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viernes, 26 abril, 2024
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Texto, intertexto

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO • admin-zenda • Admin •

La obra de Jorge Luis Borges (1899-1986) es el pretexto perfecto para ejemplificar los avatares del concepto de intertextualidad, ya que aparenta estar relacionada con toda la literatura. A esta apariencia, en el número de mayo de la revista “La tempestad”, lo denomina Herson Barona “El efecto Borges” y en su artículo cita muchos ejemplos tomados de la literatura, el cine o la sociología que parecen confirmar esa hipótesis. El primer ejemplo de Barona lo toma del prefacio de “Las palabras y las cosas” de Michel Foucault, en el que Foucault asegura que su texto nace de la risa que sacude al pensamiento cuando reflexiona sobre cierta lista china citada en “El idioma analítico de John Wilkins”, un texto de Borges. Aquí podríamos cerrar el círculo de influencias: en 1991 aparece, bajo el sello de la universidad de Chicago, el libro “The Foucault Effect” de G. Burchell y C. Gordon. ¿Influyó ese texto en el título del artículo de Barona?. Al catálogo de Barona añadimos tres ejemplos. En el capítulo I de su libro “More Heat than Light” (Cambridge,1991), Philip Mirowski cita “La esfera de Pascal” para oponer una metáfora a otra, en la novela de Greg Bear “Ciudad al final del tiempo” se dice que Borges tuvo conocimiento de los hechos ahí narrados, en el prefacio a su libro “Los últimos capitalismos”, Jorge G. Castañeda cita el relato “Funes el memorioso”. Aquí nos gustaría mantenernos bajo la égida de la narración “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius” apoyados en una lectura no escapista de Borges fundada en otra idea del mismo Borges expuesta en “Pierre Menard autor del Quijote”. El punto de partida es la cita, tomada de “Tlon”: “…la realidad cedió en más de un punto. Lo cierto es que anhelaba ceder. Hace diez años bastaba cualquier simetría con apariencia de orden -el materialismo dialéctico, el antisemitismo, el nazismo- para embelesar a los hombres.”. Tlon es una fantasía urdida por un conjunto de hombres que, aparte de una enciclopedia, han distribuido por el mundo artefactos que confirman lo escrito en ella. Pero todo ese trabajo sería vano si los seres humanos no tuviesen el deseo, la compulsión, de ceder ante cualquier ideología, que Borges denomina “simetría con apariencia de orden”, por ello Tlon es un relato en el que vemos funcionar los trabajos de la ideología que nos domina. No es que sean muy verosímiles los supuestos de esa ideología, pueden ser totalmente falsos y carecer de todo apoyo material, lo que resalta el relato es que la gente quiere creer, pero es reacia a avanzar de la mera creencia al conocimiento. Por eso gran parte del relato se entretiene en narrarnos las maravillas de Tlon, sus tigres transparentes, sus filosofías, su organización idealista de las cosas, para al final rematar diciéndonos, en la posdata de 1947, que todo eso relatado es “ficticio” -¿no lo sabía el lector?-porque fue promovido explícitamente por el libre pensador Ezra Buckley, de Tennessee, con el fin de mostrarle a un Dios en el que no cree que los seres humanos pueden concebir un mundo.

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Durante las recientes elecciones para rector en la UAZ los universitarios se vieron expuestos a la narrativa, promovida por Alfredo Femat Bañuelos y Francisco Javier Domínguez Garay a través de su candidato Antonio Guzmán Fernández, que la solución a los problemas de la UAZ pasa, primero, por la unidad de todos los universitarios y, segundo, por la elección de Guzmán Fernández para rector. Según ellos la unidad a su alrededor la consiguieron mediante un intenso dialogo con todos los sectores universitarios, por lo que no esperaban tener oposición. Según parece fue el proyecto que tienen lo que convenció a la mayoría. Por supuesto hubo oposición, lo que demuestra que la “unidad” no existía, y aparecieron otros dos candidatos, uno de los cuales no obtuvo su registro y el otro abandonó la contienda. Al relato triunfalista de unidad de Guzmán Fernández y sus aliados se le opuso, por la fuerza de las cosas, otra narrativa. Es verosímil que Miguel Moctezuma no obtuviera el registro debido a ordenes dadas “desde afuera”, y es bastante claro que Carlos Aréchiga abandonó la contienda porque se filtró un audio en el que se mostraba que el gobierno del Estado apoyaba a Guzmán Fernández al lograr para él los votos del STUAZ y los de todos los sectores afines al secretario general de la UAZ, Cuauhtémoc Rodríguez. También es claro que, aunque iba sólo, no obtuvo la aprobación de más de 65% de los universitarios, por lo que su narrativa de unidad quedaba un tanto desvirtuada. Pero los trabajos de la ideología son incesantes, y no son los indicios lo que mueve a la reflexión a los universitarios. La verdad –y aquí la literatura entronca con el mundo- es que los universitarios quieren creer que sus problemas tienen solución sin conflicto, sin crítica, sin ideas y sin riesgos, que basta hacer acuerdos con el que “va a ganar” para que todo se resuelva. La página inicial de “Trópico de Capricornio” apoya está conclusión. ■

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