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jueves, 25 abril, 2024
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Las alianzas partidistas: arcoíris de incongruencias

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Admin •

En un sistema bipartidista como el de Estados Unidos, la competencia electoral se resuelve con el triunfo de uno que logra más de la mitad de los votos emitidos válidos, mientras que el otro se queda con el resto, siempre menor al 50 por ciento. En los hechos, los dos partidos, Demócrata y Republicano, son grandes coaliciones de corrientes políticas e ideológicas que dirimen el conflicto interno por las candidaturas mediante las elecciones primarias, pero en las campañas se presentan como partidos monolíticos. En los sistemas pluripartidistas maduros, integrados por partidos que impulsan proyectos programáticos distintos y reconocibles, congruentes con principios ideológicos claros, son usuales las alianzas antes y después de las elecciones como la que tendremos en junio próximo, de 500 diputados. Organizaciones con programas parecidos y principios compatibles pueden integrar y registrar coaliciones para competir en un proceso electoral, o ir a la competencia cada uno por su lado con candidaturas distintas y, una vez integrado el parlamento unir sus fuerzas para, en su caso, formar una mayoría legislativa que haga viable un programa de gobierno pactado.

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Lamentablemente, el sistema de partidos que existe en México no está conformado por partidos como los descritos arriba, más bien se trata de organizaciones formadas por grupos pragmáticos que disputan internamente por la distribución de posiciones de dirección, candidaturas y dinero, nada preocupados por tener un comportamiento congruente con sus documentos básicos, que existen y son actualizados sólo porque las normas legales así lo exigen. Esa es la razón de que en los procesos electorales federales y locales se hayan producido todo tipo de alianzas, antes o después de las elecciones, que han generado la percepción ciudadana de que todos los partidos son iguales. Para ilustrar lo dicho recordemos que en el Congreso de la Unión ha funcionado durante tres décadas una coalición muy consistente entre PAN y PRI para aprobar las reformas neoliberales contenidas en el Consenso de Washington; también recordemos la mayoría integrada por PRI, PAN, PRD y Verde para apoyar las reformas estructurales contenidas en el Pacto por México.

Si uno realiza en Internet una búsqueda de notas periodísticas relacionadas con las alianzas proyectadas para los procesos electorales próximos veremos todo un arcoíris de posibilidades, como una entre el Panal y el PRD en la Ciudad de México, otra entre PAN y PT en Campeche y Colima, sin olvidar que ha habido varias entre el neoliberal PAN y los anti neoliberales PRD, PT y MC, como la que compitió en 2013 por varios ayuntamientos y diputaciones locales en el estado de Zacatecas. Tampoco debemos dejar de mencionar la alianza total que se ha expresado reiteradamente en la Legislatura local para aprobar por unanimidad los presupuestos anuales y las cuentas públicas del estado y los municipios.

De lo anterior podemos sacar la conclusión de que se requieren grandes reformas al sistema de partidos para que la ciudadanía se pueda sentir representada por ellos. Entre más pronto se acepte que sufrimos una crisis de representación, más pronto se pondrá remedio a la misma.

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