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domingo, 28 abril, 2024
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Partidos, elecciones y cambio social (6)

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Por: DANIEL SALAZAR M. • admin-zenda • Admin •

Frente a un proyecto de cambio social, los activistas se enfrentan generalmente no solo a la represión del Estado y sus instituciones. También y muchas veces, se topan con la apatía de la población que, en el caso concreto de México, se hace más evidente con  su “decepción pública por la política y los partidos”.

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Junto a eso, la mayoría de los movimientos terminan igualmente y muchas veces, en la decepción o la apatía. Los más optimistas, continúan su actividad pensando que, “tarde o temprano”, las masas empobrecidas de manera “espontánea” lograrán el cambio social con acuerdos y decisiones  “horizontales”: Optimismo fatalista internacional que sostiene la esperanza de que el proletariado eventualmente reconocerá sus intereses históricos…

Hace tiempo ya que la Teoría Leninista de la Organización viene debatiendo sobre estos y otros problemas teóricos y políticos a los que se enfrenta todo movimiento revolucionario. Acusado por propios y extraños de abogar siempre por una línea “ultracentralista” y hasta “sustitucionista”, Lenin al hablar de la necesidad de la centralización politica del movimiento y la organización, lo hizo pensando no el aspecto formal administrativo de la centralización como sus detractores creyeron, sino que lo hizo pensando en la función política y social de ésta pues nunca perdió de vista al enemigo de clase: el poderío centralizado del Estado capitalista mundial.

Por lo hasta hoy expuesto, creo haber dejado claro en esta serie, que la Teoría de la Organización de Lenin es, ante todo, una teoría para la revolución. De esta manera es que no me hago ilusiones pensando en que los partidos institucionales (centralizados formal y administrativamente), puedan hacer caso de mis “amonestaciones”. Espero, eso sí, que algunos lectores de la columna semanal, puedan interesarse por esta perspectiva de cambio.

Los interesados en diversos aspectos de la política en México, habrán podido advertir ya, que todos los partidos con registro en nuestro país se han burocratizado a tal grado que su dirección (unos cuantos y muchas de las veces hasta una sola persona), es la que decide la línea política de la organización por encima de las estructuras formales partidarias. Constituidas para tal objetivo, estas estructuras en realidad existen solo para cumplir requisitos de ley y reglamentos, al mismo tiempo que para guardar la apariencia de una democracia interna. Por ejemplo: Ya no digamos del PRI, PAN, PRD y el resto de la derecha en Zacatecas, la pregunta es ¿quién en Morena eligíó a su actual candidato al gobierno del estado? R= Los mismos que hace doce años eligieron a Amalia. AMLO y su depositario Ricardo, son quienes cual nobleza, sostienen en su organización la vieja política del “apellido largo”.

Volviendo al tema que nos ocupa, una interrogante con más contenido: ¿En la perspectiva del cambio social, es posible que en el transcurso de la lucha las masas por sí mismas puedan hacer conciencia de sus objetivos históricos como lo creen algunos anarquistas, maoistas y hasta algunos teólogos?

La historia no es un proceso automático y, aunque la experiencia en la lucha es necesaria, esta no siempre es suficiente. Un cambio social revolucionario nos dice Mandel, necesita del análisis del desarrollo social en su conjunto, del modo de producción capitalista y de sus contradicciones internas; del conocimiento preciso de la relación de fuerzas nacional e internacional entre las clases y, todo esto, no pueden llegar a hacero las masas por si mismas. La idea del cambio social “inevitable” prevaleció en la Social Democracia Internacional desde la muerte de Marx hasta la Primera Guerra Mundial. Por eso es que el concepto leninista de la organización y de la conciencia de clase fue, y sigue siendo, incomparablemente más rico.

Se ha dicho y cierto es, que sin Lenin la Revolución de Octubre de 1917 no hubiera tenido lugar. Sin embargo, y es importante señalarlo para dejar atrás cualquier indicio de culto a la personalidad, Lenin necesitó de muchos cuadros revolucionarios para que su teoría se abriera paso entre las masas. Él y los bolcheviques se dieron cuenta a tiempo, que sin la educación de cientos de miles de trabajadores bajo el espíritu de un programa revolucionario, la idea de una revolución triunfante era (y es) simplemente insostenible.

El dirigente ruso nunca dudó del poderoso arsenal que contiene la iniciativa de las masas. No es ahí donde estuvieron sus diferencias con Rosa Luxemburgo, Trotsky y otros. Lenin antes que todos, comprendió a tiempo las limitaciones de las masas frente a la construcción del socialismo. Una revolución socialista –sostenía—no puede ser improvisada y las masas tienden a eso…

Hoy, solo los fatalistas o deterministas mecánicos siguen creyendo que a las masas en Movimiento les espera el triunfo. Olvidan entre otras, las derrotas de la revolución alemana y la española;  el “Mayo Francés” (1968) con 10 millones de obreros en movimiento y el “Otoño Italiano” (1969) que, con 15 millones de obreros pudieron ciertamente trascender el economicismo, ocuparon fábricas y prácticamente establecer un poder dual…. Es solo que no lograron derrocar al aparato Estatal burgués ni el modo de producción capitalista. Lo que es más, ni siquiera llegaron a promover una comprensión masiva de estos objetivos… Continuará. ■

 

Fuente: Ernest Mandel (obras)

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