La Gualdra 352 / Río de palabras
Le enviaron flores,
era un ramo grande
y
necesitó sus dos brazos
para abarcarlo:
ella sonreía.
a mí no me gustan las flores,
yo nunca le enviaré flores
acaso,
ustedes crean que estoy en desventaja
acaso,
ustedes crean que voy a perderla
porque alguien le envió flores
y yo nunca le enviaré flores
acaso,
quien le envía flores
pueda creer lo mismo que ustedes
probablemente sea un buen tipo
pero está en la circunstancia equivocada:
la situación es simple,
la manejo en automático
y hasta con el corazón vendado
la práctica existe desde la primera guerra,
desde los primeros romances
desde el primer juego:
cede ventaja al rival,
permite que relaje el músculo
que se confíe, como en este caso,
a las flores, a un ramo grande de rosas
luego:
sé cauteloso,
estratégico
sigiloso,
mantente a distancia prudente
pero que sienta tu presencia
,
sé un animal al acecho,
sé el lobo detrás de la sombra del cedro
marchitarán las flores
te lo aseguro,
,
espera el momento adecuado
,
aprovecha sus ojos tristes,
sus pasos con dudas,
conocerás el silencio justo:
te ofrendará su yugular plena
-no la lastimes-
desde este momento
y en lo posible: ni hoy ni nunca
dale un beso tierno,
uno que le permita comprender
que sus brazos abiertos
contienen tu cuerpo
que no hay cantidad de flores
que suplan el jardín de dos cuerpos
que deciden amarse.