto por el que atraviesa el país, frente a una crisis de civilidad y todo lo que ésta significa en el ámbito institucional, social, económico e incluso, cultural, nuestras fuerzas, tiempo y capacidad para la deliberación, debieran concentrarse en una reforma tan trascendente para la vida pública y democrática de México, como lo es la que se discute hoy en apartados foros pretendidamente de parlamento abierto en el Poder Legislativo Federal? Yo considero que no. Por todo lo dicho y porque nuestro sistema funciona, racionalmente, bien. Además de lo anterior, las áreas de oportunidad que se identifican continúan en los eternos promotores de la “reforma ajena”, es decir, en los partidos políticos. De este argumento, aquí mismo hemos vertido nuestras ideas al respecto: llevamos décadas en la sí necesaria reforma a nuestros partidos políticos. Lo que aqueja hoy a nuestra democracia no es un árbitro mal armado, por el contrario, el Instituto Nacional Electoral, es una institución cuyo modelo vigente sirve de ejemplo para la mayoría de nuestras entidades públicas. El desafío más importante hoy se encuentra en nuestros institutos políticos. Son nuestros dado que los pagamos, y dado que la propia Constitución los define como “entes de interés público”, nos pertenecen pues, militemos o no en ellos, a todos. Los más preocupantes fenómenos de nuestros procesos electorales no están en el INE, sino en los métodos que nuestros partidos utilizan para incumplir, simular o evadir la ley: el involucramiento del crimen organizado, la falta de ética en la conducta de las personas candidatas, el uso y abuso de recursos públicos en las contiendas, y el largo etcétera. 

Pero más allá de este argumento, me gustaría aprovechar el espacio para hacer eco de los que, a mí parecer, son los dos más grandes funcionarios electorales que ha tenido este país: José Woldenberg, que en un ambiente de consenso, supo posicionar al entonces IFE como una institución confiable, a tal grado que ese legado parece infranqueable, aún frente al constante desgaste que es sometido por unos y otros jugadores de la cancha política, y el actual presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien ha asumido la defensa de la institución, con valentía y astucia, que se puede o no compartir (en este momento de disenso total, lo único seguro es lo segundo), pero que no puede escatimársele: ahí donde se le ha convocado al debate, lo ha dado; ahí donde se le ha permitido la voz, la ha usado, en el mismo sentido: defender el rol, la esencia, la visión y la misión de la institución que los mexicanos, vía representación, le encargamos cuidar.

Para ambas citas uso notas de este mismo medio. La primera titulada: No hay ambiente para una reforma al sistema electoral: Woldenberg, de la que se desprende la siguiente declaración del ex consejero presidente del IFE: 

“No hay un ambiente ni la comprensión para reformar para bien el sistema electoral. Como toda construcción humana, el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal electoral son perfectibles, pero no se está discutiendo eso por desgracia”. La segunda, cuyo encabezado es: Considera Lorenzo Córdova que no es indispensable una reforma electoral. En la que se cita al actual consejero presidente del INE: Una reforma de carácter electoral “no es indispensable; el país no está en riego ni la democracia”, si no se aprueba, se puede organizar y conducir sin problemas la elección presidencial de 2024. 

Ambas posturas merecen profundidad y utilizo solo los encabezados para invitar al lector a una atención profunda de ambas. A debatir con las ideas, superando el rostro de los hombres que las enuncian y, sobre todo, a superar pronto ese despropósito, pues, me atrevo a defender que, en respuesta a la pregunta que da título a este texto, una reforma electoral, en este preciso momento, no solo no es necesaria, no es oportuna, no es prudente y ni siquiera parece una buena idea.

@CarlosETorres_

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