Una vez concluida la jornada electoral y conocidos algunos resultados preliminares es necesario hacer la gran pregunta que deben contestar analistas políticos y sociólogos: Dada la caída de la popularidad del presidente Enrique Peña y la inconformidad manifestada de diferentes maneras durante meses ¿Por qué la coalición PRI-Verde-Panal no pagó un costo político significativo? Con los resultados disponibles hasta el cierre de esta edición, se puede esperar que la coalición encabezada por el PRI no perderá espacios en la cámara de diputados federal, mientras que sólo tiene el riesgo de perder uno de los cuatro Distritos electorales ubicados en Zacatecas. De cualquier manera, quienes ya desean darle vuelo al triunfalismo deben recordar que el fenómeno del “carro completo” en procesos intermedios para el partido en el gobierno de Zacatecas ocurrió en 1997, 2003 y 2009, aunque vale decir que en dos ocasiones el partido beneficiado perdió la gubernatura un año después, en 1998 y en 2009, a causa de las divisiones importantes que sufrieran.
Para contribuir a responder la interrogante planteada podemos recurrir al análisis de las dos alternancias en la gubernatura apuntadas arriba y recordar que en ambas ocasiones se constituyeron polos políticos retadores del partido en el gobierno que aprovecharon al máximo sendas rupturas importantes en el partido gubernamental para crear un escenario en el que dominó la percepción de que la alternancia era posible. Da la impresión de que el pueblo zacatecano no acepta apoyar ofertas políticas que claramente serán minoritarias y es evidente que en esta ocasión la oposición no creó ningún polo político competitivo. Recordemos que el PAN ventiló durante meses sus problemas internos y que postuló candidatos mediante procedimientos muy cuestionados, y lo más lamentable es la incapacidad de las izquierdas PRD, PT y MC (recordemos que a Morena la ley le impuso competir aislado) para construir una coalición capaz de presentarse ante los electores con capacidad ganadora. Al mismo tiempo el PRI logró evitar rupturas importantes.
Otro resultado del proceso electoral que debemos consignar es la inconformidad de los partidos de oposición por la intromisión gubernamental en apoyo a los candidatos del PRI y del PVEM. Existen algunas denuncias específicas y muchas evidencias, que no pruebas, aportadas por varios servidores públicos y ciudadanos que afirman que diversos programas, en especial los sociales, una vez más han sido utilizados para condicionar apoyos a los electores a la emisión de su voto. La permanencia de ese comportamiento ilegal es una prueba de que la transición mexicana no arribó a la democracia esperada sino a un monstruo que podríamos llamar narco-clepto-democracia, en donde sólo se atienden los intereses de la élite del poder y se olvida el bienestar de las mayorías populares del país, lo que también prueba que las cúpulas políticas de los diversos partidos y los mandos de los poderes fácticos no tienen compromiso alguno con la democracia.
