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sábado, 18 mayo, 2024
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Terribilidad y posibilidad, políticas.

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Lo que ocurre, donde sea, irrita la sensibilidad del ser humano, sobre todo, si se trata de asuntos, cuya planeación fue pospuesta hasta que sus protagonistas consideraron la mejor ocasión para proceder e infligir daños mayores, con los menores costos posibles, sobre todo, los políticos, como el impechment contra Dilma Russeff, ¿cáscara de Golpe de Estado?

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Los virtuales golpeadores, impechmistas, civiles, no iban a actuar, contra legal y políticamente, durante la olimpiada, cuyo tiempo decidieron respetar y no alterar, hubiera sido un error hacerlo. Tiempo útil para afinar su conspiración y evitar ser defenestrados de inmediato, por la opinión y presión, mundial. Después de tan luminosa clausura y transferencia a China, futura sede olímpica, cayeron como buitres sobre la Presidenta Dilma Ruseff, cuya filiación, trayectoria y experiencia políticas, en el Partido de los Trabajadores y su sensibilidad, la contuvieron y le evitaron enfrentarse, inmolarse y caer ante los golpistas, ¿eso hubieran querido? Al contrario, siempre informada y sin renunciar, enfrentó y enfrenta la adversidad política, sin poner en riesgo su vida, eso quisieran los golpistas y nada, ni siquiera fortificó el palacio presidencial, tampoco la casona donde vivía, sabedora de la trama golpista que tampoco tiene bajo su poder a la mayoría política, decisiva en esta lucha: el pueblo, que respetó el magno evento olímpico.

¿Qué mueve a los golpistas? Fachada y disfraz jurídico: el impechment,  oculta las verdaderas intenciones. Los motivos esgrimidos, los exhiben ante el mundo como personajes violentos, ávidos, que no merecen ejercer el poder. Con subterfugios buscan arrancar a Dilma de la Presidencia, pero carecen de su entereza, su consistencia y su prudencia, políticas. Lo “cometido”, por ella, es un pretexto. Según destacados juristas brasileños, si acaso son faltas administrativas, no claramente atribuibles a ella. Lea, Usted:

“Rousseff fue condenada por dictar tres decretos que alteraron los presupuestos sin autorización previa del congreso, y por atrasos en depósitos que el Estado debería hacer en la banca pública para sufragar proyectos del Gobierno, que, según la acusación, acabaron por convertirse en créditos y generaron costosos intereses. Es un delito de responsabilidad (que según la legislación brasileña pueden llevar a la destitución de un mandatario), no se le puede dejar proseguir”, sostiene, José Serra. Aunque la pregunta de muchos es: Y los funcionarios gubernamentales, operadores directos, ¿no son ellos, los sujetos responsables, inmediatos, de esa omisión concreta?

¿De qué se trata? De envidia, codicia, IMPOTENCIA, política y cultural, para engañar al pueblo. Basta citar del Poeta, Ramón López Velarde, una línea, donde señala, el tesoro, heredad y sino, con que se forza liquidar a Russeff: “…y los veneros de petróleo, el diablo”. Verso añejo, cuya frescura, pureza y calidad, carecen de la negritud con que se juzga a Dilma y desvela el verdadero afán (de riqueza personal) de sus defenestradores, deseosos de rematar el petróleo.

Aquí, Videgaray, respecto al petróleo, en lugar de cuidarlo y recurrirlo para el desarrollo del país, descuidó la infraestructura y un día sí, y otro también, trama y promueve la venta, hasta inútil, de lo que queda de él, en territorio o lecho marino. ¿Y la gente, los mexicanos, qué hacen, qué hacemos, respecto a eso? Los radicados, aquí siguen, la mayoría, sin mayor perspectiva u otra que una pobreza, a mitigar, no a superar o vencer, con los paliativos ofrecidos. Pobreza concreta que, en cada rincón del país, es un gran negocio para el régimen neoliberal, al proveer de espantajos económicos y fantasmas políticos, adecuados para adornar las ocasiones estelares que son acciones del régimen político en turno, no de arribo o novedad, sino confirmación o sucesión, sin distingo, de lo mismo, el neoliberalismo.

Ante esto, los actores políticos, individuales u organizados y de todas las tendencias, siempre hacen lo mismo. No es asunto que importe a los actuales, pensar la temporalidad de México, o diseñar su futuro, ¿uno, tan estrecho, como el de ellos y sin “luz”? Ahora bien, ¿cómo es o será el futuro político del PEJE, a quien después de aquel mágico mitin dominical en el corazón del DF, espontáneo, interminable, ordenado y policolor, uno supone tener claro lo anterior y saber qué esgrimir al respecto: políticamente, qué hacer y a dónde ir, después de todo, él no se centra en el petróleo, como motivo político discursivo, sí lo defiende y conmina su uso para beneficio público; sabe que no es eterno y que la lucha política y democrática deben imperar y durar más, como condiciones para construir una más moderna y libre gobernabilidad, a pesar de todos problemas pendientes para lograr una democratización plena. Por lo pronto, con él y a él, sucede algo interesante, sabe su actual potencial político y no irá sólo a la elección presidencial. Al contrario, invita a todos, ¿a cambiar y él mismo lo hace?  Por supuesto, no se espera, ni desea de él, que políticamente vaya a ir, mal acompañado, conoce bien, lastres y posibilidades.

 

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