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sábado, 18 mayo, 2024
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Presentan la obra Arreola por Arreola. Bestias y prodigios, en el teatro Calderón

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Por: ALMA RÍOS • admin-zenda • Admin •

“Era como que algo iba a pasar (…) un gran happening”, coinciden Alonso y Chema Arreola, en la descripción de la irrupción de Juan José Arreola en los quehaceres del mundo cotidiano, comprando tamales o conversando con los taxistas. Intercambios en los que podían hacerse presentes grandes autores citados en su original lengua francesa.

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“La gente lo quería porque de repente aparecía como para establecer una ruptura en la realidad”, dicen los nietos del autor de Varia invención, La Feria, El Bestiario, entre otras obras, quienes lo recuerdan ataviado con una capa y montando una motocicleta.

Este viernes a las 20 horas en el Teatro Fernando Calderón se presenta Arreola por Arreola. Bestias y prodigios. Una obra que sin buscar la promoción de El Bestiario –cosa que de todas formas consigue-, representa “un regocijo” que se inscribirá para Zacatecas en la celebración del Día Internacional del Libro, un hecho que pondera positivamente, “sobre todo en un México tan violento y en un mundo tan jodido como nos está tocando vivir”, su autor y director, Alonso Arreola.

Ante este escenario, agrega al gusto que le implica provocar que el público se asome a la obra y la excéntrica personalidad de su abuelo, su convicción, “certeza” le llama, de que la construcción de la felicidad “está basada en buena medida por el hallazgo de la belleza”, en impulsarla, pues acota, ésta también obliga a realizar “actos políticos”.

Mostrar El Bestiario a modo de homenaje a la creatividad de Juan José Arreola pero también a la generosidad de otro grande de la literatura del país, José Emilio Pacheco, quien se convirtió en el amanuense del primero para generar “un libro tan bello (…) me parece un absoluto privilegio”.

Bestias y prodigios es una invitación a penetrar en “el cráneo de un lector” y compartir así sus visiones, lo que imaginaría ante la provocación de la lectura de El Bestiario, que hará en escena José María Arreola.

Es un espectáculo que suma lo visual y lo auditivo, el vestuario y elementos escenográficos para proponer una teatralidad en la que se asoma la excentricidad del escritor de Zapotlán, en su paseo por los defectos humanos reflejados, ya sea en el sapo, en el rinoceronte, el búho o el ajolote.

Recuerda Alonso Arreola, que luego de seleccionar a quienes participarían y la obra en sí, una que eligió por puro “caprichazo”, porque siempre le atrajo el papel que los animales cobran en Juan José Arreola, donde a veces se humanizan pero en otras, son los hombres los que se animalizan para proponer laberintos “muy particulares”, se dio cuenta que faltaba un hilo conductor, mismo que encontró en la figura de José Emilio Pacheco.

“Mi abuelo termina dictándole el libro”, que surge por ello, observa, “con un alto nivel de oralidad, muy singular en las letras mexicanas”.

En la obra, Pacheco, representado por Fernando Rivera Calderón, revela “los entresijos, las bambalinas del libro, es como un behind the scenes”.

La efervescencia Arreola, surge en la conversación con Alonso y José María, y se convierte en una fiesta para hablar de un grande de las letras mexicanas que supo seducir a su gente cercana, pero también y a través de la televisión, -algo que en su momento se le cuestionó-, a un público masivo.

Lo hizo, observa Alonso Arreola, “explotando sobre todo algo que es asombroso”, que muchos le reconocieron pero que sus nietos vivieron de cerca, “su memoria absolutamente prodigiosa y una capacidad de asociación y análisis fuera de serie”, aunadas a una amplísima cultura.

“Era un poco como el Funes de Borges, digo estoy exagerando, pero sí, una de nuestras mayores entretengas era verlo solo y ver de qué le preguntábamos, le podías preguntar sobre lo que fuera”, dice Alonso Arreola.

Alonso y Chema Arreola agradecen la extravagancia, del que caracteriza este último, como “un libro vivo que tomó una motocicleta” y se dedicó a ser diferente pero también a provocar la felicidad en las personas.

“Porque yo, si recuerdo algo, era la inmensa felicidad de las personas cuando llegábamos a comprar tamales”, comenta José María.

“A dónde fuera”, interviene Alonso. Quien agrega, que la presencia del escritor, editor, traductor y tallerista nacido en Zapotlán el Grande –ahora Ciudad Guzmán-, Jalisco, en 1918, “era como que algo iba a pasar”.

Así coinciden en que efectivamente el efecto Juan José Arreola implicaba un happening en sí mismo, y agregan a colación, que fue uno de los creadores de este concepto artístico, personificándolo a veces con su poesía en voz alta, pero también un actor formado tanto en México como en Europa, al por tanto siempre lo acompaña el histrionismo, aun en casa.

“Creo que nosotros sin darnos cuenta, todo el tiempo estuvimos al lado de un gran performer –dice José María.

-El gran happening.

-Que luego pasamos por el rock…nosotros tuvimos que entender quizá a Los Beatles o a Los Doors para comprender muchas cosas que él comprendió a través de Baudelaire, de Rimbaud.

-Sí, sí…

La libertad creativa y el logro del encuentro

Mientras que José María celebra el ejercicio de la libertad creativa y personal de Juan José Arreola, Alonso festeja como el legado máximo de su abuelo y que ubica como el motor de su “autodidactismo”, su búsqueda y consecución del encuentro con las personas, los acontecimientos y las obras con las que le interesaba vincularse.

Su autodidactismo, provocado en principio por la guerra Cristera que lo forzó a abandonar los estudios en el tercer grado de instrucción primaria, se convirtió luego en una convicción del escritor, quien obtuvo el grado de doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Colima, esto en vida, y post mortem, por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Recuerda José María, “que cuando se acercaba a nosotros a ver qué nos estaban enseñando en la escuela, a mí me decía: dejen la escuela y vénganse conmigo (ríe)”.

La invitación de Arreola provocó que Chema perdiera el primer año de la preparatoria, “por irme con mis amigos a su casa” con todo y cuates.

En Río Guadalquivir 75 en la colonia Cuauhtémoc, simplemente se jugaba ping-pong y se escuchaba a Juan José Arreola “abrir el mundo”.

“Mi abuelo era de los de, no vayan a la escuela (…) de repente abría un libro de texto, y me tocó que dijera: ¡Ay Dios santo!”

Pero Alonso y José María Arreola sí fueron a la escuela, ambos son músicos que también escriben, el primero es egresado de Lengua y literatura hispánicas. Junto a Fernando Rivera Calderón tocan en el grupo Monocordio. El segundo tiene una novela publicada. Y actualmente promueve el trabajo de Libros vivos, una compañía que propone una nueva forma de leer, auxiliada por la música y efectos visuales que se suman a la intervención por ejemplo, de autores como Juan Villoro y Xavier Velasco, como ocurrió en el festival Vive Latino de hace dos años.

La invitación para atestiguar Bestias y prodigios, cuya entrada será libre, y en la que participan la cantante Iraida Noriega y Arturo López, éste quien realiza mediante agua, arena y tinta ilustraciones en vivo mediante un proyector de acetatos, “es muy clara, mi hermano construyó un mundo que se parece mucho, me consta, al de Juan José Arreola”, con sus agudezas y humor.

“Como artistas mexicanos que queremos buscar otras formas de comunicarnos con el público, es la invitación a descubrir a un autor que tiene muchísimas sorpresas bajo el sombrero, porque él utilizaba un sombrero y muchos ases bajo la capa, por no decir bajo la manga. Entonces yo creo que de eso se va a tratar, de hacer una fiesta y de reencontrarnos con él”.

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