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jueves, 18 abril, 2024
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La derecha corrupta de México; peones de la empresa transnacional

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Durante casi 4 décadas pocos hablaron de neoliberalismo. La gran mayoría de los intelectuales mexicanos prefirieron adaptarse a las necesidades ideológicas que tenía el capitalismo sobre nuestro país y, de esa forma, no sólo evitaron la persecución sino que, además, gozaron de las migajas que les otorgó un modelo de sociedad que usó la corrupción como una forma de acumulación, centralización y concentración de la riqueza.

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Se percibe que desde 1982, en el gobierno de Miguel de la Madrid, nuestro país registró una nueva orientación económica (tema muy amplio de exponer aquí) que se caracterizó por una completa apertura a los capitales foráneos; financieros, industriales y comerciales que, con el apoyo del gobierno mexicano (que mostró más interés a favor de los foráneos que en sus compatriotas), se fue apropiando de todo lo que garantizara grandes negocios para los extranjeros.

Desde entonces, y de manera consecutiva, hasta la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República, se perfiló una vocación gubernamental “malinchista”, o de traición a la patria, que dió la espalda a la gran mayoría de los mexicanos. Eso incluyó a la burguesía financiera, industrial y comercial nacional, con excepciones a los que invitó al reparto de bienes de la nación.

Así, en un abrir y cerrar de ojos, ese puñado de negociantes nacionales figuraron entre los principales ricos del mundo. Pero, hasta la fecha, incapaces de producir progreso científico y tecnológico y, por lo mismo, siempre dependiendo del desarrollo que se produce en países imperiales.

México fue de los últimos países de América que sucumbió a los embates del modelo neoliberal que fue exportado por los capitales y gobiernos de naciones desarrolladas, con el propósito de RESOLVER SUS PROBLEMAS de crecimiento y desarrollo económico y el incremento de la ganancia empresarial, con cargo al saqueo a las naciones subdesarrolladas, la destrucción de su naturaleza, el crecimiento de la miseria y la implantación de gobiernos autoritarios.

Según la lógica de ese modelo neoliberal, México debía destruir su planta productiva, industrial, financiera y comercial, y abrir las puertas a los capitales extranjeros. Así, se liquidaron la CONASUPO, ANAGSA, FERTIMEX, PRONASE, Ferrocarriles Nacionales de México, TELMEX, Altos Hornos de México, IMEVISIÓN (hoy TV Azteca), BANRURAL, Luz y Fuerza del Centro etc. En su lugar, entró la empresa privada extranjera.

Triste papel jugaron los 6 anteriores gobiernos de México, con un ejercicio del poder público para allanar el aterrizaje de los nuevos “Hernán Cortes”, combinando represión, persecución, limitación de libertades de manifestación y de expresión, encubiertas con verborrea de democracia a la que involucraron medios de comunicación, intelectuales y clase política. La descarada corrupción fue generalizada y fue método para la apropiación extranjera de nuestras riquezas.

AMLO sostiene que el principal problema de México es la corrupción. En realidad, sólo es la parte visible. La corrupción actual es el método, más que un instrumento, descarado, ilegal e inmoral del nuevo colonialismo mediante el cual se ejerce todo tipo de actividades (desde económicas, sociales, políticas, ideológicas e intelectuales) encaminadas a desembocar en la elevación de la tasa de ganancia del capital extranjero con cargo al saqueo de nuestras riquezas nacionales. De ello, sólo reparte algunas migajas al capital nacional, en su papel dependiente y subordinado.

Hemos vivido un neocolonialismo que encontró facilidades al promover como presidentes de la República a egresados de universidades estadounidenses, donde se enseña la política económica neoliberal (Salinas y Zedillo) y luego a un administrador de un monopolio internacional (Fox de la CocaCola), después a Calderón que, aunque estos dos no estudiaron en el extranjero, son fieles a los ideales neoliberales. Peña Nieto, en realidad, sólo fue una marioneta, permitió hacer y deshacer.

La presencia de un presidente nacionalista en México ha significado un contratiempo para los beneficiarios extranjeros de la política neoliberal (OHL, Iberdrola, Odebrecht, Exxon, Chevrón, Texaco, Mobil, Santander, BVVA, etc.), también para los beneficiarios nacionales: los que no pagaban impuestos y, en cambio, recibían inyección de recursos públicos como rescates, incentivos, apoyos a “innovaciones tecnológicas”, contratos jugosos y a sobreprecios (Televisa, TVAzteca, Oxxo, Coppel, Elektra, Maseca, Bimbo, Femsa, etc.).

Ello ha sido posible por la existencia de una clase política, empresarial, de la comunicación e intelectuales carente de vocación nacionalista, quienes en la comodidad de la corrupción no sólo han justificado y encubierto una realidad neocolonizante de México, sino que PARTICIPAN ACTIVAMENTE EN SU DEFENSA. Son los Peones de los extranjeros.

La lucha por detener la reforma energética propuesta por nuestro presidente, como parte de la reorientación nacional, es un ejemplo evidente. La iniciativa privada transnacional, una parte de la nacional, gobiernos extranjeros, la oposición “malinchista” (PAN, PRI, PRD, MC) e intelectuales que dicen “investigar” forman un todo orgánico neoliberal. Nada mal que AMLO les llame, como Gramsci, “Intelectuales Orgánicos”.

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