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viernes, 26 abril, 2024
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‘Consultorio de la Doctora Ilustración’. Los graznidos de la cultura nacional, según Monsiváis

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Por: Mauricio Flores •

La Gualdra 352 / Libros / Op. Cit.

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“Pero pregúntame también acerca de mis opiniones políticas”, me dijo a media entrevista. Llevábamos ya media hora de cuestionamientos y respuestas acerca de la propuesta en materia de cultural de la nueva administración, la del presidente Salinas, cobijada con la creación del llamado Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Era el año 89 y a la dirección del diario acababa de llegar un nuevo director, José Carreño, desde donde se agendó la entrevista “con Carlos”. La apuesta informativa, nunca posibilitada para transitar del medio de gobierno al de Estado, lo atestiguamos en el tiempo, estaba decidida a escuchar y difundir la voz de Monsiváis, a la fecha referente obligado del mundo de la cultura mexicana. El autor de Días de guardar, Amor perdido, Escenas de pudor y liviandad y tantos otros títulos que reúnen su prosa narrativa. Ese recordado Carlos Monsiváis (1938-2010) siempre presente, ajonjolí de todos los moles, diría él mismo, polémico, elocuente, certero, generoso, neuroticón y no por ello falto de picardía. “Pregúntame algo sobre el Presidente…”.

            Lo dicho por Monsiváis acerca del Presidente de entonces, y de pasados y posteriores, como de la élite política a la que nunca le volteó la mirada, ha quedado en sus ensayos y crónicas. Centenares de escritos publicados en diferentes medios y con formatos distintos que, tras su muerte, han venido reagrupándose y reeditándose. Libros imprescindibles en tiempos de cambio y reacomodamientos político-culturales. Y es que, entre las muchas templanzas comunes a Monsiváis, estuvo siempre su entendimiento de observar los fenómenos de la cultura y las artes en relación con el ejercicio de la función pública, obligada a ponerse al servicio de los primeros, y con la por él llamada sociedad civil. Visto por el poeta José Emilio Pacheco, Monsiváis fue “el último polígrafo que podía escribir y hablar sobre todas las cosas”.

Circula ahora un “nuevo” libro de Monsiváis. El consultorio de la Doctora Ilustración (Ph. D.). Consiste en una selección de “sus mejores, y más corrosivos, textos sobre personajes, hábitos, escándalos y absurdos del mundo cultural mexicano”, proveniente del espacio que acompañó a la columna “Por mi madre, bohemios”, publicada entre el 3 de abril de 1974 y el 13 de febrero de 1984 en el suplemento La Cultura en México de la revista Siempre! Es, advierte el editor, el primero de dos volúmenes que rescatará la totalidad de las cartas de la Doctora Ilustración con las que Monsiváis recreaba la “comedia nacional”. (El tomo dos versará sobre la vida política nacional).

El consultorio… recoge 76 originalísimos textos monsivaianos, además de prologados e ilustrados por Rafael Barajas, el Fisgón. Textos hasta ahora olvidados en rincones hemerográficos “teñidos” de “inteligencia y humor”, dixit Elena Poniatowska. “Rincón axiológico que esperamos se convierta en el favorito de nuestros amables y hebdomadarios lectores seguidores [y que], quiere y querrá caracterizarse por su deseo de responder a las más duras, dramáticas y categóricas preguntas jamás formuladas: las que se refieren a ese campo exigente y prístino de Nuestra Cultura”.

En la explicación de los textos, Barajas acude a un tono igualmente festivo en el que destaca “una torre de Babel polifónica en la que todas las voces de la cultura nacional cantaban y graznaban. Fue el primer laboratorio de autoayuda psíquica de la nación: el germen de los colosos intelectuales de la talla de Yordi Rosado o Carlos Cuauhtémoc Sánchez”.

Volcán en erupción

Para su ubicación temporal, el prologuista subraya la incorporación de Monsiváis a la revista Siempre! (entonces dirigida por José Pagés Llergo) “cuando en todo el mundo la vida cultural era un volcán en erupción. El debate en torno a la Guerra Fría era intenso. La opinión de líderes como Fidel Castro, Mao Zedong o Ernesto Che Guevara pesaba. En Europa todavía estaban activos muchos de los llamados maîtres a penser, como Sartre, Simone de Beauvoir o Foucault; el pensamiento marxista tenía exponentes de la talla de Marcuse, Althusser y Mandel, y las vanguardias artísticas del siglo XX seguían dando retoños con los Situacionistas y el Movimiento Pánico”.

Aún con el “halconazo” del 10 de junio de 1971 fresco, Monsiváis se haría cargo de La Cultura en México, una “aventura periodística y cultural”, refiere Vargas. “Después de la noche de Tlatelolco, el joven intelectual entró en profunda depresión y se fue a Inglaterra entre septiembre de 1970 y marzo de 1972. Fue una suerte de autoexilio. A su regreso, tenía conexiones con medio mundo y estaba dispuesto a abrir en México un espacio de libertad y creatividad cultural. El suplemento fue ese espacio. En esta empresa Monsiváis contó con el apoyo de cómplices como Sergio Pitol, Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco y de jóvenes como David Huerta, Héctor Manjarrez y Jorge Aguilar Mora”.

Si a la fecha alguien duda de que estas decenas de cartas enviadas (y contestadas por) a la Doctora Ilustración sean falsas, Barajas lo aclara también con humor. “Todas fueron escritas, de manera legítima y autentica, por alguna de las múltiples personalidades del escritor y fueron respondidas por mí” [la Doctora Ilustración].

***

Carlos Monsiváis, El consultorio de la Doctora Ilustración (Ph. D.), Prólogo e ilustraciones de Rafael Barajas, el Fisgón, Malpaso, México, 2018, 222 pp.

* @mauflos

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