Recomiendo ampliamente una serie norteamericana llamada ‘Mad Men’, traducida al español como hombre loco, y la cual se puede encontrar en Netflix hasta su última temporada.
Mad Men es una serie muy perspicaz, sin lugar a dudas una de las series más inteligentes que he visto, que valga la presunción, no han sido pocas, basta investigar el palmarés de la súper producción para darnos cuenta que es una de las mejores de la historia. La serie se desarrolla en Nueva York, específicamente en el distrito de Manhattan donde se ubica un corporativo que después se convierte un imperio del negocio de marketing en los años 50, por lo que nos narra los inicios de un montón de cosas que sin ellas no se podría entender nuestra realidad; una de ellas es el análisis que hace esta firma de “marketineros” sobre el primer debate de la historia mundial, llevado a cabo en los Estados Unidos y teniendo como personajes principales al demócrata John F. Kennedy y al republicano Richard Nixon, la perspectiva que me dio este capítulo de esta serie, de este debate fue tan ilustrativa, que me atrevo a compartirla, no sin antes hacer una acotación: Soy estudioso de leyes, no de marketing y como tal, será el desarrollo de la siguiente narrativa.
El debate es una herramienta indispensable de comunicación, que se utiliza para intercambiar ideas y opiniones con un formato específico, previamente establecido por acuerdo de las partes y normalmente de un moderador neutral. Mas allá del concepto general, es importante resaltar que el debate es además, en la democracia, la herramienta ideal para plantear diferencias con el opositor ante un público establecido, con la idea de generar percepción, para así alimentar una estrategia con un fin definido, normalmente destacar sobre los demás.
Dicho lo anterior podemos poner como ejemplo el primer debate de la historia, el cual sentó precedente no solo por ser el primer ejercicio así, sino por lo enigmático de sus protagonistas, que a la postre con la muerte de Kennedy se volvería un ejercicio de culto, imagino que para los estudiosos de las comunicaciones es un episodio que se estudia a profundidad, y que analizado con detenimiento se pueden destacar muchas cosas, como por ejemplo el hecho de la percepción que genero en los dos receptores del mismo, por un lado los que siguieron el debate por televisión y por otro, los que lo escucharon en la radio. Los que escucharon el debate por la radio, coincidían en que el ganador había sido Richard Nixon, mientras que los que lo siguieron por televisión aseguraban que el ganador indiscutible era Kennedy; la disparidad en la percepción se debe al primer punto a destacar y a ser tomado en cuenta por quienes participen en un ejercicio así: la imagen. La imagen es junto con la capacidad de trasmitir una idea al receptor, las dos cualidades más importantes del debate, volviendo al ejemplo, el aspecto de Nixon era débil en comparación con el joven demócrata, quienes lo vieron argumentaban que la imagen “old fashion” trasnochada del republicano pesaba más que su enfático y conservador discurso.
De manera muy general se puede hablar de algunos debates que marcaron época, ellos pueden ser desde luego el que anteriormente describimos en primer lugar, seguido por el de Jimmy Carter y Gerald Ford famoso por la afirmación de este ultimo sobre que no había dominación soviética en Europa del éste; el ganador obviamente fue Carter; después, podríamos ubicar el desarrollado entre uno de los mejores presidentes demócratas de la historia, frente a uno de los peores presidentes republicanos de la historia, me refiero desde luego al llevado a cabo entre Clinton y Bush, el cual destacó por la poca tolerancia a los ejercicios democráticos del segundo y la capacidad de interlocución del primero con las diferentes audiencias, en todo caso ambos fueron presidentes y cada uno fue y será juzgado por la historia.
Es obligado hacer un recuento del primer debate de la historia en nuestro país, el cual se llevó a cabo en 1994, en la elección presidencial entre los candidatos Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández de Ceballos y Ernesto Zedillo (este último como suplente del malogrado sonorense, Luis Donaldo Colosio), el cual estuvo marcado por el contexto nacional en el que se desarrollo, por un lado la muerte de Colosio y por otro, el conflicto armado en Chiapas. El carácter explosivo y la personalidad del “Jefe Diego” para muchos receptores visuales se interpuso a la ecuanimidad de Cárdenas y la solemnidad de Zedillo, otra vez, la imagen se impuso a las ideas, aunque al final el resultado lo conocemos todos.
Los debates son indispensables para las democracias, no se entiende un proceso electoral sin el intercambio de ideas. El mundo no sería el mismo sin esta herramienta de comunicación y en cualquier país civilizado, es una práctica que se lleva a cabo con regularidad, sin embargo, no todas las sociedades son iguales, algunas como la nuestra van un paso atrás y el criterio para desmenuzar la propuesta normalmente no es muy rigurosa. ■
