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sábado, 18 mayo, 2024
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Apuntes: finales de partida 2/3

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Por: RICARDO BERMEO • admin-zenda • Admin •

Continuaré bordando algunas ideas en torno a una perspectiva con la cual pensar lo más lúcidamente que sea posible, el panorama complejo y convulsivo del Siglo XXI.

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Las respuestas a ¿qué podemos esperar?, oscilan entre dos extremos, por un lado, el espejismo/señuelo de una  utopía tecnocientífica, que entroniza al “progreso”, como algo deseable, “neutral”. Por el otro lado, un escenario de pesadilla -en vías de realización-. Un escenario convulsivo, con fallas y fracturas de carácter multidimensional. Únicamente mencionaré,  al “calentamiento global”,  -ya- previsible, con seguridad (a pesar de Donald Trump), gracias a las investigaciones y  consensos de la comunidad científica a escala mundial.

Como sabemos, el “calentamiento global” evoluciona a una velocidad mayor a la estimada, se calcula que alrededor del año 2025/2030 (¡!) se cerrará la “ventana de oportunidad”, para lograr que las emisiones de gases de efecto invernadero, disminuyan para lograr estabilizarlas, manteniendo así el cambio climático,  dentro de un umbral de -2° grados centígrados de aumento. Los Acuerdos de 2015, en París, (COP-21) fueron no solo decepcionantes (sino criminales), al no ser de carácter vinculante.

Las previsibles consecuencias, ecológicas, sociales, (las políticas, son más inciertas) –de una inmensa importancia-, que se derivarán del calentamiento global, lo desbordan todo.

En la medida en que la ecología, cuestiona el motivo central del imaginario capitalista, “aumentar sin cesar la producción y el consumo”,  podemos utilizarla como palanca de cambio sistémico, o, en su defecto, la catástrofe ecológica será empleada para reforzar nuevas formas de  totalitarismo capitalista.

Con el heterototalitarismo, se daría continuidad a la “Acumulación por exterminio”, analizada por Raúl Zibechi, junto con la destrucción de cualquier salida democrática -real-. Dicho de otro modo, sería tanto como extender una licencia para matar (a escalas genocidas) a los poderes fácticos, que continuarán  obteniendo beneficios criminales de la brutal némesis antropocénica en curso.

De este primer vector, el calentamiento global, y la crisis ambiental, (sin entrar a analizar todos los otros vectores, crisis energética, alimentaria, etc.), derivaría una primera constatación, que explica parte del título “Finales de partida”.

Se trata de una lucha contra reloj,  donde el tiempo es una variable fundamental. Como escribía Castoriadis: estamos obligados a dejar atrás, bien, la ignorancia supina, o bien, los “residuos de la ideología del “progreso” y… ¡que sea lo que Dios quiera!”, y asumir que la ecología debe ser política; la solución estriba en devolver a la ciudadanía el control sobre nuestras formas de vida.

La segunda constatación, la problemática   de los “gobiernos progresistas”, (debate del fin del ciclo),  o la dilución  de sus propuestas de transformación, que más allá de los cambios logrados, en estos momentos, pasada la mitad de la segunda década del S. XXI,  oscilan entre el recambio de las elites, y/o la (re)implantación de regímenes neoliberales, con marcadas  tendencias (en ambos casos; a diferentes velocidades), hacia el establecimiento de “Estados de excepción permanentes”, basta revisar, el creciente armamentismo, las nuevas guerras y conflictos geopolíticos, , las leyes de excepción, las desigualdades económicas descomunales, el ataque a las libertades y derechos políticos,  sociales, ecológicos, culturales,  etc., etc.

De ésta doble constatación, parte la idea de que estamos ante unos “finales de partida”. De ahí, la distinción de carácter operativo, entre tres tipos ideales, el “hegemónico”, el “disruptivo funcional”, en donde incluyo a los “gobiernos progresistas” y/o a la inmensa mayoría de los de izquierda,  y los “disruptivo alternativos”, donde ubico, las corrientes vinculadas a los movimientos y proyectos en torno a la autonomía individual y colectiva.

Cruzando estos dos vectores, el de la crisis ambiental (o, multidimensional), con sus temporalidades específicas (aquí, prácticamente no tenemos tiempo), y el hundimiento de los “gobiernos progresistas”, donde a lo sumo habría una sucesión histórica de  alternancia entre las elites, (solo cabe esperar  a que “los nuestros estén en el poder”). Como si el primer vector no existiera, y dispusiéramos indefinidamente de tiempo.

Aceptar que estamos ante unos finales de partida,  obliga a elucidar, los modos en que tanto  el complejo político hegemónico, como el disruptivo funcional, nos conducen directamente hacia  la catástrofe ecológica.

Elucidar el tercero, el disruptivo alternativo, supone, principalmente, abordar los movimientos por la autonomía (con sus implicaciones ecológicas, etc.).

Una perspectiva de la lucha por la autonomía, es la sostenida por Raúl Zibechi, quien en “Acumulación por exterminio”, en relación con el tipo de Estado, vinculado a esa lógica de acumulación/guerra, escribe…

“…las instituciones estatales han sido formateadas por y para la guerra contra los pueblos. Por eso no tiene el menor sentido dedicar tiempo y energías en incrustarse en ellas, salvo para quienes crean (por ingenuidad o interés mezquino) que pueden gobernarlas a favor de los abajos. Este es quizá el principal debate estratégico que afrontamos en esta hora sombría”.

Sin embargo existen otras concepciones de la autonomía.

Volveré sobre este debate estratégico.

Ver: http://www.jornada.unam.mx/2016/07/08/opinion/019a1pol ■

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