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sábado, 18 mayo, 2024
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Zacatecas, entre la catástrofe gubernativa y la oposición mentecata: pensar las salidas del laberinto

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

Y Zacatecas se está hundiendo. El gobierno del señor Alonso ha resultado proco menos que una catástrofe gubernativa. Gastos enormes en planes fracasados de antemano, como el caso del programa de seguridad que absorbió 3 mil 400 millones de pesos, y sin ningún, ningún, ningún impacto positivo. ¿Qué hubiera pasado si destinaran 3 mil millones de pesos a educación o al campo? A la Educación superior reservan 270 millones en total, cuando todo mundo sabe que no hay estrategia de desarrollo económico sin adscribirse a los nuevos cánones de la economía del conocimiento. ¿Por qué no lo hicieron? Y luego, el gobernador miente oficialmente a través de su quinto informe (¿me creen si les digo que leí todo ese informe?), con afirmaciones en “éxitos” en seguridad inventado indicadores (inexistentes) y ocultando las cifras del estudio sobre victimización del Inegi. Una calamidad. La cosa es que así como los gastos infecundos en seguridad, y con ello el abandono de los rubros esenciales del desarrollo como educación o el campo, están los demás aspectos de la administración pública estatal. ¿Cómo explicar esta situación? Alguien apresurado puede pensar en falta de capacidad o en la abierta inutilidad. Yo no lo creo así. ¿Acaso la realización de todas las obras inútiles que emprendió este gobierno es por causa de una falta de capacidad en la planeación de las verdaderas prioridades del estado? ¡Claro que no! En el gobierno saben perfectamente qué obras son las prioritarias. La hipótesis más plausible es la corrupción: es en esas obras donde los agentes gubernamentales pueden extraer ventajas privadas de los recursos públicos. Así podríamos seguir enumerando las notas negras del gobierno que ahora padecemos, sin embargo, la pregunta que más me interesa hacer es, ¿existe alguna manera de salir de este pantano? Antes de saber qué cosas sí pueden servir, es necesario adquirir claridad de aquello que se ha propuesto y no constituye la solución.

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Una propuesta es la Salida Semi-Anarquista: el social-civilismo de los noventa cree que el abandono de la política estatal y la creación de formas autogestivas puede ser una solución. Sin quitarle algunos méritos a esta vía, el hecho de abandonar el Estado, significa renunciar tanto a la gestión de la renta pública y como al manejo estratégico de los recursos nacionales. Y sin estos elementos no se puede aspirar a darle solución a los grandes problemas públicos. Ciertamente, la estructuración de colectivos para solventar algunos problemas inmediatos es importante, pero hablamos de los grandes problemas públicos. Una contribución esencial de estos movimientos es la bandera ética y la voluntad participativa que aportan, y que bajo otra estrategia deberemos rescatar.

La otra propuesta, es la salida que llamaremos “del Partido Bueno”: si todos los partidos son un cúmulo de células cancerosas, debemos crear un partido que se comporte de manera democrática, honesta y con propuesta de gobierno. La cosa es que ante una estructura social de nula movilidad política (población que circule hacía los ámbitos de acción partidaria), resulta que no hay nuevos grupos de la población incorporándose a la política, y por ello, los espacios de nuevos partidos son ocupados por la misma clase política, con su misma cultura, prácticas e intenciones. Por ello vemos nuevos partidos con políticos viejos. Y si observamos sus frutos veremos poca esperanza: ¿alguno ha exhibido un proyecto de gobierno que centre su atención en la solución de la pobreza, la seguridad alimentaria o el empleo? ¡Ninguno! Ni uno solo. Porque son partidos hechos como clones: empresas electorales para colocarse en el poder estatal, no institutos políticos que busquen resolver los persistentes problemas nacionales. Sin embargo, esta vía también tiene algo que aportar: es importante que la ciudadanía participe en la vida político-partidaria con la visión de innovar sus prácticas.

Y las alianzas de las llamadas “izquierdas” (que a propósito, van aliados con la derecha) poco vale la pena comentar: es la misma experiencia de quitar al PRI para hacer lo mismo que el PRI. Es reeditar la cadena infecunda de la alternancia sin alternativa. Y eso lo sabemos desde el 2000 en el país, y en Zacatecas con los dos gobiernos perredistas que fueron de lamentable experiencia.

Entonces, ¿qué queda?  El punto de partida es pensar de otra manera al Estado. Entendemos al Estado como una condensación institucional de una estructura de fuerzas sociales. La cosa es que ahora esa condensación institucional ha sido acaparada por una sola fuerza social, y las demás han sido marginadas. Es un caso de correlación de fuerzas al interior del Estado. La pregunta es, ¿cómo hacer para que la pluralidad de fuerzas sociales se hagan de una expresión institucional al interior del Estado, al grado que puedan equilibrar su conducción? Es otra manera de preguntar sobre las capacidades redistributivas de la democracia. En pocas palabras, la solución, me parece, va en el sentido de pensar las vías por medio de las cuales, las fuerzas sociales contra-hegemónicas pueden posicionarse al interior del Estado. Si se lograra esto último, se haría posible en cadena otro uso de la renta pública y de la arquitectura institucional para lograr la justa redistribución de los derechos en la sociedad. La otra pregunta es, ¿cómo hacer tal cosa? Eso, estimados lectores será materia de la próxima entrega. Salud. ■

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