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viernes, 26 abril, 2024
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Gerardo del Río, la real majestad del alucine

Historia y Poder

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Apto para todo: experto en archivística y restauración en el Archivo Histórico de Zacatecas, dibujante atípico, poeta con perfil inigualable, veedor incansable de la vida cotidiana de una ciudad con sus torrentes de imágenes, Gerardo del Río es parte integrante de la poderosa comunidad de creadores que desde hace años se apersona con los demás para fortalecer el ímpetu creador y la denuncia.

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Fue el primero que conocí en mi nueva etapa de 2013, enero, Lupita Marchant me llevó temprano al Instituto de Cultura, ahí estaba Gerardo del Río haciendo algún trámite y me lo presentó y yo intentaba -con un buen de recursos que llevaba para dedicarme exclusivamente a estudiar la historia de Zacatecas- reconocer a esa ciudad y estado que tanto me había cautivado desde niño y mientras mi hijo estudiaba primero de secundaria num. 34 TENAMAXTLE, en Lomas Bizantinas, yo hacía alianzas, contactos, propuestas, pero sobre todo, estudiar ávidamente la historia de las rebeldías y sumisiones de los zacatecanos todos.

Más de rato lo vi en su juerga: las instalaciones poderosas del Archivo y ahí lo primero que me manifestó fueron las condiciones precarias de lo que sobrevivió al estruendoso incendio de enero de 1975 donde miles de documentos de inigualable valor fueron destruidos y lo que vi fueron cajas y cajas en el vil piso de documentos semiquemados y que después de más de 40 años seguían sin ninguna atención, de inmediato lo denuncié ante la opinión pública y al comodino director de cultura, Gustavo Salinas Íñiguez.

Mi denuncia iba acompañada de un plan de restauración.

El Gobernador Miguel Alonso siempre fue atento conmigo pero don Gustavo, director del Instituto, de volada espetó que cuáles eran mis cartas académicas y me puso trabas -curiosamente un año antes me lo habían presentado en un evento en el Museo de Arte Moderno de San Luis Potosí, obvio, él no se acordaba pero yo siempre recuerdo cada rostro, cada instante, cada contexto- y con un profundo dolor e indignación protesté porqué tan valiosos documentos seguían sin atención alguna y en el piso, ni siquiera en estantes.

El Archivo me pareció impresionante, Gerardo continuaba con su labor siempre muy creativo, yo revisaba asombrado miles de documentos extraordinarios, muchos en muy mal estado y en manos de un público-aunque muy escaso-con altas probabilidades de estropearlos más debido a sus condiciones precarias y vi legajos enteros de la prostitución infantil en Zacatecas desde 1840, sus fichas, fotografías originales, reportes policiacos y sanitarios de 1851, niños boleros, lecheros y tenderos, rateros fulgurantes, homicidas respetuosos e  informes de gobernadores, o sea, la raíz de un Zacatecas inigualable en el contexto nacional.

El tema central es Gerardo del Río Acevedo, parte del equipo editor creativo del periódico del Archivo EL PREGONERO, diseñador de todo y para todo en un museo que requiere labor minuciosa,  pero antes que nada, autor poético, fino poeta con varios libros al lomo, prologuista, fotógrafo aficionado, o sea, un cronista sin ínfulas de nada más que reproducir su entorno y lo que lo cautiva, un gato en una ventana vieja, un bote de cerveza como mudo testigo de parrandas juveniles, un dulce a medio comer en una de las interminables escaleras que acompañan al poderoso recorrido zacatecano.

Pronto el dinero se me agotó pero pude en un lapso de un año y medio repasar TODAS las bibliotecas públicas de la ciudad y sus archivos, -muy impresionante el Municipal, donde me pasé largas jornadas haciendo miles de apuntes- y seguí viendo de cerca la labor incansable del Geras como poeta en los festivales del Sam, como caminante desde Guadalupe hasta las instalaciones del Archivo, como dibujante colorido con un estilo propio y muy coleccionable y lo más importante, la labor cívica indignante que Gerardo esgrime ante la grave situación de emergencia humanitaria que padece Zacatecas ante la violencia, el crimen, el despojo, el desmadre institucional.

En la extensa biblioteca de Lupita vi varios libros suyos, poesía con finales inesperados, ediciones finas y bien cuidadas y siempre he querido tener alguno de sus dibujos y lo único que he podido es hacer cuando menos algún acopio que publica continuamente en redes sociales.

Finalmente, la entonces directora del Archivo, María Auxilio Maldonado, logró poner en estantes dignos los restos de esos miles de documentos semiquemados pero tengo entendido que siguen ahí, sin ser rescatados.

Yo ante mi crisis económica tuve que andar de cantador para sostener inseparable mi afán de saber de todo sobre la historia de Zacatecas-lo que me había perdido durante tantos siglos- y pude publicar 3 libros y colaborar con La Jornada Zacatecas donde próximamente se cumplirán 10 años de otro estilo en el mundo entero: Historia y Numerología, el pueblo gitano emitiendo puntos de vista, yeque yustique cuidado a mi jachioli para la gañipea en el eterno aupar de una ciudad memorable en mi contexto y mi algarabía.

Gerardo del Río Acevedo tiene la suya: escribir, restaurar, dibujar, ser feliz pese a todo.

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