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viernes, 26 abril, 2024
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Involución en la forma de hacer política. ¿Usted para qué busca el poder?

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

La Real Academia de la Lengua Española define a la involución como la detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica, etc., así pues, sostengo que existe muy poco avance en la forma en cómo se hace política en este país; lo peor de todo, es que las viejas formas en que se ha consumado, han tenido éxito aprovechando la ignorancia y la estrechez de miras de un amplio segmento de la población. De tal suerte, uno de los fines supremos de la política es la obtención del poder y para lograrlo, la mayoría de los integrantes de la clase política han sido capaz de todo, incluyendo la comisión de conductas deshonestas y contrarias al Derecho, pues tal como lo menciona Hans Küng, si fuera la humanidad un mundo sano de santos, no necesitaría ninguna clase de reglas de comportamiento, pero la humanidad tal como es, guiada únicamente por el instinto, necesita unas normas éticas reguladoras. Por su parte, el sociólogo Max Weber decía que quien se dedica a la política, busca el poder, el poder al servicio de otros fines (ideales o egoístas) o bien, el poder en beneficio propio para disfrutar la sensación de prestigio que da. Weber también definió a la política como la lucha de grupos o personas para detentar el ejercicio del poder. Así las cosas y, en los albores de este 2021 (Año político por excelencia) creo que debemos detenernos un poco para reflexionar en lo mucho o lo poco que contribuimos a la perfección de la política y cuestionarnos: ¿Para qué se busca el poder? En el primer tema, creo que mucho podemos hacer para elevar la calidad del discurso y el ejercicio del poder si motivamos una corriente intelectual que formalice una nueva forma de hacer política pues, como ya todos sabemos, desde el Siglo V antes de Cristo, Aristóteles propuso dicho concepto en su compilación de libros que denominó política y, desde entonces, las cosas no han variado mucho ya que existe un gran abismo entre la idea y los hechos, si partimos de la visión aristotélica que en política el hombre obra siempre con el fin de lograr lo que es bueno. Nuestra realidad debe motivarnos a la renovación de la política por una que realmente sea reflejo fiel de bienestar común. Estoy convencido de que los grandes problemas que enfrentamos son el resultado de lo mal que se ha actuado teniendo como bandera la política y, es que ya muchos actores del escenario político hacen un sinónimo de lo político con lo deshonesto. Imaginemos cómo sería este País si la política económica se hubiera ejercido en atención al valor de nuestros recursos naturales en beneficio colectivo y no solo a favor del grupo que detentó el poder por más de 70 años; tal vez seríamos solo 15 millones de pobres y no los casi 60 que son. Cómo sería México sin la tan arraigada corrupción que se encuentra tatuada en todos los órdenes de nuestra vida, no habría tanta inseguridad y el narcotráfico no sería una actividad tan lucrativa; lo niños jugarían a ser los héroes y no los villanos de sus juegos. Si la política se hubiera ejercido en aras de lograr lo bueno para todos, nuestro territorio no expulsaría a los miles de mexicanos que se encuentran en el extranjero en busca de las oportunidades que aquí les fueron negadas; tendríamos una educación de excelencia y profesionistas de éxito sumados al desarrollo de sus pueblos, ni siquiera tendrían que existir tantos partidos políticos y, posiblemente, nuestro Presidente, estaría todavía en las filas de aquel instituto político que nos mal gobernó y produjo el gran cúmulo de calamidades que se han heredado generación tras generación. Concluyo que la política es tan antigua como la humanidad y debe perfeccionarse para responder a los intereses del total de sus integrantes, buscando permanentemente el bien común a través de la participación periódica de todos sus miembros, partiendo de la experiencia, la trayectoria, los méritos, perfeccionando la democracia y, tal vez, transitando a la biocracia como mecanismo que garantice la permanencia de la humanidad a través de los Siglos, siempre que se priorice la sostenibilidad ambiental, el conocimiento ancestral y la protección del sistema natural. Soy de la idea de la estructuración de una nueva generación de políticos, de la formación de nuevos intelectuales formados en la cultura del trabajo, con valores y un genuino compromiso ante la sociedad, ausente de simulaciones y con firmes sistemas jurídicos que no premien la corrupción con nuevos cargos públicos. Es tiempo de construir un cambio profundo partiendo de una nueva forma de ver y hacer, política. FELIZ AÑO 2021. ■

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*Docente-investigador de la Unidad
Académica de Derecho de la UAZ
[email protected]

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