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sábado, 27 abril, 2024
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Gemelos en el vientre de la muerte [Reseña de ‘Catábasis’, de Pedro Derrant]

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Por: BEATRIZ PÉREZ PEREDA •

La Gualdra 612 / Poesía / Libros

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Si el caer, ya sea del cielo a la tierra, o de la tierra al infierno, es un proceso que implica pasar por varios estadios, varias etapas de la caída, el descenso de Pedro Derrant (CDMX, 1994) en éste su primer libro publicado, Catábasis (2023) Editorial Summa, nombre ideal para el breve conjunto de poemas que nos presenta, es un recorrido que los lectores querrán atestiguar.

Un libro doloroso y hermoso sobre, sólo en apariencia, el duelo por la muerte del otro, del amante, pero menos superficialmente o en estadios más avanzados, es también sobre lo cruel que es ser joven y de repente, un día cualquiera, darse cuenta de la finitud de la vida y la belleza. Saber que sobre uno mismo y frente al espejo, la navaja del tiempo nos apunta a la yugular: este libro es la fotografía bella y hasta luminosa de una herida grave, fatal. Si este libro es trágico, lo es tal vez porque ser joven en esta época es más cruel que para otras generaciones, no sólo se despiertan sabiendo que podría ser el día último para cada uno de ellos, sino que efectivamente podría ser el día último de la humanidad, nunca antes el reloj del apocalipsis estuvo más cerca de la medianoche y el caos.

Pedro no da rodeos, el título es Catábasis y desde el primer verso nos dice:

 

Descender, descender, descender
como es costumbre:
descender
de la fruta la raíz…

 

El poeta elige este tema fundacional, ahí donde dice costumbre también podría decir tradición, desde Homero, Platón, Dante y tantos otros, para guiarnos en el descenso a los infiernos, a la cueva, al viaje principal más importante: al fondo de una mismo. El motivo de este descenso tiene su origen en la muerte del joven amante ya dejado atrás, del que siempre se recordará la belleza pero que al momento de su partida, en el ruin anonimato de las miles de muertes diarias, la voz que guía estos versos ya estaba, cito: “… yo ya estaba demasiado lejos”.

El origen es éste, el inicio es la noticia de la muerte,

 

Anoche
por teléfono
recibí una llamada

hace meses
te olvidé por completo Gabriel y de pronto una tarde
me regresa de golpe tu nombre

 

Pero qué es lo que en verdad el héroe busca en el descenso, cuál prueba quiere superar, cuál es la lección o redención. ¿Será sólo el dolor de la pérdida, la agonía del duelo, o hay algo más? Algo imposible como lo que buscaban los alquimistas, en unos de los poemas está citado el lema de la alquimia: recomiendo visitar el interior de la tierra, ahí, si rectificas podrás hallar la piedra oculta, y el poeta completa diciendo: Y yo, que tengo nombre de piedra puesta en la corriente helada de un río… quise descender por si encontraba mi reflejo en el reverso de las aguas.

En el poema, el amante caído tiene nombre de ángel: Gabriel, recordemos que este arcángel posee el signo de la revelación y es asociado con la función de mensajero, entonces, la muerte de Gabriel qué mensaje trae, cuál es la revelación terrible que hace al poeta, pienso que es la de saberse finito, el haber compartido un instante de vida y por ello también de muerte con el ángel, porque en la extinción del otro algo de nosotros muere, porque somos, cito: “un par de amantes: gemelos en el vientre de la muerte”.

La certeza de la muerte propia y la sentencia de que nunca volveremos a ser tan jóvenes como ahora. Al llorar la muerte del ángel también se llora la propia, ese final ajeno que nos deja un tinitus en el oído.

Eunice Odio tiene un verso, vivo en mí demasiado, soy un río hacia dentro, y es una buena definición de la vida interior de los escritores, por lo menos de una gran parte de ellos, estamos en una especie de catábasis perpetua, pero hasta el poeta y con mayor razón el héroe, en algún momento debe volver a la superficie, salir de nuevo al mundo, cito:

 

Al fin, el que desciende siempre vuelve
su rostro con nostalgia para arriba,
a la superficie que ha dejado.

 

El poema está próximo a terminar, las etapas del descenso en este breve e intenso libro. Es un gran acierto que Pedro no termine con un poema en la cumbre del dolor, o bien en el silencio de la gran lección aprendida, no, acaso la revelación del arcángel Gabriel sea que la vida, breve o no, merece ser vivida. El último poema de este libro es un canto de ternura, el acto de recordar con bondad y esperanza, porque por ahora… no hay peligro. Soy un hombre entero que se ha de quebrar dentro de muchos años, sin ruido.

 

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra612

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