Los integrantes del jurado designado para decidir si Genaro García Luna es culpable o inocente de los cargos que los fiscales de Estados Unidos le imputan, han oído hablar de asesinatos sangrientos, de cargamentos de narcóticos, de una serie de temas típicos de los casos que involucran cárteles, pero sobre todo, de que García Luna aceptó sobornos de capos de la droga; que mientras actuaba como rostro público de la guerra contra las drogas declarada por Felipe Calderón, recibía en secreto millones de dólares del mayor grupo criminal del país, el Cártel de Sinaloa.
El juicio dio un giro inesperado en su tercera semana y parece que entrará en un momento definitivo. A partir de hoy, lunes 13 de febrero, los fiscales ratificarán que, con la ayuda de García Luna, el Cártel de Sinaloa pudo enviar grandes cantidades de droga a diversas zonas urbanas, incluidos los vecindarios de Queens y Brooklyn, que están bajo la supervisión del tribunal federal encargado del juicio. Aunque en México no tenemos mucha información sobre el contenido de sus alegatos iniciales, es de esperarse que en esta oportunidad serán contundentes y, más aún, si García Luna decide testificar, lo que abriría la puerta a un interrogatorio directo de los agentes del estado.
Aunque se esperaba que el juicio durara un mes más, y que la fiscalía seguiría presentando testigos del mundo de la droga, da la impresión de que el juez consideró suficientes las comparecencias escuchadas hasta ahora. Es probable que la defensa contrataque alegando que los testigos de la acusación mienten y que, más allá de sus declaraciones, no existen pruebas concluyentes de que en algún momento García Luna aceptara un soborno. Recordemos que el lunes, el jurado escuchó a Óscar Nava Valencia, exlíder del Cártel Milenio, quien declaró que en 2008, cuando buscaba protegerse de un rival violento, dio a García Luna 3 millones de dólares en efectivo en una reunión secreta en un autolavado. Añadió que García Luna trajo a uno de sus principales lugartenientes, Luis Cárdenas Palomino, quien también ha sido acusado. Otro testigo, Villarreal Barragán (El Grande), apareció en la corte y le contó al jurado que él y Beltrán Leyva le habían dado a García Luna más de 14 millones de dólares en una bodega a principios de la década de 2000.
El martes pasado, los jurados escucharon a otro testigo cooperante, Israel Ávila, un contador del Cártel de Sinaloa, quien les dijo que cuando estalló una guerra, Beltrán Leyva quiso saber si García Luna lo apoyaría e él o a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Cuando García Luna no respondió, relató Ávila, Beltrán Leyva hizo que lo secuestraran durante una semana que concluyó sin causarle daño. Poco después de que fue liberado, él y Beltrán Leyva al parecer quedaron en términos amistosos y volvieron a trabajar juntos. A finales de 2008, dijo Ávila al jurado, García Luna ayudó a su jefe a huir de un operativo realizado por las autoridades en una casa en Acapulco. El escape se logró cuando subordinados de García Luna disfrazaron a Beltrán Leyva como policía federal, dijo Ávila, y lo sacaron de la casa.
El relato del secuestro de García Luna lo corroboró el miércoles otro testigo del mundo del hampa: Harold Mauricio Poveda-Ortega, un traficante colombiano que durante años fue el principal proveedor de cocaína de Beltrán Leyva. Conocido como El Conejo, Poveda-Ortega le dijo al jurado que Beltrán Leyva, en una ocasión, admitió haber secuestrado a García Luna en un ataque de ira, luego de que sospechó que había tomado partido por El Chapo en el enfrentamiento del cártel. La lucha interna entre Beltrán Leyva y Guzmán Loera y sus aliados fue extremadamente violenta y, a menudo, ocasionó bajas entre los policías federales y funcionarios leales a cada faccion.
Una de las revelaciones del juicio es que hubo señales de alerta sobre los vínculos de García Luna con el Cártel de Sinaloa mucho antes de su arresto en 2019. Ya desde 2008, un oficial de la policía mexicana, Francisco Cañedo Zavaleta, presentó una denuncia ante las autoridades de México sobre un episodio que atestiguó que lo llevó a creer que García Luna tenía relación con el cártel. El jueves, Cañedo Zavaleta, quien ya no es agente de policía, dijo al jurado que presentó su reporte luego de ver que García Luna se subía a un coche con Beltrán Leyva y un ayudante, Édgar Valdez, en una carretera en las afueras de Cuernavaca. El exoficial recordó que la reunión sucedió poco después de que se diera la noticia de que Millán Gómez, el oficial de policía aliado a El Chapo, había sido asesinado.
Desde el primer momento, Genaro García Luna fue acusado de permitir que el Cártel de Sinaloa, en aquellos años liderado por El Chapo Guzmán, operara con todas las facilidades en México y de que, a cambio, recibió millones de dólares en sobornos, informaron fiscales federales en Brooklyn. A García Luna se le acusó también de conspirar para traficar cocaína y de realizar declaraciones falsas. Todos los relatos de los testigos directos coinciden con las acusaciones de la fiscalía, lo que sin duda fortalecerá su impacto en el jurado. En el sistema judicial de los EU no es automática la descalificación de los testigos, por el hecho de que si mienten pierden los beneficios ofrecidos por su coperación. Más allá de otras consideraciones, el juicio también podría afectar la credibilidad del sistema de justicia en su conjunto.
