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sábado, 27 abril, 2024
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Despiden al Torque con homenaje póstumo en el patio central de Rectoría

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Por: ALMA RÍOS •

■ Acuden familiares y amigos; comparten recuerdos y mensajes que les dejó el fotógrafo

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“Eso es la vida”, el asumir que se puede ser estimado o detestado, dijo El Amigo Abel, el docente universitario Abel García Guízar, para compartir la reflexión propiciada por la conciencia de la muerte en el contexto del acompañamiento que los amigos, los compañeros de trabajo y los familiares, han ofrecido para despedir a Eduardo Román Quezada (1952-2015).

“Pero luego nos pusimos a reflexionar. ¡Hagamos memoria!, ¿Y al Torque, quién no lo quería? Al Torque por más que le busques, todos los que lo conocimos, de todas las fracciones universitarias, todos lo queríamos. Solamente no lo querían quienes no lo conocieron”, sentenció.

Después ofreció un poema a su memoria, dentro del homenaje rendido ayer al docente, actor y fotógrafo, en el patio de Rectoría de la UAZ, donde sus restos mortales fueron recibidos entre aplausos y asimismo despedidos.

Para Cuauhtémoc Padilla, fundador del taller de fotografía de la Máxima Casa de Estudios en el estado, y su primer coordinador, estafeta que luego pasó al Torque, no hay duda, Eduardo Román, “era el fotógrafo más creativo que ha habido en Zacatecas. De todos los tiempos”.

“Yo no me equivoco en decir que fue el más grande, o es el más grande. Y ojalá hubiera otro como él en su creatividad en la fotografía”, dijo.

Lo refirió como un profesional siempre humilde que nunca presumió “que fuera el gran fotógrafo”. La broma entre ellos rezaba que Eduardo Román había sido el primer alumno de Padilla, “sí”, contestaba el Torque, “pero ya superé al maestro”. -“Y yo le decía sí, indiscutiblemente, por eso no tenemos discusión”.

La carrilla también se dirigía a acentuar que El Torque, desde antes de jubilarse en la UAZ y contra su aspecto recio y fornido, acentuado por una voz grave, era el encargado de hacer la comida para cuando llegaban sus hijos de la escuela.

Sobre su fotografía, Cuauhtémoc Padilla señala que “va a perdurar, y yo creo que van a pasar muchos años en que alguien llegue a superar su obra creativa”. Padilla y otros de sus amigos, también lo recuerdan como cantante, a veces de ópera, otras veces de rock.

 

El Torque actor

Su también amigo, Víctor Hugo Rodríguez Bécquer, recuerda al Torque en otra de sus facetas, la menos conocida, la de actor, cuando coincidieron en el Taller Universitario de Teatro de la UAZ iniciado por Alberto Huerta en los años 70. “Tal vez Huerta coincida en que fue el mejor del equipo”.

Nos fijábamos en la técnica de Carlos Ancira, Claudio Brook y Manolo Fábregas para destacar la voz profunda y grave de Eduardo Román. “Se trabajaba la voz impostada”, recordó de un arte ya no vigente en los histriones.

El apodo, El Torque, que mencionó Cuauhtémoc Padilla constituyó para los amigos el verdadero nombre de Román Quezada, le vino de la representación que hizo en una obra, del inquisidor Tomás de Torquemada. “Lo veíamos ensayar todas las tardes y en el estreno fue tan grandioso que por eso se le quedó a todo mundo”.

De entonces, el también escritor, también recordó la angustia que causaba a sus compañeros el que en los ensayos en lugar de iniciar su diálogo con: “Qué la Tierra se pueble”, dijera: “Que se tierre la puebla”.

El error fue tan reiterado que llegaron a pensar lo hacía intencionalmente. Para el estreno, se hicieron apuestas mayoritarias a favor de que equivocaría el diálogo. Apuestas que perdieron porque El Torque, como se mencionó, estuvo “grandioso”.

Aquí Rodríguez Bécquer situó la trascendencia del apócope, El Torque: “Sí no hay un buen actor, si no hay un buen personaje, tampoco hay una buena memoria”.

Eduardo Román estuvo en el Taller Universitario de Teatro de 1970 a 1975, para luego insertarse durante dos años más, en otro que denominaron El Grupo Trece y al que invitaron como director al propio Víctor Hugo Rodríguez Bécquer.

La última obra en que participó fue ¿Qué pasa Fred?, misma que fuera llevada al Distrito Federal a concurso, hizo memoria. “Y a él le fue muy bien porque en la crítica todos salimos muy mal librados, pero todos se acordaban de la actuación de Eduardo”, expresó.

En 1977 reseña, “acabó, se vinieron encima los problemas de la UAZ y a él le llamó más la atención la vena de la fotografía y se olvidó de la actuación”.

En el taller de fotografía de la Universidad Autónoma de Zacatecas, dijo el director de teatro, El Torque “se metió duro y fue el más consecuente y más disciplinado”, ya convencido de que esta era su vocación. Con su compromiso político y sus preferencias estéticas, Eduardo Román “hizo toda una escuela con sus alumnos que son muchísimos”, expuso.

En el homenaje póstumo, en que estuvieron presentes su esposa e hijos: Rosario Carlos Ruedas y Jaime y Julio César, acompañados de miembros de la comunidad universitaria y artística, familiares y amigos, el coordinador del Área de Arte y Cultura de la UAZ, Alfonso Vázquez Sosa, ofreció una biografía, donde entre otros elementos, mencionó su militancia en el Frente Popular de Zacatecas y la organización intrauniversitaria ABCD.

Recordó que en agosto y octubre de 2014, El Torque fue motivo de homenajes realizados por la Universidad y la Fototeca de Zacatecas, enmarcados por el 40 aniversario del Taller de Fotografía de la UAZ, del que fue titular.

Hoy la Universidad, dijo Vázquez Sosa, “aplaude su trayectoria, su identificación con el alma mater y reconoce en Eduardo Román Quezada a uno de los universitarios más comprometidos con la enseñanza y la difusión de la actividad artística que cultivó”.

En su momento al habla, Jaime Robledo, encargado del Archivo de la Fototeca de Zacatecas Pedro Valtierra, se refirió al homenajeado como “un conocedor privilegiado de la luz”.

Los reseñó como “documentalista de movimientos sociales, de la comunidad creativa y de la vida cotidiana regional”, quien dejó, expuso, “un enorme acervo que documenta la vida política y social desde el último cuarto de siglo pasado hasta el presente”.

Expuso asimismo como una tarea pendiente, la investigación, catalogación y organización de su obra, que pudo apreciarse parcialmente en 30 exposiciones individuales y cerca de 40 colectivas.

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