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domingo, 19 mayo, 2024
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Mundos ficticios, realidades simuladas

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO • admin-zenda • Admin •

Ante varias notas periodísticas que plantean una serie de declaraciones en contra de Andrés Manuel López Obrador, aparecidas recientemente en diarios de circulación nacional y emitidas por cierto presidente de un partido político, de los más representativos por su interpretación del término “democracia”, no cabe la menor duda de lo que el Sistema pretende obtener con el manejo irresponsable de la formación del ciudadano común, para su inclusión en un orden gubernamental en el que la sumisión y la pérdida del carácter crítico fungen como cualidades específicas del individuo. Si bien, Andrés Manuel no es un personaje de la vida política exento de los excesos y las debilidades humanas, se tiene que aceptar que ha sido una pieza fundamental en la denuncia de los abusos del poder en contra del pueblo, por una clase política empecinada en mantener una imagen del orden social que no le corresponde a nuestro país.

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Pero no es el tema. Andrés Manuel está siendo atacado por quienes lo siguen percibiendo y persiguiendo como un “peligro para la nación”, y en este punto, la gente que avala la “democracia” tiene mucho que decir. Lo preocupante resulta ser la serie de declaraciones que se vierten sin tomar en cuenta los postulados fundamentales que dan sentido a los diferentes conceptos que definen la idea de la verdadera democracia, y que desafortunadamente para “ellos” se plantean en diferentes documentos rectores de la vida política y social de carácter nacional… “los ataques y descalificaciones del tabasqueño no parecen tener límites ni justificación alguna. Tampoco conducen a una convivencia democrática, plural y respetuosa”. Para los que no comprendemos el sentido de la declaración, para los que experimentamos día tras día la tergiversación de los quehaceres que coadyuvan a la formación del ciudadano, no hay de otra más que echar mano a algunos de los principios rectores de la vida en sociedad, a ver si logramos entender el posicionamiento.

Artículo tercero de la Constitución política de los Estados Unidos mexicanos, numeral II, e inciso a: “El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”. Entonces, me parece que ya caigo en cuenta: “vivimos en un país en el que el gobierno se preocupa por generar las condiciones económicas, sociales y culturales para el adecuado desarrollo democrático del pueblo”. El gran problema es que el 80 o 90 por ciento de los habitantes del país, en uso de razón, no lo percibe de esta manera. Pero, imaginemos: la vida democrática de nuestra sociedad marcha a paso seguro hacia el “Primer Mundo”, si le perfilamos un escenario ilusorio en el que los gasolinazos, las devaluaciones constantes de la moneda nacional, el desempleo y la carencia de un Sistema Educativo adecuado a las bases filosóficas del artículo tercero constitucional, no influyen para el desarrollo de la “convivencia sana y pacífica”, tan citado en los “recintos expertos” en el tema. Desde este punto de vista, no hay lugar para la denuncia, mucho menos para las inconformidades. La alienación del individuo y su carácter servil parecen ser las garantías necesarias para desarrollarse en un mundo de ficción modelado por quienes no se molestan en darle una explicación racional a la realidad social que nos afecta. Cuando esa realidad se muestra diferente a sus intereses.

El término pluralidad podría ser considerado, a primera instancia, como un concepto fundamentado en el respeto e inclusión de  las diferencias intelectuales y actitudinales particulares. Entonces, desde este punto de vista, si es aceptado, por simple que parezca, se tiene que aceptar que todas las aportaciones a la vida democrática son válidas. Pero la soberbia y la cerrazón de quienes ostentan el control sistémico se esmeran en discriminar las observaciones, posiblemente más integrales, de una realidad que produce la desestabilidad social.

No. Los mundos ficticios cimentados en las apariencias no conducirán a un estado político, social y económico que permita a la persona acceder a su pleno desarrollo humano. Son simples visiones artificiales que conducirán a la catástrofe que “ellos” se esmeran en propiciar, si no es que ya la estamos experimentando. En ciertos “espacios formadores” del estado se le está dando una orientación acorde a la ilusión mediática que nos pinta quien aplica el poder, en todos los sentidos, a la más noble de las actividades humanas… la educación. La formación del ciudadano deja de lado las cualidades más significativas de la raza humana, plasmadas al menos en nuestra constitución, y tergiversa la realidad por mundos ficticios que no le abonan al verdadero desarrollo. Sólo el necio o el deficiente mental pueden negar la realidad que nos afecta…■

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